Muere François Michelin, el patriarca de la marca francesa de neumáticos
Era nieto del fundador de la multinacional y dirigió el grupo durante más de 40 años
François Michelin, el hombre que durante medio siglo dirigió con tanta firmeza como secretismo una de las grandes multinacionales nacidas en Francia, falleció este miércoles a los 88 años de edad. Nieto de Édouard Michelin (1859-1940), el fundador del fabricante de neumáticos, la vida de François ha estado marcada por su empresa, la religión católica y las desgracias familiares.
Nació el 15 de junio de 1926 en Clermont-Ferrand, la ciudad donde su abuelo había creado la primera fábrica de neumáticos y que siempre ha sido la sede de referencia del grupo industrial. Huérfano en la adolescencia –su madre murió cuando él tenía 10 años y su padre cuatro años después-, fue educado por su tía Marthe Rollier, estricta religiosa que lo envió a estudiar en el colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Clermont.
Todavía estudiante de secundaria con 14 años, su abuelo Édouard ya lo designó heredero para dirigir el grupo, pero el papel lo ejerció su tío Robert Ruiseux mientras él completaba su formación como estudiante de Matemáticas en París. En 1951, y con un nombre falso, entró en Michelin para trabajar en la fabricación de neumáticos para camiones con el fin de conocer desde dentro y en los escalones más bajos el proceso productivo.
En 1955 accedió ya a la gerencia de la empresa y en 1959 se convirtió en su único gestor. Uno de sus empleados inventó el neumático radial, con una malla metálica en su interior. Pese a las dudas entre sus colaboradores, François apostó por la fórmula, se adelantó a todos sus competidores, inundó de neumáticos suyos el mercado estadounidense y convirtió en un imperio internacional aquella pequeña empresa regional y familiar.
A comienzos de los ochenta, la crisis del petróleo y la competencia dieron pie a los primeros tropiezos. Para hacer frente a su eterno rival japonés Bridgestone, que acababa de comprar Firestone, François adquirió Uniroyal Goodrich a un elevado precio. La empresa se endeudó y fichó para gestionar el problema a Carlos Ghosn, hoy responsable de Renault-Nissan. François siguió al frente del grupo hasta 2002, cuando cedió el testigo a su hijo, Édouard. Cuatro años después, el joven directivo se ahogó mientras practicaba la pesca en Bretaña.
En esos años como máximo patrón, François Michelin convirtió a su grupo en líder mundial, pero también mezcló su paternalismo con métodos extremos rayanos a veces en la ilegalidad. Para él, como asumió en una de las escasas entrevistas concedidas en su vida, “las leyes laborales en Francia son de inspiración marxista”, un adjetivo que aplicaba continuamente a políticos o sindicalistas.
Impuso que en las nóminas de sus empleados figurara la frase “precio pagado por el cliente por su trabajo”, pero la justicia ordenó su retirada.
En 1968, abandonó la patronal francesa en protesta por los acuerdos que alcanzó con los sindicatos. Él solo creía en la negociación entre el empresario y sus propios empleados. Celoso de que nada trascendiera al exterior, decretó el silencio entre sus colaboradores y la prensa lo calificó como “el más secreto de los patronos franceses”.
Hoy, Michelin es la segunda empresa mundial de neumáticos. Emplea a 110.000 trabajadores –unos 20.000 en Francia- con fábricas en 18 países. François la cogió cuando el grupo era el décimo del mundo. Cuando dejó su puesto, desfilaron ante él 160 empleados con banderas de 27 países.
La empresa le despidió este miércoles con un comunicado en el que lo define como un “visionario y humanista” bajo cuyo mandato “Michelin conoció un desarrollo sin precedentes”. El presidente francés, François Hollande, se sumó a los elogios a un empresario “profundamente humano y movido por una fe ardiente”.
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