Kichink o cómo hacer popular el comercio electrónico en México
La venta de productos por Internet en el país se multiplica y una startup mexicana se abre paso en el incipiente mercado
Claudia de Heredia recuerda los meses que pasó promocionando a Kichink, su empresa de comercio electrónico, de puerta en puerta. “Yo afilié a las primeras 500 tiendas, iba, me tomaba un café con los clientes y les explicaba cómo funcionaba”. Cuatro años después la plataforma, creada en México, alberga a 59.000 tiendas en Internet pero no ha cambiado la idea central de hacer un intercambio comercial cercano. Kickink es una web que auxilia a los pequeños comerciantes y productores a poner su mercancía a disposición de cualquiera a golpe de click.
En 2012, De Heredia y su marido Claudio del Conde fundaron Kichink junto con seis empleados y apostaron por el crecimiento del comercio electrónico en México, que en ese entonces se cifraba en 4.500 millones de dólares al año. La pareja se dio cuenta de que existían pocas opciones para que los pequeños emprendedores pudieran vender sus productos en línea y sobre todo que facilitaran el proceso de venta y entrega. Para 2015, el comercio electrónico ya se situaba en 12.200 millones de dólares anuales, su start up ya tenía un centenar de empleados y las grandes cadenas desembarcaron en México.
Amazon y Walmart lanzaron sendas estrategias para impulsar el comercio electrónico. La tienda de Jeff Bezos abrió una bodega en el Estado de México e impulsó su web mexicana, mientras que el gigante de los supermercados estadounidenses rebajó sus precios y puso a disposición de los mexicanos todos los productos de su tienda. Para un pequeño negocio como Kichink, más que una amenaza, la ambición de las grandes cadenas significó una oportunidad. “Es una validación de mercado increíble, obviamente tener jugadores del calibre de Walmart y Amazon hacen para nosotros una oportunidad mayor de crecimiento y validan que el ecosistema está listo para crecer”, señala De Heredia.
El mayor obstáculo para el crecimiento de las firmas de comercio electrónico ha sido una menguada capacidad de los mexicanos para utilizar métodos de pago en línea
El mayor obstáculo para el crecimiento de las firmas de comercio electrónico ha sido una menguada capacidad de los mexicanos para utilizar métodos de pago en línea. En México, un poco menos de la mitad de la población tiene acceso a Internet y de ellos, el 75% ha realizado una compra electrónica alguna vez en su vida. Sin embargo, el 44% de los consumidores opta por pagar en efectivo después de hacer la compra, según datos del Asociación Mexicana de Internet (Amipci). Una situación de la que ya han alertado las entidades bancarias que todavía no consiguen expandir el uso de la tarjeta de crédito, en una economía que tiene sumergidas el 60% de sus actividades económicas en la informalidad.
¿Qué compra un mexicano por internet? De Heredia apunta que entre los hábitos de los mexicanos está comprar más servicios (entradas para conciertos, billetes de avión o autobús) que productos físicos (30%). Aunque Kichink ha notado el interés de sus compradores, principalmente, por ropa y accesorios, así como por los productos para el bienestar y merchandising de música. La start up ha aprovechado la creatividad de los pequeños productores y comerciantes para mejorar su distribución en un país donde el servicio postal no es eficiente y las tiendas electrónicas dependen de los servicios privados de entrega. El 25% de los productos que Kichink entrega son en ciudades de menos de 30.000 habitantes Según la Amipci, el mexicano gasta 118 dólares al mes en compras por internet, pero a un 77% de los consumidores les preocupa la seguridad sobre las entregas y los métodos de pago.
Más allá del modelo del comercio electrónico que se desarrolla en México, los mexicanos que buscan vender en línea sufren en el proceso de montar su empresa. “Nadie te prepara para emprender”, señala De Heredia. Los nuevos emprendedores de Internet tienen que luchar contra la burocracia y las dudas de los inversores sobre que este tipo de proyectos pueden despegar. “Este modelo de voy a gastar más de lo que vendo, en México es dificilísimo que lo entienda cualquier inversionista”, explica Alfonso Lomelí, director de Logística de Kichink. En un ejercicio de ensayo-error, los jóvenes directivos de la start up han demostrado que es posible.
En el último año la pequeña firma ha cuadruplicado el número de visitantes, según datos de Comscore. Lomelí apunta que, según las mediciones de la start up, unos 1,7 millones de personas visitan Kichink al mes. En sus oficinas en la Ciudad de México trabajan para expandir su negocio pero también para entender mejor a su cliente, sin dejar de lado el trato cercano. “Aquí estamos convencidos que las ideas no valen un quinto, la ejecución es la que vale”, remata Lomelí.
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