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¿Puede un pequeño país tener una gran economía?

Los estados más chicos del Caribe buscan emular a sus vecinos más grandes para aprovechar los vientos a favor y mitigar los vientos en contra

Molinos para la producción de energía eólica en Jamaica.
Molinos para la producción de energía eólica en Jamaica.

A lo largo de la década dorada del crecimiento latinoamericano a comienzos de este siglo, las economías grandes de la región fueron las más beneficiadas con el boom de las materias primas. Entonces no sería un error decir que el desarrollo económico va de la mano con el tamaño del país.

Sin embargo, en los últimos años, esta perspectiva ha cambiado en la medida que las economías pequeñas de América Latina y el Caribe se han acercado al podio regional del crecimiento económico. Según datos del Banco Mundial las tres economías con mayores tasas de crecimiento en 2015 fueron la República Dominicana (7%), Granada (6.2%) y Panamá (5.8%).

No obstante, el camino hacia el desarrollo económico sostenible de estas economías es muy distinto al que siguen sus vecinos más grandes.

Esa es uno de los hallazgos del nuevo informe “Abierto y ágil: Encontrar un crecimiento estable para las pequeñas economías” del Banco Mundial. Tomando como referencia las economías insulares del Caribe, el estudio afirma que mientras los desafíos son grandes —alta vulnerabilidad ante la volatilidad económica, gran gasto público y pocos ahorros, mayor impacto por los desastres naturales— su tamaño también les ofrece soluciones en forma de la habilidad de reinventarse rápidamente y ser altamente abiertos al comercio.

Mayor integración = riesgos compartidos

Uno de los desafíos principales que enfrentan las economías del Caribe es el alto costo de transporte y servicios, por ejemplo, la región tiene una de las tarifas eléctricas más altas del mundo, 3 a 4 veces más de lo que se paga en Estados Unidos.

Mientras la dependencia de la región del petróleo es una de las razones por estos altos costos, el mercado pequeño de cada país caribeño tampoco ayuda a la diversificación del sector. En un contexto de una región con altos niveles de deuda pública y bajos ahorros, el costo de la inversión inicial no está al alcance del espacio fiscal, y el tamaño de la base de usuarios es poco atractiva para la inversión privada.

Sin embargo, con la integración el panorama cambia. Los costos se comparten y un mercado más amplio abre las puertas a la inversión del sector privado.

“Algunos bienes requieren economías de escala, y los costos pueden ser reducidos a través de una mayor integración regional”, destaca Daniel Lederman, economista principal del Banco Mundial en América Latina y el Caribe, uno de los autores del informe.

Un ejemplo ya en operación de esta cooperación es la Facilidad de Seguros contra Riesgos Catastróficos en el Caribe (CCRIF según sus siglas en inglés) que es el primer mecanismo en el mundo para adquirir una cobertura similar a la de los seguros contra pérdidas fortuitas o imprevistas, con el fin de contar con recursos líquidos e inmediatos para enfrentar los primeros momentos de un desastre de grandes proporciones en varios países. En términos concretos, ofrece cobertura a los gobiernos socios del Caribe y Centroamérica contra terremotos, ciclones tropicales y lluvia extremas que produzcan inundaciones. Una de sus más recientes activaciones fue para apoyar a Haití tras el paso del huracán Matthew el año pasado.

Situada en una zona de actividad sísmica y amenazada anualmente por los huracanes, el cuenca del Caribe es altamente vulnerable ante los desastres. Y siendo economías pequeñas, cuando ocurren las catástrofes el costo es aún más alto en relación con el PIB. En 2015, por ejemplo, la tormenta tropical Erika causó daños y pérdidas en Dominica equivalentes al 90% del PIB, y el huracán Iván provocó daños equivalentes al 200% del PIB cuando azotó a Granada en 2004.

Prepararse para el cambio del viento

 Al ser abiertas al comercio, las economías pequeñas son vulnerables a las crisis económicas externas, especialmente en los ejes de comercio global como Estados Unidos y la Unión Europea. Esto se ve reflejado en particular en las pequeñas y micro economías del Caribe del Este.

 Según otro informe del Banco Mundial “Mitigar la volatilidad”, las políticas fiscales contracíclicas ayudarían a la región a amortiguar sus economías ante una crisis o choque externo. Es decir, usar los tiempos buenos para ahorrar y crear reservas para mantener servicios claves durante las épocas económicas más difíciles.

 “Mientras más procíclicas son las políticas fiscales en un país dado, más volátil será el crecimiento económico, porque cuando el gasto público sigue las alzas y bajas del comercio, tiende a acentuar las crisis y desaceleraciones económicas”, explica Francisco Carneiro, líder de programa del Banco Mundial y el autor del informe. “Ahora es un buen momento para que los países del este del Caribe empiece a pensar en cómo promulgar políticas para ayudar a resistir tiempos difíciles”.

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