“El acceso a las medicinas debe garantizarse al margen de la política”
El consejero delegado de la farmacéutica MSD considera que aún es pronto para saber el efecto del 'Brexit' en la industria
La farmacéutica MSD afirma tener más de 125 años de historia, pero su origen cumplirá 100 años en octubre: la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, que obligó a las empresas alemanas (entre ellas, la farmacéutica Merck) a desgajar sus operaciones en el país norteamericano y a entregárselas a accionistas locales. Hoy, la Merck estadounidense (que fuera de EE UU y Canadá opera con el nombre de MSD, de Merck, Sharp & Dohme) es mucho mayor que su homónima alemana, con una facturación de 39.800 millones de dólares (35.975 millones de euros), que la convierte en la segunda firma del sector de EE UU (después de Pfizer) y la cuarta del mundo. Kenneth Frazier (Filadelfia, 1954) es su consejero delegado desde 2011, tras entrar en la firma como abogado.
Pregunta. Desde que usted es consejero delegado, las ventas han caído un 15%, los beneficios se han reducido casi a la mitad y han tenido que recortar plantilla. ¿Son los resultados de 2016 la señal de que la compañía está al fin dándose la vuelta?
Respuesta. Muy poca gente se da cuenta de cuán largos son los plazos en los que nos movemos en el negocio farmacéutico. En los últimos cinco años, MSD ha perdido un montón de productos que contribuían con fuerza a la cifra de negocios. Este es el único negocio que conozco en el que las empresas se deben reinventar por completo cada 10 años. Algo intrínseco a esta industria es ser víctima de tus propios éxitos. Si tienes un producto que vende muchísimo, cuando se agote la patente es evidente que tus ingresos van a disminuir con fuerza. Lo que me hace ser optimista es el trabajo que hacemos día a día en las oficinas y en los laboratorios de la empresa. En farmacia, la medida del éxito la da la calidad de la ciencia y de la investigación que se lleva a cabo en sus laboratorios, porque son los que darán los medicamentos que estarán a la venta en 10 o 15 años. Intento no mirar al retrovisor, sino al futuro, y cuando veo lo que estamos produciendo me hace sentirme muy optimista.
P. ¿Cuánto contribuye España a ese desarrollo?
R. Muchísimo. España es el tercer país que más contribuye a nuestra cadena de desarrollo, después de Estados Unidos y Japón, y eso es gracias a la alta calidad de sus infraestructuras sanitarias, médicos y hospitales. Gran parte de la investigación del pembrolizumab, uno de nuestros medicamentos con mayor potencial, se ha hecho en centros españoles.
P. ¿Cuáles son sus perspectivas para 2017?
R. Tenemos un cajón de sastre. La economía mundial crece muy rápido, China sigue creciendo con mucha fuerza pero algo más despacio que en el pasado, EE UU crece más despacio de lo que querríamos. En general, lo que veo es un refuerzo del crecimiento, pero me preocupa el auge del proteccionismo que está ocurriendo en el planeta.
P. Respecto a eso, usted fue miembro del consejo de exportaciones durante la presidencia de Barack Obama. ¿Cómo ve estos cambios de actitud y qué efectos tendrán sobre las empresas de EE UU?
R. El movimiento es porque el comercio es un factor positivo para la economía y la sociedad, pero hay, como en todas partes, que hay ganadores y perdedores y se sienten perjudicados. Hay mucha gente de éxito en la política hoy en día atrayendo a los que se sienten dejados atrás. Creo que la solución no es ponerle barreras al comercio, sino tratar con aquellos que, en particular, a corto plazo han perdido sus empleos y que necesitan nuevas habilidades. A la larga, no puedes enfrentarte a la lógica económica, porque va a ganar siempre.
P. ¿Cuál es la posición de la industria farmacéutica en el actual conflicto por la reforma sanitaria en EE UU?
R. Yo no puedo hablar en nombre de la industria, porque está lejos de ser monolítica. Hablando en nombre de Merck: nuestra filosofía, sea quien sea el ocupante de la Casa Blanca y en todo el mundo, es garantizar un acceso sustantivo de los pacientes a los medicamentos con políticas que impulsen la innovación y la ciencia y nos permitan obtener el capital que necesitamos para seguir desarrollando nuevos productos.
P. La salida de Reino Unido de la Unión Europea, sobre todo, afecta a la industria farmacéutica por la presencia en Londres de la Agencia Europea del Medicamento. ¿Qué efectos tendrá el Brexit en su empresa?
R. Creo que es muy pronto para decirlo. No creo que nadie tenga claro qué va a pasar. No sé qué futuro tendrá la Agencia Europea del Medicamento, aunque sé que en España hay esfuerzos por parte del Gobierno por llevarla a Barcelona, que es una ciudad fantástica en lo que a infraestructura médica se refiere.
P. La concentración de las farmacéuticas como Merck en productos muy desarrollados pero de alto valor añadido, desvinculándose de otros productos como los medicamentos sin receta, ¿no aumenta el riesgo de la dependencia de unas determinadas patentes?
R. Bueno, nosotros tenemos más de 200 productos. En nuestra empresa, el criterio de nuestra investigación no es cuáles son los medicamentos más rentables, sino dónde podemos hacer una contribución, dónde podemos ayudar a la gente a combatir el sufrimiento. Hemos gastado una inmensa cantidad de dinero en desarrollar una vacuna para el ébola. ¿Quién va a ser el que reciba esa vacuna? El alzhéimer costará un billón de dólares a Estados Unidos. ¿No mejorarán las cosas si nosotros encontramos una solución? Habrá quien diga: pero la empresa también hace un montón de dinero con eso. Pero hay que tener claro cuáles son los principios que nos mueven como empresa.
P. ¿La empresa tiene intención de seguir creciendo a través de adquisiciones, como han hecho algunos de sus rivales?
R. Nuestro objetivo no es ser más grandes, es crecer haciendo contribuciones a la mejora de la calidad de vida de nuestros clientes donde quiera que vivan.
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