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La complicada economía de un mundo que envejece

Premios Nobel y expertos debaten en el Nobel Prize Dialogue sobre la mayor esperanza de vida y sus consecuencias

Antonio Maqueda
Mario Vargas Llosa en el encuentro en la Fundación Ramón Areces en Madrid.
Mario Vargas Llosa en el encuentro en la Fundación Ramón Areces en Madrid.JULIÁN ROJAS

La buena noticia es que hoy las personas viven más años. Pero, ¿cómo se financia eso y qué esfuerzo implicará ello para los jóvenes? Y no menos importante: estas decisiones se tomarán en un contexto en el que los mayores son muchos y votan. En torno a estos asuntos debatió este miércoles en Madrid un grupo de premios Nobel y expertos en el Nobel Prize Dialogue celebrado en la Fundación Ramón Areces. La respuesta corta: hay que brindar más facilidades para que los mayores puedan trabajar más años, compatibilizando incluso parte de la pensión con el trabajo. También hay que formarse durante toda la vida, ahorrar más y mejor e, incluso, cabe la posibilidad de establecer un impuesto a los robots conforme se extiende su uso.

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Según relató este miércoles el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, Sócrates pasó un rato estudiando persa horas antes de ser ejecutado con cicuta. Intrigados, los verdugos le preguntaron por qué lo hacía. A lo que el filósofo respondió: "Es que quiero aprender a hablar persa". Se trata de aprovechar hasta el último minuto todas las posibilidades que tiene la vida, apuntó Vargas Llosa en la jornada El Futuro del Envejecimiento.

No obstante, trayendo la materia de las musas al teatro, si la gente vive más, eso se convierte en un problema para cualquier tipo de sistema de pensiones. "No importa cómo esté diseñado", destacó Nicholas Barr, profesor de la London School of Economics. Así que en su opinión solo hay cuatro opciones que se pueden combinar para financiarlo: o bien más cotizaciones "pero que por sí solas no bastarían". O bien pensiones más bajas. O bien la misma prestación pero que se empieza a cobrar más tarde. O bien elevar el PIB para poder pagar más. Enfrentado con estas opciones, Barr se centró en la necesidad de alargar la edad de jubilación, ajustarla a la esperanza de vida y redefinir la forma en que viven los mayores. "Necesitas hacerlo con tiempo, visión de largo plazo y no aplicar las medidas de un día para otro", concluyó. Moraleja: no se deben postergar las decisiones para hacer sostenibles las pensiones.

José Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Complutense, relató cómo el canciller Bismarck fijó la edad de jubilación en los 65 años. Y todos los países decretaron esa misma edad conforme instauraron los sistemas de Seguridad Social. Sin embargo, desde entonces la demografía ha evolucionado mientras que el diseño institucional ha seguido igual. Es más: con las conversiones industriales y las crisis incluso se rebajó aún más la edad de retiro, explicó Conde-Ruiz. De ahí que sea necesario "adaptar la Seguridad Social a la demografía", dijo.

Ante la perspectiva de una fuerza laboral envejecida, Josep Pijoan-Mas, profesor del Cemfi, señaló que no se tiene ninguna experiencia de qué puede pasar cuando abunden los trabajadores de 70 años. Barr admitió que la productividad puede resentirse, pero que todavía sería positiva si se dan jornadas de menos horas y cobrando algo menos. También se podría compatibilizar una parte de la pensión con el trabajo. Barr subrayó que con 70 años a su madre se le veía mucho más vieja de lo que se encontrará él.

"Los políticos deben dejar de pensar que pueden ganar votos limitando el trabajo más allá de los 65 años", declaró el premio Nobel de Economía, Edmund Phelps, a punto de cumplir 86 años. Y añadió que es absurdo pensar que los viejos puedan bloquear el acceso al trabajo de los jóvenes porque se les contratará según lo que puedan aportar. Y aportan cosas muy distintas. "Forzar a la gente a que se jubile es economía basura", sentenció.

El poeta Luis Alberto de Cuenca recordó que no siempre se había tenido un concepto peyorativo de la vejez. Así, puso el ejemplo de que en la Roma clásica la última instancia del poder era el Senado, compuesto por los senes o ancianos.

Coincidieron los expertos en la necesidad de fomentar que se ahorre más y mejor. Sin embargo, según argumentó Barr, la mayoría no reúne los conocimientos para invertir. "Incluso los que sí tienen conocimientos y saben que tienen que ahorrar no lo hacen. Así me ocurre a mí", bromeó. Por eso, propuso sistemas simples en los que se entra automáticamente, que son gestionados centralmente para ahorrar gastos de administración y en los que el sector privado puede participar compitiendo.

Los expertos también discutieron sobre si la proliferación de los robots podría ayudar a disparar la producción y, en consecuencia, pagar las pensiones. Phelps incidió en que la productividad apenas estaba mejorando, ni siquiera en países tan innovadores como Estados Unidos. Y que por lo tanto no parece que vayan a contribuir mucho. En cambio, Conde-Ruiz sugirió que se puede invertir más en robots y que incluso se podrían gravar para financiar el sistema. Si bien el tributo debería aplicarse de forma global para que el capital no se marche. "Hay que tener cuidado con poner un impuesto a los robots porque puede perjudicar la innovación", precisó Phelps.

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Sobre la firma

Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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