Los países de la UE afrontan divididos la reforma de sus reglas fiscales
La reunión del Ecofin en Helsinki constata que el descontento con las normas actuales es generalizado, pero algunos miembros quieren flexibilizarlas y otros piden mano dura
Más de 100 páginas de complejas fórmulas y disposiciones son necesarias para descifrar las sacrosantas reglas fiscales europeas. Los países de la UE han apoyado a la Comisión Europea para que deshaga ese galimatías en la reunión de ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) que se ha celebrado este sábado en Helsinki. Bruselas, no obstante, afrontará la reforma con cautela para no reabrir la brecha entre norte y sur. La actual legislación genera “amplia insatisfacción”, pero por motivos dispares. Algunos países, con Italia al frente, abogan por más flexibilidad, mientras otros piden mano dura. Fuentes diplomáticas coinciden en que el acuerdo será muy complicado y, si lo hay, limitado.
Dos décadas de moneda única y, sobre todo, el peor descalabro económico sufrido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial han hecho evolucionar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. A lo largo de la crisis, Bruselas introdujo nuevos paquetes de medidas para controlar las finanzas de sus socios. Es decir, añadió más páginas a esa voluminosa guía que en el peor momento supuso obligar a muchos países a aplicarse una sobredosis de austeridad.
“En los últimos años se han ido acumulando reglas. Y eso ha hecho que al final tengamos un marco legal muy complejo que puede que no esté respondiendo bien a las realidades actuales”, ha expuesto la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño. A esa misma conclusión llegaban dos informes que los ministros tenían encima de la mesa: uno de la presidencia finlandesa y otro del Consejo Fiscal Europeo, encargado por Jean-Claude Juncker.
La Comisión Europea debe revisar a finales de año esas medidas introducidas en los últimos años y, si lo ve necesario, proponer cambios legislativos. Y quiere hacerlo con “cautela”. “Tendremos que evaluar si podemos alcanzar un acuerdo realista sobre unas reglas más simples sin abrir la legislación”, ha advertido el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis.
Reforma con “cautela”
Fuentes diplomáticas aseguran que Bruselas está dispuesta a encarar una reforma de las reglas. Así lo sugiere, además, el nombramiento del socialdemócrata italiano Paolo Gentiloni como comisario de Economía. Sin embargo, sopesa cómo dar ese paso sin abrir una guerra entre los socios. Dombrovskis ha admitido este sábado que varios ministros le advirtieron de que debe evitar una revisión de arriba abajo de la legislación actual “sin saber cómo cerrarlo”, es decir, adentrándose en un “largo debate” que profundice en las divisiones actuales y termine “sin resultados”.
La reforma de las reglas comunitarias es una prioridad absoluta para el nuevo Gobierno de Giuseppe Conte en Italia. Asfixiado por la deuda y asomándose a la recesión, Conte busca una reforma que dé más espacio a la inversión pública. En el otro extremo están países como Holanda. En un documento remitido a la Cámara Baja, su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, se mostró partidario de mejoras en el ámbito del cumplimiento y la aplicación de las reglas, pero no de cambiarlas.
Tras la exposición de su informe ante los Veintiocho, el presidente del Consejo Fiscal Europeo, Niels Thygesen ha constatado que “hay un reconocimiento de que se debe hacer algo”. Pero el consenso acaba ahí. Thygesen ha trasladado sus recomendaciones de fijar un techo de deuda más sencillo a medio plazo y otro de gasto, a corto, que no penalice las inversiones. “Es una opción a explorar”, ha sostenido Dombrovskis. Pero Thygesen prevé un debate arduo. “No están demasiado de acuerdo, francamente...”, ha lamentado.
Algunos países, de hecho, prefieren ni abrir ese debate. El ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, ha expresado sus reservas sobre adentrarse en ese terreno al considerar que puede llevar mucho tiempo llegar a una conclusión. “No creo que debamos generar demasiadas expectativas”, ha coincidido Nadia Calviño.
España quiere un cambio para simplificar las normas, sobre todo los llamados “indicadores no observables” empleados para controlar las finanzas —como el déficit estructural o output gap— y que no se ven directamente sino que se infieren de modelos matemáticos, dando lugar a distintas apreciaciones. Varios ministros han trasladado la misma queja a la Comisión, que debe seguir con el trabajo. Queda por ver hasta dónde puede llegar.
Una fórmula para no castigar la inversión y el crecimiento
Los países del euro parecían haber aparcado sine die la reforma de las normas fiscales que retomará el Ejecutivo presidido por Ursula von der Leyen. Y ello pese a la presión que Francia y Alemania habían recibido de sus consejos asesores en materia económica. Hace apenas un año, los consejeros de Emmanuel Macron y Angela Merkel publicaban sendos informes en los que prácticamente coincidían en una revisión a fondo que fije una nueva regla para la deuda, a medio plazo, que se alcanzaría con un techo para el gasto, a corto. Tras el debate de este sábado, Bruselas apunta a una reforma más bien tímida tras una evaluación, el próximo diciembre, de las reformas de 2011 y 2013.
En todo caso, serán los Diecinueve los que decidan hasta dónde quieren llegar. "El marco regulatorio actual es muy complejo, procíclico y descansa en variables que son muy difíciles de estimar", explica Grégory Claeys, investigador del think tank Bruegel. El informe del Consejo Fiscal Europeo advierte de que las normas comunitarias han castigado la inversión en varios países, entre ellos España. Los fondos para innovación o infraestructuras se recortaron drásticamente, lo que redujo el déficit a corto plazo pero castigó el crecimiento económico a largo. Por ello, el Consejo propone sacar del cálculo del déficit las inversiones cofinanciadas por la UE. Italia apunta en ese sentido y pide que el gasto para fomentar la economía verde tampoco compute.
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