“Los que vivían de la calle se están empobreciendo más”
Colectivos de barrios marginales o que se dedican al top manta piden subvenciones
Otros sectores de la economía informal, algunos al margen de la ley, también han sufrido las consecuencias del confinamiento. El top manta es uno de ellos. Aziz Fate es portavoz de Top Manta, la agrupación de manteros de Barcelona. La reclusión forzada ha dejado a muchos de sus compañeros al borde del desahucio. “En un mes, si la cosa va bien podemos ganar 400 euros. Muchos no están pagando el alquiler y ya notan la presión de los arrendadores. Si no podemos salir a la calle se nos debería ayudar para poder quedarnos en una casa”, explica.
Como la mayoría de ellos están en situación irregular no pueden optar a las ayudas públicas. “En esta situación excepcional no podemos quedarnos excluidos, en estos casos el lado humano debería primar sobre las leyes”, demanda. En Madrid, el sindicato de manteros ha abierto una cuenta para recibir ayuda. En Barcelona han lanzado una campaña para organizar un banco de alimentos, que distribuyen entre los compañeros más necesitados y a la vez están cosiendo mascarillas y batas para los sanitarios. “Queremos participar y ayudar”, señala Fate.
Las economías domésticas cuyos miembros trabajan de manera informal suelen vivir al día. “El no poder aflorar el dinero que consiguen en esas actividades las orienta hacia el consumo inmediato, no a los productos financieros o de ahorro”, indica José Ignacio Castillo, catedrático de la Universidad de Sevilla. “Es de esperar que esta situación sea más frecuente en barrios que viven de la marginalidad”, añade. 12 de los 15 barrios más pobres de España se encuentran en Andalucía —seis en Sevilla; cuatro en Córdoba y dos en Málaga—.
La Asociación Andaluza de Barrios Ignorados llama la atención sobre la radicalización de la situación de marginalidad de estos núcleos. Lola Contreras, su presidenta, ha reclamado a las Administraciones mayor celeridad a la hora de poner en marcha las medidas como la renta básica u otro tipo de ayuda. “No nos están llegando recursos, los servicios sociales están cerrados al público, solo se puede reclamar por teléfono y las líneas están colapsadas, los Ayuntamientos están tardando mucho en dar respuesta a las atenciones”. A esas zonas más deprimidas la ayuda está llegando a través de agrupaciones de vecinos o Cáritas. “Los que obtenían sus ingresos de la calle se están empobreciendo muy rápidamente aún más”, advierte.
“La paz social en zonas con alta economía sumergida pasa por instrumentos que garanticen el consumo básico de las familias, hará falta una labor coordinada de todas las Administraciones y ONG”, advierte Castillo.
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