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Petrobras ya no da trabajo a la familia Reis

La crisis frustra los planes de Vinícius, que ya no seguirá la estela de su hermano mayor, su padre y su abuelo como empleados de la petrolera estatal de Brasil. Cerca de 26.000 trabajadores directos e indirectos perdieron su empleo entre 2014 y 2020

Wilson y Vinícius Reis
Wilson Reis (d), empleado jubilado de Petrobras, y su hijo Vinícius, en su casa de Barra de São João, en Casimiro de Abreu.Fernando Souza

La familia del petrolero jubilado Wilson Reis es un retrato de la decadencia económica de la región norte de Río de Janeiro, causada por la reducción de las actividades de Petrobras en la Cuenca de Campos. Con la política de venta de yacimientos petrolíferos iniciada por el Gobierno de Michel Temer (2016-2018) e intensificada en la actual Administración de Jair Bolsonaro, la región, otrora próspera y punto de migración laboral desde los años setenta, sufre sucesivos recortes de empleados en la petrolera estatal y sus empresas tercerizadas. Unos 26.000 trabajadores directos e indirectos perdieron su empleo entre 2014 y el primer semestre de 2020.

Wilson, de 58 años, se ha jubilado en Petrobras hace dos años y forma parte de una familia con tres generaciones vinculadas a compañía. Su padre, Antônio, trabajó durante 25 años en la empresa. Uno de los hijos de Wilson, Fernando, de 36 años, ya suma 14 años como empleado. Pero algo ha cambiado. Su hijo menor, Vinícius, de 26 años, ya no pudo aprovechar los tiempos de bonanza en la región y está desempleado, aunque quería seguir los pasos de su familia y trabajar en la cadena de producción de Petrobras.

Wilson llegó en 1990 a Macaé, municipio ubicado a 180 kilómetros de Río de Janeiro, donde se encuentra la sede de Petrobras en la Cuenca de Campos. Vino desde Belén (en el norte) para emplearse como operador de producción. Trabajaba en una plataforma en el mar durante 15 días y los otros 15 días se quedaba en casa. También trabajó en el campo de Urucu, el primero en producir petróleo en Amazonas. El padre de Wilson, Antônio Rosa Reis, fue pintor de la empresa durante 25 años, hasta la década del ochenta. Tan solo con una educación primaria, Antônio mantenía con su salario de Petrobras a seis hijos en Belén “de forma tranquila”, dice Wilson. “Existían limitaciones, era un obrero, pero con un sueldo superior al que otras empresas pagaban por su mismo cargo en Belén”, dice el petrolero.

Al trasladarse a Macaé, Wilson pronto se dio cuenta de la prosperidad de la ciudad y el contraste con la pobreza del Amazonas. “Había mejores hoteles, la ciudad tenía muchos trabajadores, muchos venían de empresas subcontratadas”, añade. Ahora, la situación es diferente: “Luchamos para que un hijo, un pariente de mi mujer o mi suegra tengan un trabajo. La economía se está reduciendo en esta región. Dos de mis hijos están en el paro. Están cualificados, pero no tienen trabajo”, explica.

De los cuatro hijos de Wilson, Fernando es técnico en Petrobras y Yasmin, de 31 años, trabaja como abogada. Los dos más jóvenes están en el paro. Liz, de 29 años, está terminando su carrera de arquitectura. El más joven, Vinícius, es técnico medioambiental y no ha encontrado trabajo desde que terminó el curso en 2014 en el Instituto Federal de Río de Janeiro (IFRJ).

Vinícius pretendía conseguir un puesto en una empresa que realiza informes medioambientales para Petrobras. Antes de la crisis, las prestadoras de Petrobras acudían a los institutos federales para buscar aprendices. Su hermano Fernando, diez años mayor que él, entró así en la empresa. Los institutos federales se expandieron mucho en el interior de Brasil durante los Gobiernos del expresidente Lula da Silva (2003-2010) y de Dilma Rousseff (2011-2016). En el norte del Estado de Rio, el Instituto Federal Fluminense tiene 15 unidades de cursos técnicos y superiores. El objetivo de la red de institutos federales de la región era formar profesionales para el sector petrolero.

“Cuando me gradué de técnico en medio ambiente, en 2014, ya faltaban vacantes en el mercado laboral. Petrobras estaba reduciendo la producción desde que implantó el régimen de reparto y no conseguí trabajar en una empresa del ámbito medioambiental. O tengo que trabajar en un ayuntamiento o debo ir a Río de Janeiro, donde están las sedes de las empresas”, aclara. El sistema de reparto se estableció en 2010 para los campos del presal en el país y prevé la participación del sector privado en la exploración y producción en asociación con Petrobras. La empresa estatal es el operador de las zonas y tiene una participación menor, del 30% en el negocio.

La cuenca de Campos era la más importante del país hasta que comenzó la producción comercial de la capa presal en 2010. En la actualidad, las zonas de producción de la cuenca de Campos han sido cerradas, vendidas o están en venta a empresas privadas extranjeras. Durante los años de los gobiernos del Partido de los Trabajadores, la empresa se endeudó para invertir en toda la cadena de producción, incluido el refinado. Pero la estrategia convirtió a Petrobras en la más endeudada del mundo entre las petroleras. La Operación Lava Jato, en 2014, que reveló las tramas de corrupción del grupo, también socavó su credibilidad.

Fue bajo el Gobierno del expresidente Michel Temer que Petrobras cambió su estrategia: vendió miles de millones en activos y dio prioridad a sus inversiones en el presal, cuyos campos se encuentran en su mayoría en la Cuenca de Santos (al sureste del estado de São Paulo). El presal, además de contener grandes reservas por explorar, tiene una mayor rentabilidad en comparación con otras zonas.

Vinícius Reis estudia en busca de alternativas al desempleo
Vinícius Reis estudia en busca de alternativas al desempleoFernando Souza

Sin embargo, las áreas situadas en el presal de la cuenca de Campos están a la venta por parte de Petrobras, como el campo de Albacora. “Fueron más de 20 plataformas desactivadas o vendidas. Hay una reducción absurda de la producción debido a la falta de inversiones y al número de personas que trabajan en la región”, afirma Tezeu Bezerra, coordinador general del sindicato de petroleros del Norte Fluminense (Sindipetro-NF).

La privatización de los pozos petroleros de Petrobras no es exclusiva de la Cuenca de Campos. La empresa ha vendido o está vendiendo áreas de exploración y producción de petróleo y gas en todo el país, además del negocio de refinado, gasoductos y distribución de derivados, como gasolina y gasóleo. Petrobras ha dejado de ser una empresa horizontal para convertirse en una empresa vertical, perdiendo competitividad y rentabilidad.

Las ciudades de Campos y Macaé, las mayores del norte de Rio de Janeiro, experimentaron un rápido crecimiento durante unas décadas con el petróleo de su cuenca. Pero desde 2015 han tenido grandes dificultades por la drástica reducción de los ingresos por cánones y participaciones especiales al caer la producción de crudo. La cuenca representó en su día cerca del 80% de toda la producción de petróleo del país. Hoy en día, produce el 40%. En 2011, la producción alcanzó los 1,9 millones de barriles diarios. En 2019, se redujo a 1,1 millones de barriles diarios.

“Es un escenario de tristeza. Macaé y Campos son ciudades muertas. Rio das Ostras, ciudad dormitorio de estos trabajadores, está sufriendo esta crisis y es también una ciudad muerta”, explica Wilson, que vive con su mujer Márcia y sus hijos en Barra de São João, un barrio del municipio de Casimiro de Abreu, a unos 50 kilómetros de Macaé.

Edificios, aeropuertos y almacenes fantasmas

Los despidos masivos en la región se iniciaron en 2016. Los edificios, pisos y almacenes de Petrobras fueron cerrados en Macaé y Campos dos Goytacazes. En Macaé se cerraron tres edificios enteros y cuatro almacenes de Petrobras. En otros tres edificios, los pisos de la empresa fueron desactivados. En Campos, dos puestos de avanzada y el aeropuerto privado de la estatal ya no existen.

Wilson cuenta que hace poco estuvo en Macaé y vio uno de estos edificios vacío. “Se cerró todo un edificio que alquilaba Petrobras y los puestos de trabajo desaparecieron. Es un edificio de diez pisos sin alma. Sólo los contratistas fueron reubicados, los trabajadores subcontratados fueron despedidos. Es mucha gente desempleada, hubo días en los que se reunió a 2.000 trabajadores en el patio y se les informó que a partir de ese día estaban despedidos”, dice el trabajador petrolero jubilado.

Entre empleos formales e informales, se han recortado 55.942 puestos de trabajo en Macaé y Campos entre 2014 y 2018, según ha informado el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). La pérdida de plazas corresponde al 20,7% del personal empleado en los dos municipios. El contingente de trabajadores ha pasado de 270.377 a 214.435. Campos tiene una población estimada de 511.000 habitantes. Macaé tiene 261.000. El desempleo se ha extendido a otros sectores de la economía. En el comercio y los servicios, de 2015 a 2019, Campos y Macaé han perdido 21.143 empleos formales, según el Catastro General de Empleados y Desempleados (Caged).

Un estudio del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Dieese) basado en el informe anual y en el plan de negocios del año 2019 de Petrobras muestra que la inversión en la Cuenca de Campos cayó un 64% entre 2013 y 2019 y pasó de 9.000 millones de dólares a 3.200 millones. “Están vendiendo todo en la Cuenca de Campos, aprovechándose de la pandemia, incluso en algunas zonas con petróleo del presal”, afirma Bezerra, de Sindipetro-NF. Para el dirigente sindical, los indicios apuntan a que la empresa estatal abandonará la cuenca de Campos.

En mensaje por correo, el gerente ejecutivo de Petrobras en aguas profundas, Carlos José Travassos, niega que la empresa estatal vaya a abandonar la cuenca. “La venta de activos no significa un movimiento de salida de Petrobras de la Cuenca de Campos. La cuenca de Campos recibirá inversiones por valor de 13.000 millones de dólares en los próximos cinco años, con un enfoque en proyectos estratégicos para mantener la sostenibilidad de nuestra producción de petróleo y gas”, aclara. Afirma que la cuenca sigue teniendo “un papel relevante en la estrategia de negocio”, con planes de inversión y revitalización y que la empresa “desinvierte en determinados activos para invertir en aquellos que le aportarán más rentabilidad”.

“La venta de activos representa para Petrobras la posibilidad de financiar áreas de mayor rendimiento y, al mismo tiempo, proporciona una oportunidad para que otras empresas inviertan en el potencial y, así, extraigan más valor de los activos vendidos. De esta manera, preparamos el camino para un nuevo ciclo de inversiones en Brasil, más competitivo y desafiante para las empresas del sector”, asegura el ejecutivo.

Sin trabajo en el área medioambiental, Vinícius comenzó un curso universitario de Geografía y se graduará este año. Su deseo es dar clases en la enseñanza pública, pero la perspectiva no es buena, porque en el sector privado no hay demanda. “Es frustrante. La gente se va de la región, las matrículas en el sector privado están disminuyendo, no necesitan profesores”, explica. Vinícius tiene ahora la intención de hacer un máster y un doctorado. “Tenemos la esperanza de un cambio, no podemos rendirnos”, dice, “porque la esperanza es lo último que muere”.

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