Bruselas prorrogará de forma inminente la suspensión de las reglas de déficit y deuda un año más
La UE gana tiempo ante el lento avance de la revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y da aire a los países más endeudados ante el empeoramiento de la situación económica por la guerra y la inflación
La Comisión Europea apuesta por mantener un año más en suspenso las normas fiscales. Con una recuperación amenazada por la invasión de Ucrania por Rusia, la alta inflación y los latigazos constantes del coronavirus, más las necesidades de inversión de la transición ecológica y la revolución digital, ...
La Comisión Europea apuesta por mantener un año más en suspenso las normas fiscales. Con una recuperación amenazada por la invasión de Ucrania por Rusia, la alta inflación y los latigazos constantes del coronavirus, más las necesidades de inversión de la transición ecológica y la revolución digital, Bruselas ha concluido que no es el momento de ponerle corsés al gasto público y se prepara para anunciar en breve la prórroga de la cláusula de escape en 2023. La decisión se resume con facilidad en dos números: los Estados miembros podrán tener un déficit público mayor del 3% del PIB y todavía no se activará la senda de consolidación fiscal para reducir la deuda pública al 60% en aquellos países que la superen (la gran mayoría de los Estados miembro).
El Colegio de Comisarios vivió el miércoles un día intenso con una jornada cargada de debates. Además del gran plan energético para desengancharse de los combustibles rusos o los planes de ayuda financiera y reconstrucción para Ucrania, también se abordaron los paquetes de recomendaciones de cada país para el semestre europeo. En ese punto se abordó también la prórroga por otro año de la llamada cláusula de escape, nombre oficial del mecanismo que permite la suspensión de las normas fiscales que contiene el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Ahí se tomó la decisión, aunque formalmente no se adoptará hasta el próximo lunes, según ha adelantado el Financial Times y ha podido confirmar EL PAÍS con fuentes de la Comisión. La medida debe ser ratificada por el Ecofin, la reunión de todos los ministros de finanzas de la Unión Europea.
Los planes iniciales de la Comisión pasaban por salir de la situación fiscal extraordinaria aprobada en marzo de 2020, en los primeros compases de la crisis provocada por la pandemia, en 2023. La justificación que daba el Ejecutivo comunitario es que para ese momento casi todos los países del club habrían vuelto a los niveles de actividad previos a la llegada del coronavirus. No sería el caso de España, que es el país más rezagado en la recuperación del PIB. Sin embargo, la invasión de Ucrania por Rusia ha restado vigor a la economía y ha añadido mucha incertidumbre a un escenario que ya por sí mismo la tenía antes de que comenzara la guerra el 24 de febrero.
Mantener la cláusula de escape activa otro año no es solo una respuesta a una compleja situación económica. También sirve para ganar tiempo ante la lentitud con la que se desarrolla el debate para revisar las normas presupuestarias. La Comisión Europea retomó esta propuesta en noviembre del año pasado con un par de premisas claras: había que hacer más sencillas las reglas y tenían que ser realistas para que fueran creíbles. Esto último se basa en que pocos creen que países como Grecia, Italia, Portugal, España, Bélgica o Francia puedan iniciar un proceso de ajuste de su deuda pública para llegar al 60% del PIB en 20 años sin provocar una recesión grande.
Hasta ahora, los países de la zona euro apenas han abordado las discusiones sobre esto. La aportación más significativa en el seno del Eurogrupo ha sido la de España y Holanda, que presentaron un documento conjunto que ha sido muy bien recibido por la Comisión por la distancia habitual que suele haber entre ambos países cuando se abordan las cuestiones fiscales. Fuera de los cauces oficiales, han sido múltiples las propuestas lanzadas, lo han hecho incluso Francia e Italia de forma conjunta, y la opción que se va abriendo camino es la de que adaptar las sendas de consolidación fiscal de cada país según la situación que tenga cada uno. La opción que parece perder peso sería la que lanzaron un grupo de economistas del MEDE de elevar el tope de deuda del 60% al 100%, algo que realmente no cambiaría mucho la situación de los países con deudas más abultadas (Grecia e Italia).
La decisión de mantener durante otro año abierto el grifo del gasto público no despierta entusiasmo en toda la capital comunitaria. También hay quien subraya que, pese a los obstáculos que se está encontrando la recuperación, seguir apostando por esta vía no ayuda al Banco Central Europeo a mantener bajo control la inflación. Varias voces de la máxima autoridad monetaria ya han señalado que deben apostar por una subida de los tipos en julio para lanzar un mensaje de que en Fráncfort preocupan los precios.
Cuando el BCE abra ese camino y deje de comprar deuda en junio, lo más probable es que las primas de riesgo floten en los mercados de capitales con mayor libertad que ahora. Y esto tendrá la consecuencia de encarecer las emisiones de deuda. De esta forma, puede que sean los inversores quienes acaben exigiendo ajustes y mayor disciplina fiscal antes de que lo haga Bruselas.