Sergio Díaz-Granados: “La relación entre la UE y América Latina está por debajo de su desempeño potencial”

De una conversación entre Nadia Calviño y Sergio Díaz-Granados surgió la idea de celebrar en septiembre del año próximo en Santiago de Compostela una cumbre euro-latinoamericana de ministros de Economía y Finanzas por primera vez. El presidente ejecutivo de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina está convencido de que existe margen para estrechar lazos entre ambos bloques. “La relación está por debajo de su desempeño potencial”, defiende durante una entrevista en la planta 24 de la Torre Picasso de Madrid, donde se ubica la sede española de la entidad.

Por eso, ve en el encuentro de 2023 una oportunidad de que los 27 ministros de la UE y los 33 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) lleguen a nuevos acuerdos sobre transición verde, digitalización, economía sostenible, desarrollo humano, lucha contra el crimen organizado, entre otros asuntos.

El exministro colombiano, nacido en Santa Marta hace 54 años, recuerda el enorme peso conjunto de esos representantes públicos. “La suma de los ministros de ambos bloques es casi un tercio del Fondo Monetario Internacional, un tercio del Banco Mundial”, calcula. Y estima que existen intereses comunes. “Europa es uno de los bloques que más coopera al desarrollo a nivel mundial. Y América Latina es una región-solución. Tenemos el stock más grande de litio [fundamental para producir baterías] para electromovilidad. Más reservas en bosques y agua... Ahí vemos la oportunidad de confluir”.

La planificación de ese cara a cara entre ministros durante la presidencia española de la UE —en el segundo semestre de 2023— llega en un momento de cambio de paradigma en lo comercial. Europa busca diversificar sus cadenas de suministro tras sufrir problemas de abastecimiento por la estricta política de covid cero en China. Bruselas quiere reducir su desmesurada dependencia de Asia, sobre la que penden además tensiones geopolíticas con Taiwán como epicentro. Y Díaz-Granados cree que un viraje sensato sería aumentar la exposición comunitaria a América Latina y el Caribe. “En la reconfiguración del comercio global hay una gran oportunidad”, apunta.

El entorno global ha dado en los últimos tiempos sorpresas negativas a las que América Latina no ha sido inmune. El dirigente advierte de que la región ha sufrido tres grandes shocks: el del efecto de la covid la dejó “más endeudada, más empobrecida y más informal”. La invasión rusa de Ucrania “ha desarticulado gran parte de las cadenas de fertilizantes y alimentos a nivel global”, y cita como ejemplo el daño a las exportaciones de bananas de Ecuador hacia el mercado ruso. Y por último, la subida de tipos de interés para combatir la inflación enfría el avance del PIB. “Hay una revisión a la baja de las expectativas de crecimiento, pasaremos del 3% o 3,5% de este año al 1,7% el año entrante”, explica.

De una u otra forma, la mayoría del planeta ha confrontado esos tres golpes prácticamente seguidos. Y Díaz-Granados es optimista con la salida latinoamericana de la crisis. “Esta es una región que tiene esperanza. Tiene gente joven, y hay países que esperan crear más empleo con ellos. Tiene un bono de género. Tenemos la mejor generación de mujeres empoderadas y educadas en la historia de América Latina. Los recursos naturales, a pesar de que son finitos y frágiles, siguen siendo uno de los grandes activos de América Latina. Es una región que retiene carbono y genera oxígeno. Tenemos una región de ciudades. Hay más de 70 ciudades de más de un millón de habitantes. Y la idea es trabajar con ellas para mejorar la calidad de vida”.

Dos grandes riesgos amenazan ese progreso a su entender: el crimen organizado —”es un tema que desestabiliza mucho la región, la obliga a gastar recursos”—. Y la necesidad de mejorar el sistema educativo —”durante la pandemia fuimos la región que más semanas escolares tuvo a los niños y jóvenes en encierro, y eso nos puede pasar factura”—.

Giro verde

El jefe del banco de desarrollo está pilotando la conversión de la entidad en un banco verde regional que llevará estas operaciones a representar el 40% del total desde el 26% actual. O lo que es lo mismo, a la financiación de proyectos verdes por valor de 25.000 millones de dólares en los próximos cinco años. Hoy día están ya involucrados en iniciativas como la protección de los bosques tropicales en Colombia en colaboración con el MIT, la creación de un mercado regional de carbono, o la conservación de la biodiversidad en el corredor marino del Pacífico Este Tropical, una región que comparten Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá. En junio, coincidiendo con la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos, anunciaron 1.250 millones de dólares para preservar los océanos de América Latina y el Caribe.

Díaz-Granados percibe en los Gobiernos de la zona un fuerte apetito por emprender inversiones ligadas a la transición ecológica. “Veo a muchos líderes de América Latina perseverantes apostándole a lo verde. Hay un convencimiento de que esta es una forma rentable de crecimiento económico. Lo vemos en el caso de Chile, Colombia o Argentina. Todas han hablado de aumentar la producción de hidrógeno, de aumentar la capacidad de generación de litio y metales para la transición energética, o de inversiones asociadas a renovables no convencionales”.