La economía española creció un 5,5% el año pasado pese a la incertidumbre de la guerra de Ucrania y la inflación
El PIB avanzó un 0,2% durante el cuarto trimestre del año lastrado por el desplome del consumo de los hogares
En el año de la guerra de Ucrania, la crisis energética, la crisis de suministros, la inflación desbocada, las subidas de tipos y la desaceleración global, la economía española ha conseguido crecer un 5,5%, según el avance publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de un crecimiento muy robusto y que ha batido la mayoría de previsiones en un ejercicio 2022 plagado de complicaciones.
Sin embargo, detrás de este dato tan positivo hay un año con dos mitades muy distintas. En el primer semestre, se vivió un fuerte rebote de la actividad impulsado por el fin de las restricciones de la pandemia y la consiguiente recuperación del turismo, la hostelería y el ocio. En cambio, en la segunda parte del año la economía ha sufrido una inflación disparada. En el tercer trimestre, el PIB solo creció un 0,2% frente al fortísimo 2,2% que se había registrado entre abril y junio. El consumo de las familias exhibió con el buen tiempo una gran resistencia pese a la potente escalada de los precios. Creció en el tercer trimestre un vigoroso 1,7% —frente al pobre 0,1% que había adelantado el INE en la anterior estimación y que ahora ha sido corregido—, aumentando las cantidades compradas a costa de una brusca disminución de la tasa de ahorro trimestral hasta cotas cercanas a mínimos históricos. Ya en el cuarto trimestre, sin datos todavía de cómo ha ido el ahorro, el PIB logró avanzar otro 0,2%. Pero esta vez se ha visto lastrado por un hundimiento del consumo de los hogares, que se ha desplomado un 1,8% trimestral. Este batacazo ha sido en parte compensado por un importante avance del consumo público, del 1,9% trimestral en periodo ya electoral, y la caída de las importaciones, del 4,2%.
La inflación rampante, que obliga a dedicar más dinero para poder comprar lo mismo, ha hecho mella. La desaceleración de la actividad y el empleo en la segunda mitad del año ha sido muy acusada. No se ha llegado a la leve y rápida recesión que pronosticaron muchos analistas hace solo unos meses. Probablemente, han ayudado muchos factores, como el brusco abaratamiento de la energía en un contexto de altas reservas, clima benigno y baja demanda asiática; el colchón de ahorro acumulado durante la pandemia; el progresivo alivio de los cuellos de botella en los suministros globales; la resistencia exhibida por el mercado laboral; las ayudas gubernamentales; la adaptación de la industria y el sector exterior a las restricciones energéticas y la menor demanda global, y un comportamiento de la economía europea mejor de lo esperado ante una guerra a sus puertas. En general, los analistas esperan un arranque de este año todavía flojo y que a partir de marzo se comience a dibujar en España un cierto rebote, a medida que poco a poco se alivien las presiones inflacionistas, se recuperen los mercados exteriores y se desplieguen los fondos europeos. Ese sería el aterrizaje suave de la economía en medio de una coyuntura en la que los riesgos siguen acechando y en la que será decisivo el impacto que tenga el endurecimiento de la política monetaria en los próximos meses.
La actividad aún se sitúa un 0,9% por debajo del nivel prepandemia si se compara el cierre del año con respecto a finales de 2019. En euros, el PIB crece mucho más gracias a la inflación, un 10,1% en el año 2022, y alcanza los 1,328 billones de euros. El empleo en horas trabajadas se contrajo entre octubre y diciembre un 0,1% trimestral. Y la inversión cayó un 3,8% ante la elevada incertidumbre y a pesar del impulso que debían imprimirle los fondos europeos en la recta final del año. Por sectores, destacan los retrocesos trimestrales de la construcción, del 0,3%, y del comercio, transporte y hostelería, del 0,6%. Por el contrario, aguantan bien las comunicaciones, las actividades inmobiliarias y profesionales y la administración pública, educación y sanidad. Estas últimas rúbricas han tenido unos incrementos del empleo público muy elevados en un último trimestre del año ya influido por la proximidad de elecciones.
El instituto estadístico ha realizado una importante revisión de los trimestres anteriores. El primer trimestre, que estuvo muy marcado por las bajas de la covid y la huelga de transportes, se queda ahora en un 0,0% en lugar del leve crecimiento del 0,1% anterior. El segundo se mejora del 2% al 2,2%. Y el tercero crece un 0,2% en vez de un 0,1%. Sobre todo, cabe reseñar que el consumo de los hogares ha pasado de estar prácticamente congelado entre julio y septiembre, según los registros del INE, a dispararse. El organismo ya advierte de que por razones de calendario disponía de una menor cantidad de información para este cuarto trimestre y que en una coyuntura tan difícil de calibrar puede haber más adelante nuevas revisiones de una magnitud mayor que la habitual. Los datos de compras con tarjetas y retirada de efectivo de las entidades, como por ejemplo los del BBVA y Caixabank, no arrojaban una disminución tan significativa del consumo como la que está ofreciendo el INE en estos momentos para el final del año.
“En el conjunto del año el crecimiento ha venido de la mano de la recuperación del consumo privado y del turismo, los dos componentes que estaban más rezagados por el golpe de la pandemia”, señala María Jesús Fernández, analista de Funcas. Para Antonio Merino, economista jefe de Repsol, llama la atención la desaceleración del PIB en términos interanuales hasta el 2,7% en el último trimestre. De este crecimiento, según explica, dos puntos obedecen a la demanda externa y solo seis décimas a la demanda interna. Es decir, el sector exterior ha estado aguantando en los últimos meses la actividad. “Puede que haya pasado en este sentido lo peor”, augura Merino. Esta visión se ve reafirmada por el hecho de que la zona euro está resistiendo con más entereza de lo previsto, según indican las últimas encuestas a gestores de compras, el llamado PMI. Aun así, los expertos recuerdan que el crecimiento esperado para este año en España será débil, en torno al 1%.
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