El Gobierno utiliza el acuerdo en pensiones para presionar al PP por su indefinición económica

Los ministros aplaudieron a Escrivá. El pacto con Bruselas abre un marco de confrontación con el PP en un asunto sensible para 10 millones de votantes

De izquierda a derecha, el secretario general de CC OO, Unai Sordo; el ministro José Luis Escrivá, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, el 15 de marzo.ISABEL INFANTES (Europa Press)

El Gobierno ha tenido un arranque de año mucho más duro de lo esperado, desde el punto de vista político, y necesitaba una buena noticia a la que aferrarse. El acuerdo dentro de la coalición, con los sindicatos y sobre todo con Bruselas para la reforma de pensiones, aprobada este jueves en un Consejo de Ministros extraordinario, parece haber dado respuesta a ese hito que buscaba La Moncloa para volver a hablar de gestión y de reformas progresistas en vez hac...

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El Gobierno ha tenido un arranque de año mucho más duro de lo esperado, desde el punto de vista político, y necesitaba una buena noticia a la que aferrarse. El acuerdo dentro de la coalición, con los sindicatos y sobre todo con Bruselas para la reforma de pensiones, aprobada este jueves en un Consejo de Ministros extraordinario, parece haber dado respuesta a ese hito que buscaba La Moncloa para volver a hablar de gestión y de reformas progresistas en vez hacerlo de divisiones internas. La moción de censura de la próxima semana y un posible pacto de vivienda en las próximas podría rematar este cambio, según confían en el Ejecutivo. El Gobierno tiene pendiente además un nuevo paquete de ayudas frente a la inflación que tiene que aprobarse antes de que decaiga el actual, a finales de junio. Ahí podrían llegar más medidas frente a la subida del precio de los alimentos.

Pero de momento, el Gobierno ha concentrado toda su maquinaria en la reforma de pensiones, que ha sido la primera gran buena noticia en bastante tiempo, y como tal fue recibida por el Consejo de Ministros. Todos, incluidas las ministras de Podemos, que han respaldado explícitamente el acuerdo, aplaudieron a José Luis Escrivá y su reforma estrella al final de la reunión, algo muy poco habitual en un encuentro que, según coinciden varios de los presentes, cada vez es más técnico y menos político.

El Ejecutivo le da la máxima relevancia política a la reforma de pensiones por muchas derivadas, en especial la más concreta, porque supone según el Ejecutivo una garantía de sostenibilidad de uno de los grandes pilares del Estado de bienestar para muchos años. España va en línea completamente contraria a la de Francia, que está aprobando un gran ajuste en pensiones que está suponiendo un enorme desgaste para Emmanuel Macron y puede hacer caer al Gobierno. “Francia no ha abordado sistema de pensiones en décadas, y por eso ahora tienen que hacer una aproximación vía recortes. En Francia hay 42 regímenes privilegiados de pensiones, algo que España eliminó hace años”, señaló Escrivá para explicar por qué ambos países van en sentido contrario.

La coalición saca adelante una reforma en positivo, sin recortes, pactada con los sindicatos, y sobre todo avalada por Bruselas tras una larga y complejísima negociación en la que Escrivá ha tenido que fajarse en persona y con su equipo para convencer a los técnicos de la Comisión Europea de que los números cuadran. Aun así, han dejado para dentro de tres años una evaluación para ver si hay que hacer ajustes, y es ahí donde se aferra el PP para criticarla.

Este marco de la reforma de pensiones le sirve al Gobierno para lanzar mensajes positivos hacia uno de los colectivos más sensible políticamente: los casi 10 millones de pensionistas, una población que tiene un altísimo porcentaje de participación electoral, que puede decantar comicios en un sentido u otro y que está viendo en estos primeros meses de 2023 cómo sus pensiones aumentan un 8,5%.

Pero la reforma le sirve también al Gobierno para llevar al PP a un terreno donde La Moncloa cree que se mueve mucho más incómodo Alberto Núñez Feijóo: el de la alternativa económica. El líder del PP rechaza la reforma, dice que es un parche, y apunta una posible votación en contra en el Congreso. Pero no aclara qué haría él en un asunto tan sensible si llegara al Gobierno. Si lo hiciera, tendría que apuntar dónde recortaría gastos si no está de acuerdo con la línea de aumento de ingresos que ha propuesto Escrivá y rechaza la patronal, porque está centrada en buena parte en un moderado aumento de las cotizaciones, que en cualquier caso quedarían muy por debajo de la media europea, según demostró el ministro con gráficos claros tras el Consejo de Ministros.

Feijóo está en esto con la patronal y el PP está mucho más cómodo que hace un año, cuando los empresarios pactaron la reforma laboral con el Ejecutivo y dejaron a los populares en fuera de juego con su voto en contra. Pero el líder de los populares no puede poner encima de la mesa ningún ajuste en un año electoral, así que es probable que se mantenga en la indefinición. El Gobierno aprovecha este marco para recordar el fracaso de la última reforma de pensiones, la de Mariano Rajoy, que suponía un ajuste muy fuerte porque solo aumentaban un 0,25% al año, algo que habría sido demoledor en un momento como este, con una elevada inflación. De hecho, el propio Rajoy, poco antes de ser destituido por una moción de censura, rompió su propia reforma y pactó con el PNV una subida de pensiones del 2% para que los nacionalistas vascos apoyaran los Presupuestos.

Sánchez y Escrivá están preparados para recordar al PP ese ajuste fuerte de Rajoy en 2013 y reivindicar que la reforma que ha hecho el Gobierno progresista va en la línea contraria. Además, la reforma tiene fuerza para ir al combate ideológico con el PP, ya que como explicó Escrivá, tiene un gran componente redistributivo y de equidad, al aumentar la aportación de las rentas más altas. “Estamos asegurando la suficiencia del sistema de pensiones, lo hacemos más equitativo y sostenible”, aseguró. El ministro está convencido, y así lo explicó en la rueda de prensa, de que Feijóo critica ahora la reforma, pero si llegara al Gobierno la mantendría, como hizo Rajoy con la de 2011 de Zapatero. “El PP no votó la reforma de 2011, la criticó, y luego mantuvo todo cuando llegó al Gobierno. Cuando una reforma está bien hecha y tiene apoyos suficientes tiende a perdurar. Esta es una reforma para muchísimos años que aporta muchísima tranquilidad a nuestros pensionistas”, remató Escrivá.

El ministro insiste en que el aumento de cotizaciones sería como una subida de salario del 1,6% en 30 años, algo perfectamente asumible por las empresas. “El coste por hora trabajada está en 23,4 euros en España. En Italia está cerca de 30 y la media del euro está en 33,8. Después de 30 años. La subida total con esta reforma es de 37 céntimos, se quedará en 23,8, muy por debajo de la media. Esta reforma no pone en peligro la competitividad de las empresas españolas ni va a poner en riesgo el buen funcionamiento del mercado de trabajo. Este primer trimestre de 2023 tendremos el mejor dato de empleo de la serie histórica”, remató Escrivá.

Ahora empieza la tramitación parlamentaria, donde el Gobierno espera tener una amplia mayoría y así dejar de nuevo al PP con Vox en la oposición a un modelo que apoya Bruselas y que supone mensajes muy positivos sin que los populares muestren de momento su alternativa porque podría suponer ajustes, precisamente el marco en el que a La Moncloa le gustaría que se moviera la larga campaña electoral que prácticamente ya ha empezado y durará todo este año.

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