La subida de precios de la pandemia fue más veloz que el promedio histórico
Un estudio del Banco de España destaca que el descenso de la inflación subyacente está siendo más lento que en otros episodios
La economía mundial no va a olvidar fácilmente el caos que causó la pandemia. Desde que se diera por finalizada la crisis del Covid 19, una serie de shocks de carácter mundial empezaron a encarecer los precios de los bienes y servicios a un ritmo que gran parte de las economías avanzadas aún no han conseguido aplacar. El más destacado de ellos fue el encarecimiento de la energía retroalimentado por la guerra de Ucrania. Sin embargo, si se compara solo con subidas que tenían un origen en la energía, el incremento es de una magnitud similar. Estas son las conclusiones de un informe del Banco de España publicado este lunes, que acumula datos desde 1971 de 19 economías avanzadas.
El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos apunta que entre los shocks más relevantes están las disrupciones en las cadenas de suministro global, el incremento del precio del petróleo, la invasión rusa de Ucrania, así como su impacto sobre el precio del gas y de los cereales. Y señala que el aumento del precio de los alimentos y otras materias primas también ha sido un factor responsable de las actuales subidas generalizadas de precios.
El estudio también destaca que cada vez hay más países que muestran un descenso de la inflación general. Esta alcanzó su último pico entre marzo y abril de 2023 en todas las economías avanzadas. Sin embargo, la de tipo subyacente —que no tiene presente el precio de la energía y los alimentos no procesados— presentó una mayor persistencia en el episodio pospandemia, habiéndose reducido solo ligeramente desde su valor máximo y respecto al momento en que la inflación general alcanzó su valor más alto.
La inflación subyacente se resiste a bajar
De acuerdo con el patrón histórico, el momento en el que la inflación subyacente alcanza su valor máximo se sitúa muy próximo al máximo de la inflación general. En cambio, en el proceso inflacionista actual se observa que la subyacente presenta una mayor persistencia. Entre los motivos que explican esta resistencia están las disrupciones en las cadenas de suministro global que originaron las distintas olas de la pandemia y el tensionamiento observado en el mercado laboral. Alemania, por ejemplo, sigue mostrando gran fortaleza en las contrataciones. En agosto, la tasa de paro se mantuvo por debajo del 6%, pese a los problemas estructurales que pesan sobre la economía.
Por otro lado, la fuerte demanda de servicios y la recuperación de los márgenes empresariales tras las caídas registradas durante la pandemia también ayudan a explicar la persistencia de este tipo de inflación. El informe destaca que el encarecimiento de las materias primas alimenticias constituye un elemento añadido diferencial en el proceso inflacionista reciente que también ha contribuido a elevar la subyacente.
Santiago Carbó, director de estudios financieros del centro de análisis Funcas, cree que las medidas que se adoptaron por parte del Gobierno para ayudar a los consumidores afectan a los componentes que no están en la subyacente. “Se aplicaron reducciones de IVA a los alimentos frescos y se dotaron ayudas para pagar la factura eléctrica, pero en el componente donde están los otros bienes y servicios y donde los salarios tienen un impacto real no se ha actuado nada”, concreta Carbó.
La brecha se amplía
Históricamente, el dato subyacente ha mantenido el mismo recorrido que la inflación general: ambos llegaban a máximos al unísono y descendían de forma homogénea, por lo que es extraño ver una distancia tan amplia entre ambos datos. Estos movimientos de los precios han ocurrido, además, de forma sincrónica entre la gran mayoría de economías avanzadas. Según el estudio, esta paridad se ha producido debido a que la traslación de los precios de las materias primas es más homogénea por la globalización. Al mismo tiempo, se ha dado una convergencia en las políticas monetarias de las diferentes economías. Todo ello explica, al menos en parte, la disminución generalizada de las tasas de inflación a un ritmo más o menos semejante. También es posible, reza el informe, que haya aumentado el predominio de los shocks de naturaleza global, como los cambios súbitos en el precio del petróleo, del gas y de los alimentos. Así como los problemas en las cadenas de suministro globales.
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