Evergrande suspende su cotización tras la vigilancia policial a su presidente
La inmobiliaria china, que se había dejado la víspera casi un 19% en la Bolsa de Hong Kong, acumula semanas de turbulencias tras anunciar en agosto que se acogía a la Ley de bancarrota en EE UU
Las fortunas, en el volátil sector inmobiliario, son como una pompa de jabón. Igual que una compañía puede pasar de ser la mayor promotora de China a la compañía más endeudada del mundo en apenas un suspiro, su fundador puede ser un día el hombre más rico del país y al siguiente encontrarse al borde de la ruina, en cuanto las acciones de Bolsa comienzan a caer en picado. La historia resulta muy familiar en España, y el siguiente episodio en toda crisis del ladrillo también suele estar escrito: gira la rueda, cambias los vientos, y aquel deslumbrante hombre de negocios hecho a sí mismo que salió de la miseria y logró erigir un gran imperio de la nada en un momento dado deberá enfrentarse a la justicia. Ese instante parece estar más cerca para Xu Jiayin, el multimillonario presidente de la constructora Evergrande.
Xu —conocido como Hui Ka-yan en cantonés— se encuentra bajo “vigilancia residencial”, según adelantó Bloomberg el miércoles citando fuentes confidenciales. La situación es diferente a una detención o una acusación formal, pero sí resulta indicativa de hacia dónde caminan las autoridades del país. Tras difundirse la noticia, las acciones de la compañía se desplomaron el miércoles cerca del 19% en la Bolsa de Hong Kong; este jueves su cotización, y la de otras dos filiales, ha sido suspendida. La empresa había vuelto al parque hace solo un mes tras haber pasado 17 meses suspendida de cotización. En la tarde del jueves (hora local), Evergrande confirmó en una nota enviada a la Bolsa de Hong Kong que la empresa había recibido una “notificación de las autoridades pertinentes” de que su director ejecutivo y presidente había sido “objeto de medidas obligatorias de conformidad con la ley por sospecha de violación de la ley”, según ha recogido la prensa económica china.
Amante de los yates, pero nacido en 1958 en una aldea rural surcada por el hambre durante la trágica época del Gran Salto Adelante, Xu se mudó en cuanto pudo a Shenzhen, una villa de pescadores en el Delta del Río de la Perla que el líder comunista Deng Xiaoping convirtió en el primer experimento de apertura al exterior. Poco después, en 1996, fundó la promotora en la vecina ciudad de Cantón, aunque el grupo tiene hoy su sede principal en Shenzhen, la villa pesquera que se ha convertido en una megalópolis volcada a la tecnología, conocida como el Silicon Valley de China.
Su retención, no confirmada oficialmente, es el último capítulo de una saga cuyo desenlace aún no está escrito. Evergrande, que hasta hace dos años era la mayor inmobiliaria de China, se ha convertido en el paradigma de todo un sector que atraviesa serios problemas y pone en aprietos la economía del gigante asiático. Las últimas semanas de la empresa han sido de una turbulencia extrema.
El grupo, que arrastra graves problemas financieros desde hace años, comunicó en agosto unas pérdidas de 33.012 millones de yuanes (4.198 millones de euros) en el primer semestre de 2023. Solo una semana antes había anunciado que se acogía a la ley de bancarrota en Estados Unidos. A principios de septiembre, su principal subsidiaria, Hengda Real Estate, comunicó que se enfrentaba a al menos 1.931 litigios por un importe de 437.743 millones de yuanes (56.430 millones de euros). Y la semana pasada la policía china detuvo, por primera vez, a varios empleados de Evergrande Financial Wealth, el brazo financiero de la promotora, y solicitó la colaboración de los “inversores” para cursar sus “quejas”.
El primer gran susto de Evergrande se remonta a 2021 cuando se vio incapaz de hacer frente a un pago de su deuda. Con unos 300.000 millones de dólares de pasivo, se había convertido en la inmobiliaria más endeudada del mundo. Contaba con unas 1.300 promociones en 280 ciudades —muchas de ellas siguen inacabadas— además una plantilla de 200.000 empleados. Desde entonces, se encuentra enfrascada en un proceso de reestructuración de momento infructuoso. Y ahora parece que se abre paso con fuerza la vía judicial. En junio, sus deudas ascendían a 327.000 millones de dólares (unos 310.000 millones de euros).
El sector inmobiliario, que representa cerca de un cuarto del PIB chino, ha sido uno de los tradicionales motores de crecimiento en el país: se invertía mucho, se desarrollaba mucho, se compraba mucho. El primer hipido de Evergrande sacudió el tablero, rompió la ecuación mágica y hoy las autoridades chinas no ocultan su nerviosismo por una marcha económica que no termina de arrancar como se esperaba tras dejar atrás el cerrojazo de la pandemia.
Con el consumo estancado, el Politburó, uno de los máximos órganos de poder, capitaneado por el presidente, Xi Jinping, señaló en julio la necesidad de poner en marcha políticas para revivir un sector inmobiliario maltrecho que se enfrenta “a cambios significativos en la relación entre la oferta y la demanda”, en la alambicada jerga del comunicado recogido por la agencia oficial Xinhua. Desde entonces, el Gobierno chino ha propuesto diversas iniciativas para estimular la compra de viviendas.
En agosto cayeron los precios de la vivienda nueva (a su mayor ritmo en 10 meses), la inversión en promociones (lleva 18 meses en descenso) y las ventas (arrastran 26 meses consecutivos de tendencia a la baja), según cálculos de Reuters a partir de las datos oficiales de China.
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