La desigualdad entre padres e hijos se ensancha en lo que va de siglo por los sueldos y la vivienda
Solo los mayores de 65 años mejoran su nivel de riqueza en las últimas dos décadas, según un informe de la Fundación Afi Emilio Ontiveros
Más población, pero en hogares más pequeños y envejecidos; más patrimonio, pero concentrado entre los más ricos y mayores; un crecimiento intenso, pero rentas per cápita inferiores a las del entorno. Estas son algunas de las conclusiones del informe Finanzas de los hogares 2000-2022. Se amplía la brecha generacional, elaborado por la Fundación Afi Emilio Ontiveros para desgranar cómo han cambiado las cuentas de las familias españolas en lo que va de siglo, dos décadas densas en acontecimientos disruptivos en lo económico y en lo social, desde la crisis de 2008 hasta la pandemia. El estudio saca a relucir un amplio abanico de claroscuros, entre los cuales destaca un estancamiento de la renta disponible de los hogares, inferior a la media de la UE —con la cual la brecha se ha ampliado—, y la cada vez mayor desigualdad entre la población de más de 65 años y los más jóvenes, “una generación perdedora”, que gana menos que hace 20 años y tiene más difícil acceder a la vivienda que sus padres.
“Actualmente menos jóvenes se independizan, y cuando deciden o consiguen hacerlo lo hacen con menores rentas de los que lo hacían a principios de siglo”, señala el documento. La desigualdad es doble, porque los jóvenes también son los que menos vivienda tienen en propiedad, el componente que más pesa en el patrimonio de los hogares españoles. Este segmento de la población tiene una “renta disponible estancada o por debajo en términos reales de la de hace 15-20 años, y unos activos (vivienda) que por el contrario (y a pesar de los vaivenes) se ha revalorizado”, puntualiza el informe.
Por el otro lado, el grupo de hogares en los que el cabeza de familia es mayor de 65 años —cada vez más numeroso— presenta en términos relativos una “posición ganadora”, señala el estudio firmado por Ángel Berges y Daniel Manzano, presidente y patrono de la fundación, respectivamente. Estas familias han registrado desde 2005 un crecimiento constante de su renta sin que el crac financiero les supusiera grandes alteraciones gracias a las políticas de protección de las pensiones —”el grupo de hogares en los que el cabeza de familia es un jubilado (...) es el único que define una renta mayor en términos reales que dos décadas antes”, puntualizan los autores—. Todos los demás tramos de edad, especialmente los menores de 35 años, se vieron afectados por crisis, y aún no han recuperado sus niveles de renta en términos reales.
El blindaje de las pensiones también ha dejado su rastro en la riqueza de los hogares, que al igual que la renta acusó la crisis de 2008. “Solo son precisamente los tramos de edad superiores a 65 años los que han mejorado con claridad su nivel de riqueza en términos reales a lo largo de estas dos décadas”, abunda el análisis.
Peso de la vivienda
España tiene una de las tasas de vivienda en propiedad más alta entre los grandes países europeos, aunque se está registrando un cambio de tendencia causado, una vez más, por la falta de músculo financiero de los jóvenes: solo el 36% de los menores de 35 años es propietario, frente al 70% de hace 20 años. Más allá de razones socioeconómicas como la mayor movilidad geográfica, el informe destaca que “el encarecimiento de la vivienda en relación con la capacidad adquisitiva de las cohortes de edad más jóvenes, así como la necesidad de acumular un mayor ahorro previo, también actúan como claro lastre a la adquisición de vivienda”.
Pese a su pérdida de peso, la vivienda sigue siendo el mayor activo de los hogares. A cierre de 2022, la riqueza neta de las familias alcanzaba los 8,2 billones de euros, el 76% de ella concentrada en activos no financieros —10 puntos por encima de la media de la eurozona—, principalmente inmobiliarios. Esta preferencia también es responsable de grandes fluctuaciones en el valor total del patrimonio: la riqueza inmobiliaria de las familias españolas alcanzó un pico en 2008 y alcanzó la de Alemania, Francia e Italia, pero cayó en picado tras el pinchazo de la burbuja por el desplome del precio de la vivienda, arrastrando consigo el valor de la propia riqueza total. En cuanto a la riqueza financiera, que se concentra más en las rentas más altas, son los depósitos y las participaciones en fondos los instrumentos favoritos.
El patrimonio de los hogares también ha cambiado en su distribución a lo largo de este siglo, concentrándose en pocas manos con una intensidad mucho más rápida que la renta. En 2022, el 1% de los hogares más ricos tenía el 22% de la riqueza, frente al 13,8% de dos décadas antes, según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España que emplea el estudio para elaborar sus conclusiones. Es más: en los veinte años de referencia, la riqueza media ha crecido —de 200.000 euros en 2020 a 275.000 euros en 2022—, gracias al aumento del patrimonio de los más acomodados, que ya acumulan el 54% de la riqueza total, frente al 43% de hace dos décadas. La riqueza del 50% de hogares más pobres, en cambio, ha pasado del 13% al 7% en el mismo periodo. “En definitiva, la desigualdad en términos de riqueza ha ido en aumento.
Brecha de renta con la UE
El documento señala que, pese al intenso crecimiento nominal registrado, España solo ha logrado mantener su renta bruta disponible per cápita en términos reales en el periodo analizado. Esta es más baja que la media de la zona euro (17.236 euros frente a 23.648 euros) y también de los tres grandes países con los que se realiza una comparación: Alemania, Francia e Italia. La instantánea es aún peor si se considera la renta de la unidad familiar: en ninguno de los percentiles de la distribución se ha recuperado el nivel de hace 20 años. “No llegan a alcanzarse en 2020 los niveles de renta mediana y media por hogar existentes en 2002 (en torno a 30.000 y 40.000 euros la mediana y la media, respectivamente), lo cual es extensible también a los hogares de niveles de renta más altos”.
La brecha con el entorno europeo empezó a agrandarse tras la crisis de 2008, ya que en los años anteriores el crecimiento de la renta per cápita de España superaba con creces la del resto, aupada por el avance demográfico y la burbuja inmobiliaria. “El derrumbe de aquel modelo insostenible, aquejado de bajos niveles de productividad que aún en el día de hoy percuten y lastran el comportamiento de la economía española, derivó en un derrumbe brutal de la renta”, resume el informe. “Esta solo pudo recuperarse en los años finales de la pasada década, y que se vio finalmente interrumpido por la crisis covid-19 y la derivada de la invasión rusa de Ucrania”.
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