La economía española creció un 2,5% el año pasado pese a la ralentización europea y las subidas de tipos
El PIB avanzó un 0,6% en el último trimestre gracias a la acumulación de inventarios y el consumo público, según el INE
La economía española ha vuelto a demostrar una resistencia muy notable en medio de una acusada ralentización de la actividad en Europa y pese a la fuerte subida de tipos. El Producto Interior Bruto (PIB) creció en 2023 un 2,5% y en el cuarto trimestre incluso se aceleró hasta un robusto 0,6% trimestral, frente al 0,4% registrado entre julio y septiembre, según el avance publicado este martes por el Instituto Nacional de Estadística. En un contexto complicado, el PIB ha batido todas las previsiones que se hicieron a principios de año y que situaban el crecimiento en cifras ligeramente superiores al 1%.
Como destaca María Jesús Fernández, analista de Funcas, mientras que la pandemia golpeó con mayor dureza a España por su dependencia del turismo y los servicios, la crisis energética e industrial que se ha desatado a raíz de la invasión de Ucrania no le afecta en igual medida que a Alemania, Italia y el centro y este de Europa. Tiene una menor exposición al gas ruso, más renovables, menos industria y exporta proporcionalmente poco a una economía china que pierde fuelle. Por un lado, el mercado laboral español exhibe un comportamiento muy vigoroso: crea un tercio de todo el empleo generado en la eurozona, impulsado por la llegada de casi 600.000 inmigrantes en el último año, que han copado hasta el 60% del empleo creado si se tiene en cuenta a los de doble nacionalidad. Por otro lado, los salarios avanzan en el año a ritmos del 5,3%, superando los incrementos pactados en los convenios y por encima de una inflación que se modera hasta tasas interanuales del 3%, lo que permite una cierta recuperación de las rentas tras la intensa pérdida de poder adquisitivo por la crisis de precios.
Con la ayuda de estos dos ingredientes, el consumo de los hogares ha sido el motor de la economía, a pesar de un ahorro elevado destinado en parte a las amortizaciones anticipadas de hipotecas. De esos 2,5 puntos de crecimiento en 2023, un punto obedece a las compras de las familias. Como señala Antonio Merino, economista de Repsol, el comercio minorista y las matriculaciones de vehículos mostraron un buen comportamiento a finales de año. Aun así, entre octubre y diciembre, según los datos del INE, las compras de las familias solo crecieron un 0,3% trimestral, un dato que se modera bastante en comparación con el 1,2% anotado en el tercer trimestre y el 0,5% del segundo. También destaca el empuje del turismo en el conjunto del ejercicio, aunque este ha tocado ya los niveles récord previos a la covid y podría no tirar en la misma medida en el futuro. Y siguen subiendo con mucha fuerza los servicios no turísticos, que ya superan en un 25% las cotas prepandemia en términos reales.
En cambio, en el lado negativo, la inversión no termina de recobrarse por más que vayan llegando los fondos europeos, lastrada por las subidas de tipos, la ralentización de la industria y la incertidumbre. En el último trimestre se hunde un 2% y caen tanto la de construcción como la de bienes de equipo. Las exportaciones de mercancías, que tan buen rendimiento dieron en la salida del coronavirus, descienden en el año por la atonía de los socios comerciales europeos. Y la productividad por ocupado se resiente al aumentar mucho más el empleo que la actividad. Aunque por hora trabajada repunta un poco en el conjunto de 2023 debido a que las horas crecen menos que el número de trabajadores.
Llama la atención el fuerte incremento del consumo público, que se dispara un 1,4% trimestral en el último trecho del año y que en parte explica la aceleración del PIB hasta el 0,6% entre octubre y diciembre. Aumentó mucho con la pandemia y ha continuado creciendo, superando ya en más de un 10% el nivel de 2019, una vez restada la inflación. En el 2023 ha supuesto 0,8 puntos de los 2,5 de crecimiento. Este chute de gasto ha ayudado a proteger rentas, pero puede empezar a diluirse en los próximos años una vez empiecen a aplicarse las reglas fiscales europeas desactivadas por la covid y la guerra de Ucrania.
Aunque la foto del año es en general positiva, en el último trimestre muestra una peor composición: “Entre octubre y diciembre, el consumo de las familias ha tenido un crecimiento débil. Son los inventarios acumulados y el consumo público los que han impulsado la actividad. La inversión ha vuelto a caer y el sector exterior ha contribuido con una pequeña aportación positiva”, explica María Jesús Fernández.
Rafael Doménech, economista del BBVA, también incide en estas luces y sombras. Subraya la recuperación de las exportaciones de bienes y servicios, que experimentan un importante rebote al final del año tras dos trimestres de retroceso y a pesar del deterioro de las economías europeas. Pero a la vez resalta la caída de la inversión, que después de tres años sigue en los mismos niveles que en la segunda mitad del 2020. “Está cinco puntos por debajo de las cotas anteriores a la pandemia”, apunta.
Aunque las exportaciones han mejorado en el trimestre, también lo hacen las importaciones. Y eso explica que la contribución del sector exterior entre octubre y diciembre sea modesta. Pero en el conjunto del año, incluso en plena desaceleración europea, el sector exterior brinda 0,8 puntos de crecimiento de los 2,5, gracias al turismo y las ventas de servicios empresariales.
Por sectores, la industria manufacturera aguanta bien en 2023, capeando la crisis que está sufriendo en toda Europa. Todas las ramas de servicios en general suben, salvo las actividades inmobiliarias. Y la construcción apenas arroja algo de crecimiento, enfrentada a un problema de falta de trabajadores.
Al cierre de 2023 el PIB es ya un 2,8% superior al de antes de la pandemia. Sin embargo, el consumo de los hogares había padecido un fuerte retraso al acusar la inflación y las subidas de tipos. Solo ha recobrado los volúmenes previos a la covid en el cuarto trimestre del año pasado, tras sumar en el 2023 un 1,7%. Dicho esto, este consumo se ha logrado gracias a un fuerte incremento de la población. En consecuencia, el consumo per cápita sigue sin recuperarse. Y este es un importante baremo a la hora de medir el bienestar de la población.
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