La sequía y el girasol amenazan al olivar
Los precios en origen del olivo han crecido un 69%, lo que ha impulsado a los compradores a refugiarse en el de girasol
Los precios del aceite de oliva en origen se han incrementado un 69% en lo que va de campaña (desde el pasado mes de octubre), según las últimas cifras del Ministerio de Agricultura. Esta evolución de los precios se ha traducido en una caída media de las ventas en el mismo periodo del 20%, descenso que supera el 30% en relación con las ventas de hace solo dos años. El aceite de girasol, por su lado, crece un 16%. A pesar de estos datos, la patronal de la industria aceitera no ve el panorama con pesimismo. Tiene en en cuenta el incremento de los precios en un momento de crisis general en la demanda y cuando estima que los consumidores mantienen una gran fidelidad hacia el producto.
Del incremento de los precios se beneficia todo el sector, pero fundamentalmente las producciones elevadas intensivas, pese al aumento de costes. En la parte contraria, sin embargo, está el olivar tradicional. Es mayoritariamente en secano y de montaña, con producciones más bajas, con los efectos de la vecería (un año de buena cosecha y mala la siguiente), con costes más elevados por kilo y que, en muchos casos, abocan a los abandonos del cultivo con un efecto negativo sobre el medio ambiente y la actividad económica en el territorio. De una superficie de 2,7 millones de hectáreas, 1,9 millones son de secano, con dominio del tradicional y unas 878.000 de regadío.
Hay debate sobre el olivar tradicional y la calidad de los aceites. Se viene considerando el tradicional al secano con no más de 180 plantas viejas por hectárea, generalmente en tierras con pendiente de más del 20% y con rendimientos muy bajos que, en el mejor de los casos, pueden situarse en el entorno de los 3.000 kilos frente a los 12.000 de los olivares súper intensivos. Sobre si la calidad del aceite es o no superior en el olivar tradicional por sus bajos rendimientos, desde el olivar intensivo se estima que la diferencia no se halla solo en el árbol y en el sistema de cultivo, sino también en su elaboración.
Frente a una producción media entre 2019 y 2023 de 1,2 millones de toneladas, las cosechas de los dos últimos años (con 666.000 y menos de 800.000 toneladas respecto a la campaña actual) son excepcionalmente bajas, consecuencia de la sequía y de la falta de agua de riego para una gran parte del olivar con posibilidades de utilizarlo, al margen de las mayores superficies de cultivos de regadío en espaldera.
En estas circunstancias, los precios en origen se han disparado hasta acercarse a los nueve euros el kilo para un virgen extra, los 8,5 euros para un aceite virgen y los ocho euros para un aceite lampante que debe refinarse para su consumo. Estos precios se traducen en cifras de hasta los 14 euros para un virgen extra de alguna marca de fabricante y de los diez euros para marcas de la distribución, frente a una media de dos euros por litro para el aceite de girasol.
Caen las ventas del aceite de oliva
Consecuencia de todo ello, por la falta de oferta nacional y unas importaciones que no llegan a las 200.000 toneladas, las ventas en el mercado interior han registrado un descenso: de unas cifras en las campañas de 2020 y 2022 de entre 545.000 y 585.000 toneladas a registros en los dos últimos años estabilizados en unas 368.000 toneladas, con descensos superiores al 30%.
Esta situación se repite en el caso de las exportaciones, con caídas desde cifras muy por encima del millón de toneladas hasta menos de 700.000 en la última campaña. Este espacio dejado por la caída en la venta del aceite de oliva solo ha sido ocupado parcialmente por la venta de aceite de girasol y de otras semillas, no de colza y de soja. Esto implica un ajuste en el consumo global de los aceites.
La facturación de las empresas se resiente
En el caso de las empresas, en este escenario la firma líder mundial en el aceite de oliva, Deoleo, solo aumentó su facturación el 1% a pesar de la fuerte subida de los precios que califica de históricos desde que se tienen registros. Esto supone una fuerte caída de volumen, cifra que no facilita tradicionalmente la empresa, con pérdidas de 34 millones de euros. Cabe señalar que el grupo arrastra aún una deuda de 120 millones, por lo que en los últimos años está afrontando un contrato de refinanciación con varias entidades con pagos que afectan a sus resultados.
En la cooperativa Dcoop, líder en el sector con una producción media de unas 200.000 toneladas en condiciones de normalidad climática, los precios han supuesto una reducción en las ventas de envasadas del 5%. Con la subida de los precios mantiene una facturación superior a los 1.000 millones de euros.
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