Estados Unidos cuadriplica los aranceles a las importaciones de chips y vehículos eléctricos chinos
El Gobierno de Joe Biden respalda la imposición de estas trabas comerciales a las placas fotovoltaicas, la industria de los semiconductores y las grúas portuarias
Nueva chispa en la constante fricción entre Estados Unidos y China. La Casa Blanca ha anunciado una drástica escalada en los aranceles para determinados productos chinos, incluido un impuesto del 100%, cuatro veces más que hasta ahora, para los vehículos eléctricos. En total, las nuevas medidas se pondrán en marcha a lo largo de los próximos tres años y afectarán a casi 18.000 millones de dólares de bienes del país rival, desde productos médicos a semiconductores, pasando por grúas portuarias, baterías, minerales críticos, placas fotovotaicas, aluminio y hierro.
La medida, a la que Pekín ya ha reaccionado con furia y sobre la que ha advertido que tendrá un impacto en la relación bilateral, llega en plena campaña electoral para los comicios de noviembre. Biden se encuentra por detrás de su rival Donald Trump en las encuestas, en las que los potenciales votantes critican duramente su gestión de la economía. Ambos tratan de presentarse como el líder más duro ante el país rival: en declaraciones antes de entrar en el juicio que se le sigue en Nueva York, el candidato republicano ha llamado a imponer más gravámenes en otros vehículos y productos. “Tienen que hacerlo en mucho más que sobre vehículos eléctricos”, ha subrayado.
El presidente demócrata asegura que quiere ganar en la era de competición con China pero no desea una guerra comercial con el gigante asiático, algo que perjudicaría a los dos países. En noviembre del año pasado se reunió en las afueras de San Francisco con su homólogo chino, Xi Jinping, para tratar de rebajar las tensiones entre los dos países y encontrar un modo de gestionar las diferencias.
“Las prácticas comerciales injustas de China en torno a la transferencia tecnológica, la propiedad intelectual y la innovación amenazan a las empresas y trabajadores estadounidenses. China también está inundando los mercados globales con exportaciones de precios artificialmente bajos”, alega la Casa Blanca en un comunicado al anunciar los nuevos aranceles.
El Gobierno del presidente Joe Biden sostiene que “las transferencias forzosas de tecnología y propiedad intelectual de China han contribuido a su control del 70, 80 e incluso el 90% de la producción de elementos clave necesarios para nuestras tecnologías, infraestructura, energía y sanidad, creando riesgos inaceptables para las cadenas logísticas y la seguridad económica de Estados Unidos”.
La Casa Blanca considera que los nuevos impuestos están lo suficientemente calibrados como para evitar un repunte de la inflación, el gran problema que ha acosado la economía estadounidense durante el mandato de Biden. Pero también admite que es posible que Pekín tome medidas recíprocas.
Hasta el momento, Estados Unidos importa escasos vehículos eléctricos chinos, aunque el temor de los responsables económicos es que esa tendencia pudiera dar un giro de 180 grados dados los bajos precios de esos automóviles, que se benefician de generosos subsidios del Gobierno chino. Pero los analistas advierten que si estallase una nueva guerra comercial entre las dos grandes potencias los precios de los vehículos eléctricos en general podrían subir, algo que afectaría a los objetivos de la Administración Biden de creación de empleo y sobre el cambio climático.
“China utiliza su mismo guión anterior para impulsar su propio crecimiento a costa de otros, al seguir invirtiendo pese a un exceso de capacidad de producción china e inunda los mercados globales con exportaciones demasiado baratas debido a prácticas injustas”, ha sostenido la consejera económica de la Casa Blanca, Lael Brainard, en una rueda de prensa telefónica.
En 2023 Estados Unidos importó cerca de 427.000 millones de dólares en productos chinos y exportó al gigante asiático en torno a 148.000 millones de dólares. La diferencia en esa balanza comercial ha sido durante años una fuente de roces entre los dos colosos mundiales: en 2018, la entonces Administración de Donald Trump desencadenó una guerra comercial entre ambos al elevar los aranceles contra 250.000 millones de dólares en productos chinos.
El conflicto se saldó con un acuerdo parcial en 2020, cuando estallaba la pandemia de covid, que nunca terminó de desarrollarse. La Administración Biden ha mantenido esos impuestos.
En un comunicado, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, se ha referido específicamente al exceso de capacidad china y “el impacto en comunidades estadounidenses de oleadas de productos chinos artificialmente baratos en el pasado, y no lo toleraremos de nuevo”. La responsable de la economía estadounidense sostiene que esas preocupaciones “son ampliamente compartidas por nuestros socios en las economías avanzadas y en mercados emergente”.
Las medidas anunciadas este martes “no están motivadas por ninguna política antichina”, asegura Yellen, “sino por el deseo de impedir disrupciones económicas dañinas causadas por prácticas económicas injustas”.
La representante de Comercio Exterior de EE UU, Katherine Tai, ha asegurado tras el anuncio de este martes que los nuevos aranceles están justificados porque China continúa haciéndose con propiedad intelectual estadounidense y en algunos casos ha perpetrado ciberataques “más agresivos” dirigidos hacia tecnología estadounidense.
Desde China afirman que los gravámenes “afectarán seriamente a la cooperación bilateral”
En Pekín, el Ministerio de Comercio ha denunciado que las nuevas medidas estadounidenses “violan el compromiso del presidente Biden de ‘no tratar de impedir y contener el desarrollo de China’ y de ‘no buscar el desacoplamiento y romper lazos’ con China”. Los gravámenes “afectarán seriamente al clima de cooperación bilateral”, advierte el órgano en un comunicado.
Las reacciones del sector no han tardado en llegar. En una mesa con periodistas, el consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, ha considerado que la imposición de aranceles no es “una solución a largo plazo”: “No creemos que esta es una solución a largo plazo. ¿Por qué no trajimos vehículos eléctricos a los mercados estadounidenses? Por una muy simple razón. Hay una oferta muy limitada de automóviles chinos en los mercadosestadounidenses, así que no es una prioridad para nosotros, porque no hay una competición real, pero hay muchos en Europa, porque se ve que Europa tiene un enfoque muy diferente para este problema”, ha asegurado Tavares, citado por Europa Press.
La Comisión Europea (CE) afirmó este martes que va a estudiar los nuevos aranceles que Estados Unidos ha decidido imponer a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de DChina, así como su posible impacto en la Unión Europea, indica Efe. El portavoz comunitario de Comercio, Olof Gill, indicó durante la rueda de prensa diaria de la CE que no van a comentar el uso por parte des Estados Unidos de esos aranceles ni las conclusiones a las que han llegado las autoridades estadounidenses para ello.
A última hora de la tarde del martes en China (primeras horas de la mañana en la costa este de EE UU), el Ministerio de Comercio del gigante asiático publicó un comunicado en el que se “opone firmemente” a la nueva ronda de aranceles anunciadas por Washington y en el que asegura que Pekín ha presentado una “enérgica protesta”. Asimismo, el documento adelanta que “China tomará medidas firmes para defender sus propios intereses”.
“Esta politización e instrumentalización de las cuestiones económicas y comerciales es un ejemplo típico de manipulación política”, critican desde la cartera comercial, y aprovechan para recordar que la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha dictaminado que los aranceles impuestos por la administración del expresidente Donald Trump a China en 2018 y 2019 son excesivos y violan las leyes internacionales. “La OMC determinó que los aranceles de la Sección 301 vulneran las normas de la OMC. Sin embargo, en lugar de corregir este error, EE UU ha persistido en sus acciones”, reza el texto emitido por las autoridades chinas.
“El aumento de los impuestos de la Sección 301 contradice el compromiso del presidente [Joe] Biden de no buscar suprimir el desarrollo de China ni de desacoplar y romper las cadenas [de suministro] con China”, prosigue el comunicado. “Esta medida también va en contra del consenso alcanzado por los líderes de ambos países y afectará gravemente el ambiente de cooperación bilateral”, zanjan desde Comercio.
Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores ya habían informado horas antes que Pekín “adoptaría acciones destinadas a salvaguardar sus derechos e intereses legítimos”. “China se ha opuesto sistemáticamente a la imposición unilateral de aranceles que violan las normas de la OMC”, aseguró el portavoz de la cancillería Wang Wenbin, en una comparecencia rutinaria.
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