El Banco Mundial alerta de que el 80% de los países crecerán hasta 2026 menos que antes de la pandemia
El PIB global repuntará de media un 2,7% en los próximos tres años, casi medio punto menos que el promedio entre 2010 y 2019
El mundo se pasará más de la mitad de este decenio lastrado por los problemas económicos desatados tras la pandemia. En consecuencia, el conjunto de los países que aglutinan al 80% de la población mundial y del Producto Interior Bruto (PIB) global avanzarán a un ritmo mucho más lento que en la década previa a la covid de aquí a 2026. Esa es la advertencia emitida este martes por el Banco Mundial en su último informe sobre Perspectivas Económicas Globales. Las proyecciones apuntan que el PIB global promediará una tasa de crecimiento del 2,7% este año y los dos próximos, muy por debajo de la media del 3,1% registrada entre 2010 y 2019 y claramente “insuficiente para avanzar en los objetivos clave de desarrollo”.
El “aterrizaje suave” de las grandes economías se ha convertido en el escenario central para los encargados de elaborar previsiones. Los bancos centrales han conseguido reducir la inflación a su nivel más bajo en tres años sin haberlas sumido en una recesión. Es por esto que el Banco Mundial ha subido en dos décimas respecto a enero sus estimaciones de PIB para 2024, pasando del 2,4% al 2,6%, a pesar de las crecientes tensiones geopolíticas y las altas tasas de interés. Pero esta leve mejoría no altera un cómputo global que es sombrío. Se espera que el crecimiento a medio plazo sea casi medio punto porcentual inferior al promedio registrado entre 2010 y 2019, y que la brecha de ingresos entre Estados se amplíe. La proyección es que la renta per cápita en las economías en desarrollo aumente de media el 3% en los siguientes tres años, ocho décimas menos que en la década anterior a la crisis sanitaria.
“Más de cuatro años después de los trastornos de la pandemia y las subsiguientes conmociones globales, está claro que el mundo (en particular las economías en desarrollo) aún tienen que redescubrir una senda segura hacia la prosperidad”, señala el documento emitido por la organización con sede en Washington. La evidencia más clara de que se vive una situación delicada es que hay 75 Estados que recibirán préstamos de la Asociación Internacional del Fomento —perteneciente al Banco Mundial— porque son incapaces de enfrentar la situación actual sin este apoyo internacional.
Las economías avanzadas, por su parte, seguirán con notables divergencias. La débil actividad en la zona euro y Japón —en gran parte como resultado de la continua debilidad de la demanda interna—, contrastará con la resiliencia estadounidense. Mientras la economía americana crecerá un 2,5% en 2024, el bloque comunitario solo lo hará un 0,7%. El motivo es que, a pesar de que el sector servicios ha mejorado en Europa en lo que va del año, su avance se ha visto opacado por una actividad industrial más débil de lo esperado, especialmente en el sector manufacturero alemán. El año que viene, por contra, es posible que esta diferencia sea menos marcada —se prevén unas tasas del 1,8% y 1,4%, respectivamente— debido a que se proyecta una desaceleración de la primera economía mundial y un resurgimiento de las exportaciones e inversión en Europa, gracias a la reducción de las tasas de interés y a que los fondos europeos empezarán a dar frutos.
Una inflación más duradera de lo esperado
La actualización del informe destaca que la inflación disminuye a un ritmo más lento del proyectado hace seis meses. La ratio mundial cerrará el año en el 3,5% para alcanzar el 2,9% en 2025%. El objetivo del IPC al 2% impuesto por los bancos centrales, sumado a estas perspectivas a corto plazo, ponen en entredicho el giro de timón en la política monetaria que se daba por descontado para este año. De hecho, la Reserva Federal ha alejado las perspectivas de rebajas de tipos que la propia entidad anticipaba hace solo mes y medio, mientras los inversores se han ido volviendo cada vez más pesimistas. Es el camino opuesto al que ha tomado el Banco Central Europeo con su reciente recorte de 0,25 puntos. Dado de que las tasas de interés a corto plazo resultan ser más altas de lo previsto, los rendimientos de los bonos probablemente también subirán, lo que puede ser un lastre adicional para la tasa de actividad. Además, el menor apetito por el riesgo podría endurecer todavía más las condiciones financieras, según se lee en el documento.
El comercio mundial también se mantiene en una zona gris. Aunque repuntará hasta el 2,5% este año —una mejora significativa respecto a 2023—, sigue muy por debajo de la tasa promedio observada en las dos décadas anteriores a la pandemia. El pronóstico detalla que el intercambio de bienes jugará a favor de las grandes economías a medida que los inventarios de EE UU y la zona euro aumenten y se estabilice la demanda de China. No obstante, los servicios seguirán un ritmo bastante menor al registrado antes de 2019, al igual que la capacidad para asumir toda la producción mundial. Por esta razón se prevé que los precios medios de las materias primas se mantengan por encima de los precovid.
Los carburantes, que tantos quebraderos de cabeza dieron tras la invasión rusa de Ucrania, volverán a subir este año aunque sin alcanzar los máximos de 2022. En un contexto de continuos riesgos geopolíticos, se pronostica que el precio medio del Brent (la referencia europea del crudo) suba a 84 dólares por barril, antes de retroceder a los 79 dólares en 2025, en un contexto de eliminación parcial de los recortes de suministro de la OPEP+ (el cartel de países productores) y auge de los combustibles renovables. El gas, por su parte, también subirá. En Europa los precios medios se están recuperando en el segundo trimestre del año, lo que refleja riesgos persistentes de suministro relacionados con los conflictos en curso. Y por eso, a pesar del crecimiento previsto de las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado (GNL), se proyecta que el coste del gas en el Viejo Continente aumente un 11% en 2025, en paralelo con la recuperación de la actividad industrial.
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