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FUSIONES BANCARIAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Megabancos en minimercados

Lo esencial para crear campeones europeos es empezar transnacionalizando el crédito, no fusionando megabancos nacionales entre sí

Un mujer pasa delante de una oficina de BBVA en Bilbao.
Un mujer pasa delante de una oficina de BBVA en Bilbao.Vincent West (REUTERS)
Xavier Vidal-Folch

La accidentada OPA del BBVA contra el Sabadell sigue generando sustanciosos debates: sobre el tamaño de los bancos, las fusiones y la concentración. Las cuestiones básicas son dos. 1) En España (y en otros países de la UE) existe ya demasiada concentración, o sea, escaso número de bancos, en perjuicio flagrante de los consumidores (empresas y hogares): pocos megabancos en cada minimercado. Y 2) No hay ningún banco de ámbito europeo, transfronterizo.

La presidenta de la CNMC, Cani Fernández, recordaba esta semana con exactitud que una mayor concentración puede generar distorsiones. Y que “se podrían exigir” [ventas de negocios, sucursales en territorios o sectoriales por actividad] “si se determina que esa es la mejor manera de resolver el problema observado”. Retengan la alusión a un problema y la necesidad de encontrar la manera de solucionarlo.

Hay precedentes de solución pacífica, el de Bankia-CaixaBank. Pero de difícil réplica directa. Pues el número de actores y la competencia real en mercados relevantes (el nacional, el catalán, el valenciano) se ha encogido… tras ese precedente: la prueba es la rigidez del sector español en trasladar a los depositantes los aumentos de los tipos de interés. Así que, con docenas de jugadores, la venta de sucursales o de carteras de clientes (pymes) de una amalgama BBVA/Sabadell a competidores podría ser eficaz; con tres jugadores, no: solo engordaría a los dos restantes, Santander y CaixaBank. Solidificaría el oligopolio.

También desde el BCE hay aportaciones. “Lo que creemos que da lugar a un mercado bancario europeo son las [fusiones] transfronterizas”, declaró con tino Luis de Guindos. “Pero a veces”, erró, “para llegar a las transfronterizas tienes que llevar cabo fusiones nacionales”. Como nunca da puntada sin hilo, que cada cual interprete la intención.

El caso es que esa presunta palanca de una fusión bancaria nacional para otra europea carece de evidencia histórica en la UE. ¿Y científica? Es de lectura recomendable el tercer Informe sobre integración financiera, recién publicado por el mismo BCE. Constata que los progresos de esa integración son “decepcionantes”, postula remover las “barreras legislativas en la gestión de crisis”, reclama más “transparencia” en productos “estructurados”, y crear de una vez el Fondo de garantía de depósitos común.

El informe se queja también de que pese a los extraordinarios “beneficios” recogidos estos años, la “consolidación” bancaria no haya funcionado. Culpa a “los regímenes fiscales divergentes” en los Estados miembros, las distintas legislaciones sobre competencia, y también las de protección al “crédito y a los consumidores”. Nada a favor de más fusiones nacionales. Si acaso, en contra: un flujo de “crédito transfronterizo” (banco de país A presta a cliente de país B) podría ayudar a “reducir la concentración y el sesgo doméstico de sus exposiciones incrementando la diversificación en distintos países”. En plata: lo esencial para crear campeones europeos es empezar transnacionalizando el crédito, no fusionando megabancos nacionales entre sí. Al revés, la excesiva “concentración” nacional y el consiguiente “sesgo doméstico” constituyen peligros. A “reducir”. No aumentar.

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