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La luz se enquista en los 100 euros por MWh con el gas y el CO₂ como catalizadores

Aunque coyuntural y lejana de los valores de la crisis energética, la escalada complica a los consumidores vinculados al mercado mayorista. Entre ellos, muchas industrias y los minoristas que apuestan por el PVPC

Ignacio Fariza
Vista de tendidos eléctricos a las afueras de Sevilla, en una imagen de archivo.
Vista de tendidos eléctricos a las afueras de Sevilla, en una imagen de archivo.PACO PUENTES

Tras un periodo de calma chicha y una primavera de derribo, el precio de la electricidad vuelve a ser un problema. Infinitamente menor que durante el amargo trago de la crisis energética, cuando se convirtió en el principal factor de impulso de la inflación, pero un problema al fin y al cabo. La enésima escalada en la cotización del gas natural y de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO₂), son, una vez más, los principales factores de un cóctel que tiene como grandes paganos a los consumidores con contratos vinculados al mercado mayorista. Entre ellos, los ocho millones de hogares que apuestan por la tarifa regulada o PVPC.

Con estos mimbres, el triple dígito —más de 100 euros por megavatio hora (MWh), un nivel altísimo en comparación histórica— se está convirtiendo en una suerte de nueva normalidad en las últimas semanas del año. El mercado solo está siendo capaz de dejar atrás esa cota los fines de semana y festivos. Y no siempre: el viernes pasado, día de la Constitución, la electricidad también superó con creces esa barrera.

Hasta la crisis de 2021 y 2022, cuando el precio mayorista llegó a rozar los 545 euros por MWh, valores por encima de 100 euros eran una rareza que solo se daba en momentos de gran demanda o de anticiclón frío, en los que, ante la incapacidad de las renovables y la nuclear para cubrir todo el consumo, las centrales de ciclo combinado (turbinas que queman gas para obtener electricidad) marcaban precio en muchos momentos del día. Los 180 euros que se alcanzarán este miércoles a la hora de la cena son, por ejemplo, el nivel máximo que podía marcar el mercado hasta mayo de 2021.

La subida del gas natural es el principal factor detrás del repunte de los últimos tiempos. Desde octubre, el principal índice europeo de este combustible (el TTF neerlandés) ha pasado de poco más de 20 euros por MWh —un nivel de por sí muy alto hasta el azote de la crisis energética— a los casi 45. Ambos mercados son vasos prácticamente comunicantes, con una sencilla fórmula: por cada euro de aumento en la cotización del gas, el precio de la luz sube dos euros. Y por cada euro de aumento en el precio del CO₂, la luz sube 40 céntimos.

“La bajada de temperaturas de estos últimos días también se nota, pero prácticamente todo es consecuencia directa del precio del gas natural y de los derechos de emisión de CO₂, que son los que forman el precio de oferta de los ciclos combinados”, sostiene Francisco Valverde, analista independiente con décadas de experiencia en el sector eléctrico. La cotización del gas y del dióxido de carbono suele estar muy correlacionada: cuando sube el combustible, también lo hacen los derechos de emisión. Y viceversa.

En esta coyuntura, solo el calendario y el viento están actuando como mitigantes. En el primer caso, porque en fin de semana o festivo, la demanda cae y arrastra a la baja los precios. En el segundo, porque cuando la eólica genera mucho, es necesario quemar menos gas y eso contiene la cotización de la luz. “El viento apareció hace unos días, pero se ha vuelto a ir... Y vamos a estar así, por lo menos, una semana más. Eso hace que el gas y el CO₂ vuelvan a tomar el control”, proyecta Valverde.

Aunque la subida reciente ha sido particularmente acusada en la península Ibérica, España no es ni mucho menos una isla de precios respecto al resto de grandes vecinos europeos. Los 139 euros por MWh de este miércoles —cerca del máximo de casi dos años— están por debajo de los 164 de Francia, los 199 de Bélgica, los 226 de Países Bajos o los 266 de Alemania. Niveles, en algunos casos, no tan lejanos a los de los primeros meses de la crisis energética, y en los que el frío —que aumenta la demanda— también suma.

“Cuando no hay mucha aportación renovable, el precio de la electricidad sigue claramente gobernado por la aportación de los ciclos combinados y, por tanto, por la cotización del gas”, resume Antonio Aceituno, máximo responsable de la consultora Tempos Energía. “Para que nuestro mercado funcione bien necesita una buena aportación renovable: si flaquea, los precios suben. Aún más si, como ahora, esto nos coge con un gas caro”.

Las centrales de gas duplican su peso en el ‘mix’

En octubre —”el último mes de precios relativamente cómodos”, recuerda Aceituno— el precio mayorista de la electricidad promedió 70 euros, con los ciclos combinados aportando un 10% de la generación. En noviembre y en lo que va de diciembre, en cambio, estas centrales están aportando el doble, casi el 20% del mix, y el precio supera con creces los 100 euros por MWh. Una ecuación a la que hay que sumar el propio encarecimiento del gas, cuyo precio ha subido casi un 20% desde octubre.

El aumento en la producción de los ciclos tiene que ver con que la fotovoltaica “está aportando mucho menos, por razones climatológicas y porque hay menos horas de sol, por la subida de demanda a raíz de las bajas temperaturas, y porque hay dos reactores nucleares parados: Ascó I (por recarga) y Ascó II (por fallo repentino en un alternador)”. La central catalana no volverá a estar activa hasta, como pronto, la segunda mitad de diciembre. “Al no haber tanta carga base, eso también se está notando en los precios”, añade por teléfono.

Por poner en contexto los niveles actuales, en el lustro inmediatamente anterior a la crisis energética (2017-2021), el precio mayorista de la electricidad rondó los 50 euros por MWh. “Los precios de estas semanas están siendo muy altos, pero la media anual no lo está siendo tanto”, apostilla Valverde. En lo que va de año, la electricidad promedia 60 euros por MWh, 30 euros menos que en 2023 y no tan lejos de los valores de 2017 o 2018, por ejemplo.

La reciente escalada también tiene mucho de estacional. Las últimas semanas del año y las primeras del siguiente suelen estar, históricamente, entre las más caras. Meses después, con la llegada de la primavera, la soga afloja: con más horas solares, la fotovoltaica —por mucho la tecnología más económica— vuelve a imponer su ley y los desembalses de agua también contribuyen a rebajar sustancialmente los precios. Un escenario que ya incorporan los mercados de futuros, con precios de alrededor de 50 euros por MWh entre abril y junio, y que comparten quienes más saben del mercado. “La primavera será parecida a la pasada”, augura Valverde. “Lo normal es que los precios se desplomen a partir de marzo”. Hasta entonces, tocará pagar más por la luz.

El gas, entre los fundamentales y la especulación

Como prácticamente siempre que pintan bastos, la renovada presión sobre el mercado gasista tiene algo de fundamentales y bastante de especulativo. "Influye el aumento de la demanda de gas natural licuado por el frío en Centroeuropa, que los depósitos europeos se están vaciando más rápido de lo previsto y que hay dudas sobre qué pasará con el contrato de suministro de gas ruso a través de Ucrania, que vence el 31 de diciembre", resume por teléfono Pedro Cantuel, de Ignis Energía. "Pero hay, también, muchísima especulación en el mercado: las posiciones largas de los fondos de inversión en el TTF están en máximos, apostando porque va a seguir caro, al menos a corto plazo". Los 45 euros actuales, recuerda, son prácticamente el doble de la media histórica anterior a 2021. 

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.
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