El superávit comercial de la UE se dispara a las puertas de la guerra arancelaria con Estados Unidos
La caída de las cotizaciones del gas natural contribuye significativamente al saldo positivo entre exportaciones e importaciones
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El saldo entre importaciones y exportaciones de bienes de la zona euro con el resto del mundo mejoró mucho en 2024. Ascendió a 176.900 millones de euros en el conjunto del ejercicio, una cifra que baja hasta el entorno de los 150.000 millones si se toma como referencia el conjunto de la Unión. El año anterior, en 2023, el área monetaria acabó con un superávit de 57.400 millones y toda la UE de 38.000 millones. La mejora se debe, fundamentalmente, a la caída de los precios de los combustibles fósiles. Solo en ese capítulo, la caída de compras fuera de la UE ha sido de casi 90.000 millones de euros entre enero y diciembre de 2024, con respecto al ejercicio previo, según los datos provisionales publicados este lunes por Eurostat.
Las cifras del sector exterior europeas correspondientes al año pasado llegan justo unos días después de que Estados Unidos anunciara los primeros disparos de la guerra comercial que había anunciado que iba a abrir. La semana pasada, de hecho, Washington anunció que impondría gravámenes sobre el acero y el aluminio, y que pretende incluir el IVA como criterio a contabilizar para su política de aranceles recíprocos. Pese a intentar por todos los medios evitar una “batalla comercial”, Europa ha advertido de forma reiterada de que esta guerra de aranceles no beneficia a nadie y está dispuesta a responder con medidas “firmes y proporcionales”, como ha subrayado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen y se ha reiterado en la reunión del Eurogrupo con que Bruselas ha estrenado la semana.
El presidente del Eurogrupo, Pascal Donohoe, ha abogado este lunes por “encontrar otras maneras de reajustar el comercio y el equilibrio entre Europa y Estados Unidos”. En declaraciones a su llegada a Bruselas, el irlandés ha recordado que Trump lleva “muchos años” quejándose de lo que percibe como un “desequilibrio” del comercio estadounidense con el bloque europeo. Por eso ha indicado que una de las tareas a abordar en esta nueva etapa del republicano en la Casa Blanca es “ver si hay maneras en que ese equilibrio comercial pueda cambiar”, aunque ha subrayado que las discusiones al respecto están “aún por comenzar” a falta, pese a la creciente retórica trumpista, de una medida arancelaria específica contra la UE.
Los últimos datos europeos también llegan después de que Washington difundiera las cifras de su sector exterior. En los mismos ya se apreciaba un desfase considerable y creciente entre la UE y Estados Unidos en favor de la primera, a pesar de la diferencia entre una fuente estadística y otra. Según la europea, en el comercio de bienes, el superávit ha superado con mucho los 250.000 millones de euros. Precisamente es este capítulo, muy deficitario para Estados Unidos, en el que se imponen los aranceles. No así en el de servicios, sobre el que no pesan derechos de entrada en aduanas. Ahí sí que la balanza se reduce, especialmente por los grandes gigantes digitales, del lado estadounidense.
Las exportaciones de bienes de la eurozona al resto del mundo ascendieron a casi 2,9 billones de euros en 2024, lo que representa un incremento del 0,6% respecto al año anterior. Por su parte, las importaciones procedentes del resto del mundo se acercaron a 2,7 billones, un 3,7% menos.
Observar mes a mes los datos de la balanza comercial de la Unión sirve para comprender por qué se disparan los nervios cuando se empieza a susurrar la posibilidad de que se abra una guerra comercial. El saldo con la mayor parte de regiones del mundo es muy favorable para las exportaciones europeas. Europa vende más al exterior de lo que compra, excepto en algunos casos como La India, Corea del Sur y China. Especialmente en esta última, con la que el déficit comercial es significativo.
A pesar de estas cifras, que muestran el mapa geográfico de las relaciones comerciales de la UE, la mejoría del saldo de la Unión no llega tanto por esa fotografía estructural, sino por el lado más volátil de toda balanza comercial: los combustibles energéticos y su cotización. Los 150.000 millones de euros de superávit comercial en 2024 suponen un gran salto respecto a 2023, pero suponen uno todavía mayor si se compara con lo sucedido en 2022, cuando el desfase negativo llegó a los 440.000 millones. Ese año, en el que empezó la invasión de Ucrania por Rusia y estalló la crisis energética, los precios del gas natural se dispararon y acabaron provocando un agujero considerable en el comercio de los Veintisiete.
Ese año fue una excepción, pues la UE suele registrar saldos comerciales positivos. La economía más grande del bloque, Alemania, es una gran potencia exportadora que suele destacar por la venta de bienes industriales: productos químicos, maquinaria y, por supuesto, automóviles. También la UE es una región exportadora de productos agroalimentarios.
La apuesta europea por el sector exterior se observa en dos datos importantes que muestran el nivel de apertura de la economía de la Unión: el 70% de los productos que entran al club no cuentan con aranceles; su grado de apertura económica supera el 50% con holgura, frente al 40% de China y apenas un 25% de Estados Unidos. Eso explica también que en caso de una guerra comercial, Europa tiene más que perder que estas otras grandes regiones del mundo.
“Condenados a entenderse”
Por ello en la reunión del Eurogrupo de este lunes algunos han abogado por un tono apaciguador. Un ejemplo es el ministro español de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, quien ha abogado por “intentar conseguir un acuerdo positivo con Estados Unidos”. La relación transatlántica, ha explicado, es “la principal relación comercial del mundo” aunque, como otros responsables europeos, ha recordado también que “Europa tiene los medios necesarios para defenderse, si hiciera falta”.
“Todos somos conscientes de que una carrera en el incremento de aranceles no beneficia a nadie”, ha subrayado Cuerpo, quien pese al creciente tono crispado en uno y otro lado ha apelado al optimismo: “Tenemos que ser optimistas en cuanto a la capacidad de reforzar una relación entre dos socios estratégicos que va mucho más allá de la relación económica o comercial”, ha insistido. Porque Europa y Estados Unidos, ha recordado, son “dos socios condenados a entenderse”.
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