Cómo garantizar la seguridad en un mundo de amenazas híbridas

Hasta hace un par de décadas, el concepto de seguridad privada abarcaba sobre todo la vigilancia de personas y edificios. Hoy nos movemos en un mundo convulso en el que proliferan las amenazas híbridas, irregulares o poco convencionales. Todo, de la propiedad intelectual a los activos digitales o la salud alimentaria, puede ser objeto de este tipo de amenazas. Las empresas de seguridad diseñan e implementan estrategias integrales para asegurar una protección íntegra

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El mal uso de las redes sociales, el 'hackeo' de las infraestructuras digitales, los bulos y la desinformación son también parte de la llamada seguridad híbrida.Ralwel (Getty)
Miquel Echarri

En 2005, dos militares estadounidenses, Frank Hoffman y James Mattis, participaron en un proyecto de investigación del Pentágono sobre el carácter cambiante de los conflictos contemporáneos. De ahí surgió un informe hoy pionero, Conflict in the 21st Century: The Rise of Hybrid Wars (Los conflictos en el siglo XXI: El auge de las guerras híbridas), publicado en 2007. En él se hablaba por vez primera del concepto de amenazas híbridas, en el sentido que damos a la expresión en la actualidad, es decir, como los medios no convencionales de agresión que permiten a un enemigo desestabilizar y causar daño sin hacer uso de un ejército regular ni poner un pie sobre el terreno.

El general James Mattis, junto a otro militar estadounidense, Frank Hoffman, creó, en 2007, el concepto de amenaza híbrida.
El general James Mattis, junto a otro militar estadounidense, Frank Hoffman, creó, en 2007, el concepto de amenaza híbrida.Alex Wong (Getty Images)

Siguiendo a otro investigador militar, Nathan Freier, el informe se refería ya a actos hostiles “irregulares” como campañas de desinformación, propaganda y acciones de descrédito y, muy especialmente, ataques tecnológicos disruptivos (ciber-operaciones, uso de biotecnología, inteligencia artificial o nanotecnología…). Su conclusión era que Estados Unidos y las democracias occidentales en general debían desarrollar y refinar sus herramientas de respuestas contra este tipo de agresiones no bélicas perpetradas por actores no gubernamentales como grupos terroristas o por regímenes autoritarios como Rusia, China, Irán o Corea del Norte.

La era de la gran incertidumbre

El concepto ha hecho fortuna porque describe muy bien el nuevo contexto global en que nos movemos. Aunque la guerra de Ucrania nos ha recordado que una agresión militar convencional sigue sin ser un escenario en absoluto descartable, en los 15 años transcurridos desde que Hoffman y Mattis dieron a conocer su trabajo, las amenazas irregulares y difusas se han multiplicado. Rubén Arcos, docente e investigador de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del comité de expertos del Centro Europeo de Excelencia para Combatir las Amenazas Híbridas (Hybrid CoE) de Helsinki, habla de un muy amplio espectro de “actividades maliciosas con potencial desestabilizador”.

Tal y como explicaba en un seminario de la OTAN Susana Sanz Caballero, catedrática de Ciencias Jurídicas de la Universidad Cardenal Herrera, estas agresiones “en la zona gris” y bajo el umbral de la guerra son un arma habitual de estados autoritarios, ya que los dirigentes democráticos que recurren a ellas se arriesgan a sufrir desgaste entre la opinión pública o en términos electorales. Es decir, que las sociedades libres, por coherencia con sus valores, compiten en este nuevo escenario en condiciones de una relativa asimetría que deben corregir con una línea de defensa eficaz.

Es un espectro ambiguo entre la paz y la guerra, en el que la agresión externa puede consistir, por ejemplo, en una campaña de descrédito contra la Unión Europea orquestada en las redes sociales
Rubén Arcos, miembro del comité de expertos del Centro Europeo de Excelencia para Combatir las Amenazas Híbridas (Hybrid CoE) de Helsinki

Arcos considera que todas las amenazas híbridas parten de un mismo principio, “identificar vulnerabilidades en las sociedades atacadas y explotarlas de manera oportunista”. El experto habla de 13 dominios, “de la diplomacia a la economía pasando por las infraestructuras, el prestigio de las instituciones o la imagen de marca de las empresas nacionales” en las que un estado puede ser vulnerable. “Se trata de un espectro ambiguo entre la paz y la guerra en el que la agresión externa puede consistir, por ejemplo, en una campaña de descrédito contra la Unión Europea orquestada en las redes sociales, el hackeo de las infraestructuras digitales, los bulos y demás estrategias de desinformación, acciones contra aeropuertos o la estructura hotelera…”. En los últimos años, cobran protagonismo las amenazas híbridas de base tecnológica, “basadas en explotar el alto grado de digitalización e interconexión de nuestras empresas o instituciones”, y aparecen nuevas vulnerabilidades “en los mercados de criptoactivos, el metaverso, los sistemas de inteligencia artificial o la economía de datos”.

Han aparecen nuevas vulnerabilidades en los mercados de criptoactivos, el metaverso, los sistemas de inteligencia artificial o la economía de datos.
Han aparecen nuevas vulnerabilidades en los mercados de criptoactivos, el metaverso, los sistemas de inteligencia artificial o la economía de datos.Gorodenkoff Productions OU (Getty Images/iStockphoto)

La iniciativa del agresor

Para Guillem Colom, profesor de Derecho en la Universidad Pablo de Olavide y autor para el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del informe Amenaza híbrida: mitos, leyendas y realidades, “el concepto se puso de moda en 2006, durante el conflicto entre Israel y Hezbolá, cuando se hizo evidente que la milicia palestina estaba actuando como agente delegado (proxy) de Irán y que disponía de drones, misiles anticarro… Es decir, gran parte de los sofisticados recursos bélicos de un estado”. De ahí que se hiciese necesario “hablar de un término medio entre conflicto militar convencional y agresiones irregulares y se acabase recurriendo a la expresión guerra híbrida”.

El concepto de hibridación hizo fortuna y resultó “ser muy elástico, por lo que hoy se utiliza para casi todo, de manera a veces un poco abusiva”. Pese a todo, Colom acepta que sí es cierto que vivimos en un entorno de “amenazas difusas, muchas de ellas con una robusta base tecnológica”. Estamos sometidos a “coerciones de todo tipo: culturales, económicas, reputacionales… Y eso degrada nuestras sociedades y contribuye a crear una sensación generalizada de inestabilidad e incertidumbre contra la que es muy difícil reaccionar, porque, en términos tecnológicos al menos, la capacidad de agresión suele ir por delante de la capacidad de respuesta”.

Vivimos en un entorno de amenazas difusas, muchas de ellas con una robusta base tecnológica. Estamos sometidos a coerciones de todo tipo: culturales, económicas, reputacionales… Y eso degrada nuestras sociedades y contribuye a crear una sensación generalizada de inestabilidad e incertidumbre
Guillem Colom, profesor de Derecho en la Universidad Pablo de Olavide

Es el viejo dilema de la lanza y el escudo. El agresor tiene una serie de ventajas cualitativas con respecto al defensor. Entre otras cosas, porque sabe cuándo y cómo se producirá el ataque. Guillem Colom reconoce que la constatación de este hecho puede conducir a una cierta “impotencia y melancolía”. Pero contra el pesimismo de la razón se puede (y se debe) oponer siempre el optimismo de la voluntad. La defensa siempre puede fortalecerse. Tal y como explica Rubén Arcos, “contra amenazas difusas, sociedades resilientes y robustas”. Contra la propaganda interesada y las campañas de descrédito de las instituciones, “transparencia, coherencia y ciudadanos bien informados”. Contra el uso disruptivo de la tecnología, “expertos en ciberseguridad que investiguen para crear nuevas capacidades de prevención y respuesta”.

Contra riesgos híbridos, seguridad híbrida

La misma lógica de protección innovadora y proactiva puede aplicarse a la seguridad privada, otro ámbito en el que las amenazas convencionales conviven de manera creciente con un nuevo surtido de peligros irregulares y difusos. Fernando Abós, director general de Prosegur Security, una de las compañías líderes de este segmento de mercado, explica que su empresa ha acuñado un nuevo concepto estratégico, “seguridad híbrida”, que, partiendo de un análisis de las nuevas tendencias del mundo en que vivimos y los volátiles contextos en que nos movemos, sirve de guía a su modelo de negocio.

Prosegur Security es una de las compañías que trabaja con el concepto de seguridad híbrida, analizando las nuevas tendencias del mundo y el contexto volátil actual.
Prosegur Security es una de las compañías que trabaja con el concepto de seguridad híbrida, analizando las nuevas tendencias del mundo y el contexto volátil actual.PROSEGUR

Desde Prosegur se han desarrollado y publicado diversos estudios sobre las que consideran que van a ser las claves del futuro inminente. En ellos se reflexiona sobre el previsible incremento del desorden social y auge del crimen organizado o se analiza la guerra de Ucrania como un ejemplo de riesgo sistémico: es decir, susceptible de generar una cadena de amenazas derivadas (altos niveles de inflación, subida de tipos de interés, migraciones masivas, crisis alimentarias, nuevas primaveras revolucionarias…).

En palabras de Abós, “hace 20 años, nuestra actividad consistía, en esencia, en garantizar la seguridad de instalaciones y personas”. Ahora, en cambio, “existe una demanda de protección ampliada que incluye aspectos como la seguridad alimentaria, de propiedad industrial o informática, la imagen de marca, el prestigio personal…”. Un amplio abanico de bienes y valores que deben ser protegidos de manera eficaz.

Hace 20 años, nuestra actividad consistía en garantizar la seguridad de instalaciones y personas. Ahora, existe una demanda de protección ampliada que incluye aspectos como la seguridad alimentaria, de propiedad industrial o informática, la imagen de marca, el prestigio personal…
Fernando Abós, director general de Prosegur Security

Abós pone ejemplos tan llamativos como “las tareas de custodia inteligente de silos de soja que estamos realizando en Argentina: los protegemos contra posibles robos, pero también supervisamos sus condiciones de conservación, temperatura y humedad para garantizar que conserven sus propiedades y puedan ser consumidos con totales garantías de salud alimentaria”. Y añade: “En este escenario de poderes difusos y gran desorden mundial, en un mundo fragmentado y polarizado en el que las amenazas se multiplican y, en paralelo, la gente quiere vivir más y vivir mejor, con menos sobresaltos, el reto es dotarnos de nuevas herramientas que nos permitan protegerlo todo”.

¿Cómo se hace eso? Con innovación y una sólida base tecnológica. Practicando, como sugería Arcos en el terreno de la geopolítica, un pensamiento creativo y prospectivo que se anticipe a las amenazas y fortalezca las defensas. De ahí que, tal y como explica Abós, Prosegur esté adaptando su modelo de negocio partiendo de una nueva base conceptual: proporcionar a su plantilla de expertos en seguridad todo un arsenal de tecnologías inteligentes y conectadas que aprovechan los datos de manera estratégica.

Con innovación y una sólida base tecnológica, Prosegur ha conseguido integrar las amenazas híbridas en su plan estratégico.
Con innovación y una sólida base tecnológica, Prosegur ha conseguido integrar las amenazas híbridas en su plan estratégico.PROSEGUR

Abós añade que la clave consiste en concebir “la seguridad como un servicio flexible adaptado a las necesidades específicas de cada cliente”. Un traje a medida: “Ellos nos dicen qué quieren que protejamos y nosotros realizamos un diagnóstico lo más preciso posible de posibles amenazas y diseñamos una estrategia de prevención y respuesta”. El sistema es híbrido también porque combina, según descripción de Abós, “personas, tecnología y datos”. Los primeros, los vigilantes, aportan la necesaria dosis de “experiencia e inteligencia contextual”. Y su eficacia cuenta con el auxilio de la tecnología más innovadora potenciada por un modelo global de datos e inteligencia que permite hacer frente tanto a lo previsible como a lo disruptivo: “Debemos estar preparados, porque el cambio que se está produciendo es exponencial”, explica Abós. “Estamos en un momento en que hay que extremar la consciencia situacional para poder detectar señales que se conviertan en alertas tempranas. Y, a la vez, entender las tendencias subyacentes que permitan dibujar y revisar escenarios futuros”.

Centrales de videovigilancia con sistemas de analítica de vídeo dotados de inteligencia artificial y aplicaciones prácticas de nuevos desarrollos tecnológicos, en áreas como la robótica o el internet de las cosas, forman parte de este enfoque híbrido

Centrales de videovigilancia con sistemas de analítica de vídeo dotados de inteligencia artificial y aplicaciones prácticas de nuevos desarrollos tecnológicos, en áreas como la robótica o el internet de las cosas, forman parte de este enfoque híbrido. “Ese es el concepto con el estamos desembarcando en Estados Unidos, el mercado de seguridad privada más grande del mundo”, explica Abós.

Todo muy en la línea de la receta global que promueve el Centro Europeo de Excelencia del que forma parte Rubén Arcos: “No podemos prever todas las amenazas potenciales, pero sí entender mejor qué sucede para potenciar nuestra capacidad de respuesta y reducir nuestras vulnerabilidades”. En última instancia, se trata, como señala Colom, “de movernos con inteligencia en un entorno convulso y volátil y encontrar una manera flexible de que prevalezcan nuestros valores y nuestro modelo de sociedad”. De preservar aquello que nos resulta valioso, ya sea nuestra democracia, nuestro buen nombre, nuestra propiedad intelectual o nuestros brotes de soja.

Sobre la firma

Miquel Echarri
Periodista especializado en cultura, ocio y tendencias. Empezó a colaborar con EL PAÍS en 2004. Ha sido director de las revistas Primera Línea, Cinevisión y PC Juegos y jugadores y coordinador de la edición española de PORT Magazine. También es profesor de Historia del cine y análisis fílmico.

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