Soledad, incertidumbre y problemas para desconectar: así es la ‘cara B’ de los nómadas digitales
Cada vez son más los profesionales que buscan trabajar viajando, una opción más satisfactoria que la de los empleos tradicionales, pero que tiene sus propios desafíos. Y no, no vale para todos
Cuando Rubén Señor y Lucía Sánchez (Algo que recordar) comenzaron con su proyecto de vida hace 10 años, el concepto de nómada digital ni tan siquiera existía. Dedicados los dos al marketing, y con una común pasión por los viajes, solo tenían una cosa clara: querían hacer precisamente eso, pero les costaba arrancar. Y una noche, después de cenar y frente a una botella de vino, vencieron las últimas dudas y compraron aquel primer billete con destino a Pekín: “Solo queríamos viajar. Después, ser dueños de nuestro tiempo y nuestro rumbo se convirtió en una necesidad”, recuerda Señor. China, Japón, Chile, India, Estados Unidos, Sudáfrica, Camboya y Colombia son solo una pequeña muestra de los destinos que han visitado. Ninguno de los dos (y, si le preguntaras a Koke y Tindaya, sus dos pequeños niños viajeros, probablemente tampoco) contemplan otra forma de vida, y en ello concuerdan con la mayoría de nómadas digitales: el 92 % de ellos se siente muy satisfecho con su trabajo, frente al 68 % de las personas con empleos tradicionales, según el informe de MBO Partners State of Independence 2022.
Las ventajas más evidentes de ese estilo de vida (que implica trabajar viajando gracias a la tecnología) pasan por un alto grado de libertad que permite decidir no solo desde dónde se trabaja, sino también cuándo parar, moverte o descansar. Pero se trata también de una experiencia “que te abre la mente a nuevas formas de hacer las cosas; te convierte en una persona extrovertida, con ganas de aprender de otras culturas y personas; te ayuda a ser una persona más responsable y comprometida; y te hace enfocar las cosas con una actitud positiva, con energía y felicidad”, explica Carla Gil, nómada digital y experta en Recursos Humanos en el ámbito de las startups.
¿Ha influido la pandemia en la expansión de este fenómeno? Sí, sin duda. En Estados Unidos, por ejemplo, el número de nómadas digitales con trabajos tradicionales subió un 9 % en 2022 (de 10,1 a 11,1 millones); pero es que en 2020 ese número ya se había duplicado, y en 2021 se incrementó en un 42 %. En cuanto a las áreas profesionales, y según el informe de MBO Partners, las más comunes están relacionadas con las profesiones TIC (21 %); los trabajos creativos (12 %); la educación y la formación (11 %); ventas, marketing y relaciones públicas (9 %); finanzas y contabilidad (9 %) y consultoría, coaching e investigación (8 %). Un 69 %, además, afirma tener la intención de mantener este estilo de vida durante los próximos dos o tres años. Pero, con todo, se trata de una opción que no vale para cualquiera, porque no todo es trabajar desde playas paradisíacas o frente a montañas o lagos. La cara menos visible también habla de soledad, de problemas para desconectar o de relaciones personales.
Aproximadamente cuatro de cada 10 nómadas digitales (un 41 %) afirman que su estilo de vida afecta a su capacidad para mantener relaciones sentimentales, un porcentaje similar al de aquellos que afirman sentirse solos “a menudo o siempre”, según se desprende del estudio El lado oscuro de ser un nómada digital [2023], de Passport Photo Online, basado en las opiniones de 950 de estos nómadas. El derecho a la desconexión digital tampoco es sencillo de conseguir, porque esa libertad para trabajar cuando y desde donde uno quiera tiene muchas veces otra cara: la del 44 % de los encuestados que reconoce trabajar más horas que antes, muchas veces durante los fines de semana, contestan correos fuera de su horario laboral y llegan incluso a sentirse culpables por tomarse tiempo libre o desconectar del trabajo (esto, en un 83 % de los casos). Seis de cada 10, no obstante, trabajan 40 horas o menos.
Ser conscientes de los desafíos
Para Señor, el peor compañero de viaje fue siempre la incertidumbre, “la cara B de la seguridad que ofrece una vida normal. Somos dueños de nuestro tiempo y nuestros movimientos, pero también nos metemos en muchos proyectos que no salen... Al final es un tema puramente económico, pero si puedes con ello no es tan difícil de llevar”, explica. “Y luego está el tema de ver más o menos a la familia; pero hay gente que tiene una vida muy sedentaria y que la ve incluso menos que nosotros”. La sensación de “estar perdiéndose algo” (Fear of Missing Out, FOMO, en inglés) es sin embargo muy común entre los nómadas digitales.
“Lo más difícil para mí es estar lejos de los amigos y de la familia, y perderme momentos importantes”, admite Gil, hoy responsable de Personas y Cultura en Prophero. “Al principio echas de menos una cena con amigas, o una celebración de cumpleaños... pero, con el tiempo, te paras a pensar que tú has elegido ese estilo de vida que llevas, y que esos momentos estarán ahí cuando vuelvas”. Desde que supo que su vocación eran los recursos humanos, se centró en buscar proyectos que le permitiesen compaginar el trabajo con la pasión por viajar, y su carnet de viaje lleva, por ahora, “sellos” de Tailandia, Bali, Australia, Estados Unidos, Portugal o Ibiza. La seguridad personal, las dificultades derivadas de la diferencia horaria y la logística son otros de los aspectos a tener en cuenta.
“Para mí, lo más complicado ha sido aprender a gestionar el ritmo de viaje, porque al final estás más expuesto a que te pasen cosas. Y la incertidumbre del día a día es maravillosa, pero a la vez me genera cierta ansiedad, sobre todo cuando tienes que gestionar un negocio”, confiesa por su parte Isabel Bofill. Ella comenzó su trayectoria profesional como especialista en Nutrición, pero en su transición hacia el nomadismo se formó (y transformó) en consultora y estratega de marketing digital, mientras que Josué Pérez, su pareja, es formador en cocina vegana. España, Francia, Alemania... Ambos reconocen que las dificultades para tener un círculo social estable es otro de los desafíos, como también lo es, para ellos, la dificultad de hacer ejercicio de forma regular o el espacio. “Y no porque tengas menos espacio para guardar cosas, lo que para mí es en realidad un aspecto positivo [viajan en una autocaravana] porque vivimos con mucho más de lo que necesitamos y consumismo a golpe de click (…), sino porque convivir dos personas y un perro en un espacio tan pequeño limita el tiempo individual y hace que tengamos que ir más compaginados a la hora de comer y dormir”, explica.
¿Es un plan de vida para mí?
Ser nómada digital no es, en cualquier caso, un plan de vida que valga para todos. “Lo único que tienes que saber antes de lanzarte es que, si quieres vivir viajando y ser dueño de tu tiempo, tienes que hacerlo. No te puedes quedar con eso dentro, porque te va a pasar factura. Eso sí, si no lo sientes, si estás feliz con la paella familiar de todos los domingos, no te dejes llevar por las modas y por las redes. No lo hagas; no lo necesitas”, aconseja Señor. Y, por supuesto, si tienes dudas... lo mejor es probarlo: “Yo recomendaría vivir primero la experiencia, de alguna forma. Alquilando, pidiendo un vehículo prestado si conoces a alguien que lo tenga, haciendo un intercambio de unos días... Hay muchas formas, pero hay que probar”, sostiene Gil. Páginas web como Planet Nomad son también un buen punto de partida para informarse de todo lo necesario, incluyendo la posibilidad de buscar empleos para poder trabajar en remoto.
Luego, en la carretera, gran parte de la experiencia depende del poder disfrutar de una buena conexión a Internet. “En mi caso, suelo escoger ciudades que estén preparadas para nómadas digitales, y después busco espacios de coworking donde haya startups y donde pueda encontrar a gente con un ritmo de trabajo similar al mío. Eso me permite conocer a gente nueva y hacer networking”, cuenta Gil. “[Estos espacios] nos ayudan a tener casa y trabajo separados, y facilitan la misión emprendedora que tanta falta hace; poseen conexión a internet; cocinas; jardín; cervezas y almuerzos de vez en cuando... Y los precios son mucho más baratos que en una oficina”, explican también Pérez y Bofill. España, por su parte, se ha convertido en un destino muy popular dentro de este colectivo, y muchas ciudades (Canarias, Baleares, Madrid, Barcelona, Valencia...) han desarrollado ecosistemas específicos para atraerlos, con espacios de coworking, residencias de larga estancia y opciones de alojamiento económico en zonas rurales, además de las medidas impulsadas por el Gobierno, con creación de visados específicos y beneficios fiscales.
La planificación financiera, esencial
Aunque, de alguna manera, se trate de una forma de vida más económica, realizar una buena planificación financiera resulta siempre fundamental. “Siempre que viajas tienes que tener recursos financieros para empezar tu aventura, pero ayuda el que salgas ya de casa con un trabajo que te genere ingresos mensuales. Y, por supuesto, contar con un seguro médico internacional”, esgrime Gil. Señor y Sánchez, Rubén y Lucía, planificaron su primer viaje largo “de la forma más evidente: vendimos todo lo que teníamos, ahorramos lo que pudimos antes de irnos y ese dinero lo dividimos entre 365 días. De ahí salió nuestro presupuesto diario. Apuntábamos todos nuestros gastos rigurosamente, y, si un día nos pasábamos, al siguiente recortábamos. Y luego nos dimos cuenta de que, en contra de lo que pensábamos, podíamos ganar dinero viajando y quisimos alargar el viaje. Ya no había vuelta atrás”.
Bofill, por su parte, recomienda dedicar tiempo a establecer un plan financiero que contemple cuestiones como cuánto vas a necesitar para vivir cada mes, cómo lo vas a conseguir, los ahorros de que se dispongan o los medios para generar ingresos. Un plan que, en cualquier caso, “no vale solo para los nómadas digitales; así debería ser en general en la vida. Tampoco se nos enseña educación financiera en el sistema educativo actual, a controlar tus gastos, a invertir, ahorrar y generar tu propio dinero. Así que luego lo que pasa es que la mayoría de la gente no controla sus finanzas, sino que son ellas las que te controlan a ti”. Por último, conviene también no perder de vista la responsabilidad fiscal, porque los nómadas digitales no están exentos de ella y las normativas impositivas pueden ser complicadas en muchos países: hasta un 84 % de los encuestados en el estudio de Passport Photo Online reconocieron haber tenido que afrontar problemas fiscales en alguna ocasión.
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