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Hacer coladas ecológicas desde el móvil ya es posible

Wosh aspira a replicar el modelo de expansión de otras lavanderías urbanas basándose en la sostenibilidad

Wosh lavanderia
Juan Ruiz (izquierda) y Ramón Plans, fundadores de Wosh.

Para averiguar si en las lavanderías había realmente un maná, los emprendedores barceloneses Ramón Plans y Juan Ruiz se animaron a comprobarlo por su cuenta. Acumulaban, respectivamente, 12 y 6 años de experiencia en puestos directivos en el fabricante de maquinaria para lavanderías Girbau, con sede en Vic, así que cuando en 2019 fundaron Wosh pensaron que entre tanto proyecto similar partían “con cierta ventaja”, señala Ruiz a través de una videollamada. La comparativa con el puñado de competidores es relevante, ya que su estrategia es la habitual en estos negocios: diseño de centros de lavado y venta llave en mano a franquiciados. Sin embargo, van un paso más allá en el capítulo de sostenibilidad, algo posible por su conocimiento de la maquinaria que ofrece el mercado.

“Se hace mucho énfasis en que las lavanderías contribuyen a reducir el gasto de agua y el consumo eléctrico, y es verdad, pero se habla poco de la importancia de los buenos productos de limpieza y de emitir menos microplásticos”, expone el emprendedor. Argumenta que esto último supone, sin embargo, “el mayor desafío medioambiental del lavado”. Aproximadamente un tercio de los microplásticos de los océanos procede de hacer la colada y su reducción sólo es posible con una mejora de los equipos. Wosh cuenta para ello con tecnología de la multinacional alemana Miele, a partir de la que innova en el lavado: “Nuestra fortaleza está en usar productos biodegradables y en haber implementado procesos con los que lavamos de un modo óptimo hasta trajes de lana y vestidos de seda”.

Los usuarios de tintorerías son, precisamente, uno de los nichos de mercado que atacan. Con estos negocios en el punto de mira por el percloroetileno, una sustancia nociva que a menudo utilizan para los lavados en seco, en Wosh argumentan que a través de su aplicación móvil se solucionan dos necesidades con un único servicio. Junto con la colada semanal que se recoge y entrega en el domicilio, el cliente también puede incluir prendas o conjuntos más delicados que a menudo se llevan a estos establecimientos. Al operar sobre distintos factores del lavado, como la acción mecánica, la marca evita los daños sobre las prendas que el cliente busca sortear con limpiezas en seco. La estrategia, de hecho, también la utilizan con empresas. Cinco de sus 10 tiendas no son franquicias levantadas desde cero, sino tintorerías actualizadas.

La marca está presente en Barcelona, Madrid, Burgos y Canarias, y en 2020 facturó 500.000 euros. Sus franquicias cuestan entre 79.500 y 175.000 euros más IVA, y los royalties ascienden a un 7% de la facturación. En 2021 cerraron en 600.000 euros y para este año prevén ingresar 1,5 millones. Pese a que no tenían previsto dar aún entrada a inversores, han captado más de un millón de euros para acelerar el crecimiento. “Nos dimos cuenta de que, con franquicias, es importante ir rápido al principio”, resume Ruiz, que no revela el ingreso total de las tiendas franquiciadas, pero apunta que las “ya consolidadas” facturan “entre 10.000 y 25.000 euros mensuales”.

Gracias a márgenes por servicio de hasta un 85%, las lavanderías urbanas viven un bum desde hace años. A Ruiz, competidores como Jeff, antes Mr Jeff, con 800 tiendas en 25 países, o Wash­rocks, con un modelo híbrido que incluye asociarse con otras lavanderías, no parecen preocuparle. “El negocio es inmenso y, además, en nuestro segmento, el wet cleaning [el que evita el percloroetileno y otros disolventes tóxicos], apenas hay unas decenas de tiendas en España”, resume. Wosh ofrece suscripciones de 59,90 euros mensuales a particulares, que incluyen una colada semanal. Un 30% de sus ingresos, sin embargo, proceden de pequeños negocios que por volumen no precisan acudir a túneles de lavado.

La empresa, que tiene ocho empleados y externaliza la mayor parte de los servicios, prevé mantener bajo gestión propia una de sus lavanderías en Barcelona, la de la calle de Pau Claris (Eixample). “Nuestra idea es no exportar a las tiendas nada que no hayamos probado previamente”, justifica el empresario. Wosh devuelve las coladas a las 48 horas de la recogida y provee a los franquiciados de un triciclo eléctrico de carga para las recepciones y entregas próximas.

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