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Berria Bike: cómo una lesión retiró a un ciclista profesional y moldeó a un pujante empresario de las bicicletas

David Vitoria fundó esta firma de bicis de alta gama en 2011 tras tener que dejar el profesionalismo. Ya factura más de 10 millones desde Villarrobledo (Albacete)

Matteo Allievi
David Vitoria Berria Bike
David Vitoria, fundador de Berria Bike, sujeta el marco de una bicicleta.Juan Perez Oliver

Cuando David Vitoria ganó con siete años su primera carrera de ciclismo en un circuito local de Locarno (Suiza), no se imaginaba que dentro de treinta años iba a dirigir una marca especializada en bicicletas de altas prestaciones. Tras participar en competiciones internacionales —la Vuelta a España, el Giro de Italia y el World Tour, entre otras, en equipos como Phonak, BMC y Footon Servetto—, una lesión grave le obligó en 2010 a renunciar a su afición más grande y a replantearse su futuro. El año siguiente, junto a su hermano, se lanzó al emprendimiento y fundó la empresa Berria Bike, que en 2021 duplicó su facturación y rompió la barrera de los 10 millones de euros.

Ante la imposibilidad de volver a la competición, David Vitoria tuvo que reinventarse. “Cuando estás al máximo nivel con los mejores del mundo en las carreras más exigentes, tienes que estar al 100% de tus capacidades. Es como si tienes un motor y te quitan un pistón, pues tu rendimiento baja. Imagínate que tienes 24 años, desde joven te entrenas y luchas para conseguir este sueño y, de repente, se trunca”, apunta. Al contar con un alto conocimiento técnico sobre el mundo de las dos ruedas, vio la oportunidad de quedarse vinculado al sector como fabricante de bicicletas y poner su bagaje de ciclista profesional a disposición del usuario.

Hijo de inmigrantes españoles, Vitoria heredó la pasión por la bici de su padre. Siempre veían las competiciones juntos en la tele y el hecho de haber pasado su adolescencia en Suiza, a 12 kilómetros de Italia, tuvo un papel relevante. “La cultura del ciclismo allí es muy fuerte: tú vas a una carrera de juveniles a España y están tus padres, la tía y el abuelo. Te vas a Italia y se vuelca el pueblo. Hay una cantidad de público impresionante”, cuenta. El mismo nombre de la empresa viene de una historia relacionada con su familia: “Un día, mi padre, mientras entrenaba, corría detrás de unos camiones de la marca Barreiros y una persona en el pueblo que le daba apodos a todo el mundo empezó a llamarle Berria”. Así, cuando tuvieron que elegir cómo llamar la marca, optaron por algo propio y, con el tiempo, se enteraron de que en euskera significa “nuevo” o “noticia”.

Tras el accidente, ya con la idea de emprender, se marchó un par de meses a Taiwán, el corazón industrial del ciclismo donde se produce la mayoría de los componentes. Allí, aprendió todos los secretos de fabricación del producto y empezó a construir su red de abastecedores que le permitió mover los primeros pasos del proyecto. Sin embargo, confiesa que el comienzo no fue fácil. Hizo la primera inversión tirando de recursos propios y familiares. “Fue un poco como el sueño americano. Arranqué con mi hermano en el garaje de nuestros padres en Ossa de Montiel, un pueblo de 2.000 habitantes cerca de Albacete. Montamos una cabina de pintura anexa para poner en marcha el proceso de fabricación y empezamos la actividad con unos 300 metros cuadrados”, comenta. A medida que su negocio crecía, alquilaron varios locales, hasta que se asentaron en Villarobledo, donde actualmente cuentan con una planta que puede llegar a producir hasta 80 bicicletas diarias.

Los hermanos Vitoria en la planta de fabricación de Berria Bike en Villarobledo (Albacete).
Los hermanos Vitoria en la planta de fabricación de Berria Bike en Villarobledo (Albacete).Juan Perez Oliver

La compañía tiene dos grandes ejes de desarrollo a corto plazo: la internacionalización y la electrificación del producto. Según sus previsiones, al final del ejercicio fiscal en julio el mercado exterior representará en torno al 20% de las ventas, con el Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) como principal foco de expansión. Los dos hermanos tienen la vista puesta también en Italia, Francia, Alemania, y consideran que les queda mucho recorrido en Europa. “Es un mercado sin grandes problemas arancelarios con un buen poder adquisitivo que hay que explotar”, agrega Vitoria.

Berria Bike cuenta con más de 300 tiendas especializadas en todo el mundo, que luego reparten las bicicletas a los consumidores finales. El primer criterio para elegir los puntos de venta es “apostar por una zona donde no hay presencia, pero sí hay negocio” para luego sondear los posibles distribuidores que están dispuestos a trabajar con la marca. De momento, los clientes pueden hacer los pedidos solo en las tiendas físicas, aunque los empresarios no descartan abrirse al comercio online en el futuro. “Creemos que a medio y largo plazo los establecimientos seguirán siendo claves para vender bicicletas, porque agregan valor al cliente por el servicio, el mantenimiento y la puesta a punto. Sobre todo, para los modelos que requieren ciertos ajustes que solo pueden hacer manos expertas”, señala.

El auge del mercado eléctrico

Según David Vitoria, aunque la bicicleta tradicional seguirá teniendo un impacto muy grande, mayormente para uso deportivo, el mercado de las eléctricas está en plena ebullición. La marca ofrece desde hace años una colección de ebikes en el tope de gama y el próximo mes introducirá este modelo también en la media, con un precio de alrededor de 4.000 euros. El objetivo es abarcar un público más amplio, puesto que los dos productores piensan que la gama eléctrica está democratizando el uso de la bicicleta. “Ya no importa los niveles que tú tengas, sino la experiencia. Lo importante es que una persona de 50 años pueda hacerse una ruta espectacular con su hijo de 20, a lo mejor uno con bici eléctrica y el otro normal”, anota.

Entre los modelos tradicionales, la compañía opera tanto con bicis de montaña como de carretera, que se dirigen no solo a clientes que quieren competir en carreras, sino que también a aquellos que consideran el ciclismo como uno de sus deportes habituales y les apetece pedalear con un vehículo de altas prestaciones. “Eso sí, siempre decimos que Berria no es tu primera bici, sino tu segunda o tercera. Cuando el cliente quiere un producto más especializado es cuando entramos en juego nosotros”, añade el empresario. El presupuesto mínimo para una bicicleta en fibra de carbono ronda los 1.600 euros, mientras que los ejemplares más caros rozan los 12.000.

Para hacer frente al crecimiento de la demanda, la firma incrementó un 63% su producción durante el pasado ejercicio fiscal. Además, invirtió 350.000 euros en su planta de fabricación en Villarobledo y aumentó un 167% su equipo, que ahora está formado por 40 empleados directos, sin contar con los especialistas externos a los que recurre también para dinamizar el ecosistema empresarial de la llamada España vaciada. Tras cerrar el año pasado con una facturación por encima de los 10 millones de euros, prevé elevar sus ingresos del 58% dentro de este verano y acercarse a los 16 millones de euros en ventas.

A lo largo del último año, Berria Bike no ha logrado escaparse a las dificultades de abastecimiento, aunque ha intentado prever las ventas y adelantar los pedidos a los proveedores. “Ya no puedes dar por hecho que tienes todos los elementos para fabricar. Lo que hoy estamos gestionando ha sido planteado hace casi dos años”, apunta el fundador. En ningún momento han dejado de suministrar bicicletas, y para evitar retrasos de más de dos semanas con las entregas tuvieron que solicitar la mercancía por vía aérea. “Eso implica un aumento de los costes, pero no entregar es una oportunidad pérdida. Sin una hoja de ruta no eres capaz de captar oportunidades”, zanja el fundador.

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