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Sindicatos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Julián Ariza: el largo viaje hacia la libertad de un sindicalista honesto

Comisiones Obreras homenajea a uno de sus fundadores en la presentación de sus memorias

Comisiones Obreras Julian Ariza
Julián Ariza, líder sindical de Comisiones Obreras, junto a Unai Sordo, el secretario general.CCOO
Miguel Ángel Noceda

Julián Ariza y Nicolás Sartorius, dos veteranos sindicalistas y militantes izquierdistas, se dan un efusivo abrazo tras la intervención del segundo en la presentación de El precio de la libertad (Catarata, Fundación Primero de Mayo), un libro de memorias escrito por el primero, que subtitula Recuerdos de un antifranquista. “Fuiste imprescindible para el sindicato y para la democracia”, le ha reconocido Sartorius al acabar sus palabras después de haber recordado las andanzas clandestinas, su coincidencia en la cárcel de Carabanchel, el viaje a Roma (sin poder visitar Roma), los primeros pasos de las Comisiones Obreras y otras tantas cosas.

La presentación de El precio de la libertad fue aprovechada por la dirección del sindicato para homenajear a uno de los fundadores. Ya octoctogenario (nació en Madrid en 1934), le tocó crecer en los primeros años del franquismo. Comenzó a trabajar como ayudante en una farmacia de su barrio, Usera, a los 12 años y, con 15, entró en la cooperativa farmacéutica Cofares, donde pronto le dieron de alta (“soy uno de los sindicalistas con más quinquenios”) y donde se familiarizó con aquellas comisiones obreras en minúsculas, “espontáneas, finalistas y de vida efímera”, que se formaban para negociar algún conflicto o desavenencia y luego desaparecían.

Más tarde entró en la Perkins, empresa de motores donde se encontró con Marcelino Camacho y que hicieron mítica en la historia del sindicato. Allí las comisiones con minúsculas empezaron a ser no tan espontáneas hasta transformarse en las Comisiones Obreras, con mayúsculas. Se había producido la transición de aquel joven obrero que defendía a sus compañeros a un dirigente con conciencia de clase dispuesto a convertirse en un líder sindical, probablemente sin él saberlo. Lo cuenta con detalle en el auditorio que lleva el nombre de Camacho ante un público que peina muchas canas, después de escuchar (por vídeo o en directo) a viejos camaradas (Eduardo Saborido, Juan Moreno, Salce Elvira, Cristina Almeida...) y recibir el reconocimiento de muchos compañeros de viaje. “Creo que lo que animaba a la creación de este tipo de comisiones era el vacío de representación en el que, de manera natural, se buscaban vías por la que canalizar demandas y reivindicaciones”, cuenta Ariza. Un espacio que el PCE encontró apropiado para recomendar ingresar en el Sindicato Vertical y aprovechar las posibilidades legales para desarrollar desde dentro las futuras Comisiones. Puede decirse, por tanto, que las Comisiones Obreras, con mayúsculas, nacieron dentro del Sindicato Vertical.

La combinación de la industrialización que se produjo a partir de la creación del Instituto Nacional de Industria (INI), las migraciones del campo a la ciudad, el relevo generacional y el vacío de representación en un marco de demandas de mejora en las condiciones de vida y laborales eran el mejor caldo de cultivo. A ello se añadió el cambio de Gobierno en 1957 con la llegada de los tecnócratas, que daría lugar sin pasar mucho tiempo al Plan de Estabilización y a cierta apertura, sobre todo económica.

Luego ya vendrían las acciones; los contubernios en la Perkins, que presidía Joaquín Ruiz-Jiménez (luego le defendería en sus causas judiciales); la reunión en una finca de un hombre tan sospechoso como José María de Areilza; las detenciones tras persecuciones a veces rocambolescas (estuvo cuatro años en la cárcel); los jerséis de cuello vuelto; la lucha por crecer en las fábricas... “Aunque nos definimos como movimiento, éramos en todo caso un movimiento organizado entre cuyos objetivos estaba contribuir a la conquista de las libertades sindicales y políticas”, escribe Ariza, que no quiere dejar fuera de la paternidad del sindicato a Santiago Carrillo, el líder del PCE del que nunca se separó. Y aunque el nacimiento de las CC OO se data en diversos lugares (La Camocha, Laciana, Jerez...) él pone ese origen en la Comisión del Metal de Madrid en 1964.

La vida pública de Ariza se divide en tres etapas. La primera fue la de las comisiones en minúsculas formando tándem con Camacho (“Camacho fue mi maestro y compañero de fatigas”), con quien mantuvo una estrecha relación hasta entrados los ochenta, cuando se produjo el alejamiento por razones políticas que dio lugar a la escisión del PCE. De esa etapa, quizá la más romántica, Ariza reivindica la Transición (con mayúsculas) y los movimientos huelguísticos de 1976, ya muerto Franco, contra la pervivencia del régimen (“dirigidos por Arias Navarro y el ínclito Fraga”), y descalifica las críticas de Podemos que afirmaban que la Constitución pactada en 1978 era un “candado” que había que romper.

La segunda etapa es, precisamente, la de su ostracismo en el sindicato.

En la tercera etapa, la de “la nueva normalidad”, se le reconoce el papel de fundador y dirigente histórico. En ese periodo, en el que se han sucedido cuatro secretarios generales (Antonio Gutiérrez, José María Fidalgo, Ignacio Fernández Toxo y Unai Sordo), se le ha respetado mucho. Luego presidió la Fundación Primero de Mayo, hasta que decidió jubilarse de ese cargo y de su puesto en el Consejo Económico y Social (CES), del que hizo una especie de refugio durante 23 años y no ha dejado de producir informes y de luchar por la democracia.

Los corros

  • Relevo en la cúpula de Deloitte.  Fernando Ruiz deja, tras 13 años y varios meses, la presidencia Deloitte España en la que está desde los tiempos en que era Arthur Andersen. En ese tiempo, Ruiz tuvo que sortear la crisis originada en la multinacional de auditoría y consultoría y mantenerla en la cúspide de un sector con mucha competencia. Un periodo en el que el grupo ha pasado de una facturación de 398 a 890,4 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 124%. Asimismo, la plantilla ha pasado de 4.270 a 9.319 personas, es decir, más del doble (un 118%). Toma el relevo en la presidencia su amigo y colaborador Héctor Flórez, con el que comparte madridismo.
  • El sector turístico, en busca de la excelencia. El sector turístico reclama el impulso definitivo de la colaboración público-privada que le haga recuperar, de forma definitiva, la pujanza de antes de la pandemia y lograr la excelencia, según se las conclusiones del VI Congreso Internacional de Calidad y Sostenibilidad Turística que se ha celebrado esta semana. Ha sido un punto de encuentro en el que el Instituto para la Calidad Turística Española, que preside Miguel Mirones, ha engranado las tendencias e intercambiado las experiencias necesarias para poner sobre la mesa las necesidades del sector.
  • Los desafíos de la empresa familiar. Solo el 10% de los miembros de la empresa familiar aspira a desempeñar un rol de emprendedor, según una radiografía de Esade y Lansberg Gersick Advisors (LGA). Los cambios en las necesidades y en los comportamientos del cliente (27%), la digitalización y adopción de las nuevas tecnologías (25%) o la incertidumbre económica (14%) son los principales desafíos de este colectivo, que preside Andrés Sendagorta. El estudio recalca que las empresas familiares necesitan combinar la tradición con la transformación digital y sostenible para asegurar su viabilidad.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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