Macron juega al gato y al ratón con EDF
El Gobierno francés pagará más de 7.000 millones de euros por hacerse con el 100% de la empresa, pero podría recuperar la inversión sacando a Bolsa la división de renovables
El Estado francés pone fin a la corta y desdichada etapa de EDF en la Bolsa. La administración del presidente Emmanuel Macron quiere tomar el control total del gigante energético de 35.000 millones de euros, en el que ya tiene una participación del 84%. Costará unos cuantos miles de millones de euros, pero puede que acabe siendo dinero bien gastado. Las acciones de EDF ya habían perdido una quinta parte de su valor este año antes del anuncio del miércoles, y han cedido tres cuartas partes desde su entrada en Bolsa en 2005. Si Macron se siente generoso, podría añadir una prima del 30% para los accionistas minoritarios. El Estado pagaría entonces algo más de 7.000 millones de euros por las acciones que no posee.
El Gobierno francés considera que es un precio que merece la pena pagar para que la industria nuclear, que genera dos tercios de la electricidad de Francia, tenga una base más sólida. Desde que salió a Bolsa, EDF se ha visto afectada por la intromisión del Gobierno, las luchas internas de la dirección y grandes retrasos y sobrecostes en las nuevas centrales. Lo que tendría que haber sido una gran ventaja en la peor crisis energética de Europa en décadas se ha convertido en una pesadilla empresarial. La mitad de los 56 reactores de EDF están parados, ya sea por mantenimiento programado o por problemas de corrosión no previstos. El golpe al beneficio bruto de explotación (ebitda) alcanzará los 16.000 millones de euros este año. La incorporación de EDF a la lucha del Gobierno contra la inflación, obligándola a vender energía barata a sus competidores, sumará otros 10.000 millones de euros de pérdidas.
Macron, que hace unos años quería reducir la cuota de la energía nuclear en el parque energético, ahora quiere que EDF construya 14 nuevas centrales. Esto se sumará a los 43.000 millones de euros de deuda neta de la empresa. La propiedad pública parece más adecuada para este tipo de obligaciones, así como para los largos plazos y riesgos asociados a las centrales nucleares.
Puede haber un punto positivo. El Estado podría recuperar el dinero que está gastando en los accionistas minoritarios si reactiva un plan para sacar a Bolsa la división de energía renovable de EDF. Valorada con un múltiplo de ebitda similar al de la empresa española Iberdrola, que tiene un gran componente de energía verde, podría valer hasta 8.000 millones de euros. Para Macron, sería un final más feliz para una saga lamentable.
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