Trucos para ahorrar agua en tu casa y en tu comunidad de vecinos
El bajo coste de este recurso tan escaso favorece su derroche, aunque distintos dispositivos están ayudando a reducir el consumo en las viviendas
España se seca. Tras el verano con menos precipitaciones desde 1965, el otoño se presenta con menos lluvias de lo habitual. La dura crisis energética desatada por la guerra de Rusia lleva meses centrando el debate. Los ciudadanos han visto cómo sus facturas de luz y gas se han disparado. La necesidad de ahorrar energía ha empezado a calar en la gente, aunque haya sido por las bravas y a golpe de decreto. ¿Qué pasa con el consumo de agua? La sequía es un mal endémico más silencioso, sobre todo porque es un recurso muchísimo más barato que la luz o el gas. En el año 2020, el precio medio del agua para uso doméstico se situó en 1,90 euros por metro cúbico y la factura supuso el 0,9% del presupuesto familiar, una de las más bajas de Europa, según datos de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS).
Pero la situación de estrés hídrico reclama medidas urgentes. “La gestión del agua es el reto más importante actual y especialmente crítico en países de clima cálido y con pocos recursos hídricos como es España”, señala Silvia González, directora de la compañía Aqua Ambient Ibérica y coordinadora de la Comisión de Aguas Grises y Pluviales de la Asociación Española de Empresas del Sector del Agua (Aqua España).
Pocos ciudadanos saben cuánto pagan por el agua que gastan. Tampoco conocen los litros empleados al poner la lavadora o el consumo que hace su comunidad de vecinos al regar los jardines. “El agua es barata, por lo que no es un problema económico para los ciudadanos; no es urgente, no saben si consumen mucho o poco”, dice Luis Martín, director de Hidrología Sostenible, consultora para un uso sostenible del agua en edificación y entorno urbano.
Aun así, se han dado algunos pasos gracias a la tecnología llegada al mercado en las últimas décadas, las ordenanzas municipales de ahorro implantadas en algunas localidades españolas y las campañas de concienciación ciudadana para cerrar el grifo. El consumo doméstico medio se situó en 2020 en torno a los 128 litros por persona y día, según AEAS. En 2001 eran unos 165 litros. Queda camino para alcanzar esa cifra de 100 litros diarios que distintos organismos internacionales consideran suficiente para que los ciudadanos de países desarrollados cubran sus necesidades vitales.
No se trata de ahorrar en euros, sino de evitar el derroche de un recurso que cada vez será más escaso. Hay multitud de acciones que se pueden hacer en las casas, desde las más sencillas, como ducharse en lugar de llenar la bañera con 200 litros de agua, hasta las más complejas desde el punto de vista tecnológico.
El primer paso lógico es comprobar si existen fugas. Una comunidad de vecinos puede malgastar unos 6.000 litros de agua al día por fugas internas, roturas no visibles de tuberías enterradas o filtraciones en piscinas. “Se estiman unas fugas en conducciones de agua potable que pueden ir del 4% al 25% en función del municipio de España”, señala González. Para detectarlas y que no lleguen facturas desorbitadas se puede colocar un dispositivo con uno o varios sensores de caudal. Con estos aparatos es posible ahorrar 2,5 millones de litros al año.
Grifos y cisternas
En el interior de las viviendas hay distintos sistemas de ahorro que no tienen un coste excesivo. Por ejemplo, los aireadores, que se colocan en la boca del grifo y que introducen aire en el chorro de agua. Según Habitissimo, su precio parte de 50 euros (los más sencillos de lavabo) y puede llegar a los 200. También hay reguladores de presión, que garantizan una presión máxima de 2,5 kilos por centímetro cuadrado durante todos los meses del año. Otra opción es cambiar el grifo antiguo por uno termostático, que permite obtener una temperatura constante del agua. Su coste medio es de 240 euros.
En los últimos años ha ganado terreno un invento que evita desperdiciar agua esperando a que esta se caliente. AquaReturn, que salió al mercado en 2013, es un pequeño aparato, diseñado y fabricado en España, que impide la salida del agua por el grifo hasta que no alcanza los 35 °C. Se coloca en cinco minutos sobre las llaves de corte del lavabo y permite ahorrar más de 10.000 litros por persona y año en una vivienda de 90 metros cuadrados. “Ya hemos superado los 1.000 millones de litros ahorrados gracias a nuestros clientes”, dicen en la compañía. En España tienen más de 800 puntos de venta y están presentes en otros 13 países. Cuesta 286 euros más IVA.
Importante es que las cisternas sean de doble descarga. “Mientras que en las antiguas eran de entre 9 y 12 litros, en las modernas la descarga grande es de 6 litros y la pequeña de 3, aunque existen inodoros que pueden bajar estos valores a 4 y 2 litros respectivamente”, señalan en Habitissimo.
Las casas o urbanizaciones con jardín tienen asegurada una factura mayor. “Es la parte que más agua consume”, dice Luis Martín, que ha realizado varias auditorías hídricas en edificios de pisos. Recomienda este experto hacer un buen diseño con plantas que consumen poca agua y que se instale riego por goteo y no por aspersión. “Regar con manguera es un despropósito”, zanja. Debe haber riego automático y fijar un calendario. En el caso de las piscinas, es imprescindible cubrir el agua cuando no se haga uso de ella.
Pero si hablamos de grandes reducciones en el consumo, las miradas se deben poner en dos tecnologías, que combinadas pueden conseguir hasta el 40% de ahorro, según González. La más eficaz —sobre todo, si se plantea antes de la construcción del inmueble— es la reutilización de aguas grises provenientes de duchas, bañeras y lavamanos que, una vez tratadas, se usan para los inodoros. “Representa un 21% del consumo de agua de una vivienda”, dice la ingeniera industrial Silvia González. La empresa Aqua Ambient ha hecho algunos trabajos en edificios de viviendas. Un ejemplo es la estación de reciclaje de aguas grises para el tratamiento de 10 metros cúbicos al día en Sant Adrià del Besòs (Barcelona), abasteciendo los inodoros con agua reciclada con un equipo centralizado instalado en el aparcamiento subterráneo.
La reutilización de estas aguas grises es viable. “Una familia de cuatro miembros genera unos 500 litros al día entre las duchas y lavarse las manos, es un volumen importante que se puede volver a usar”, cuenta Jade Serra, socia del estudio de arquitectura Slow Studio.
Sin embargo, el sistema de reutilización del agua de lluvia, que se emplea para, por ejemplo, el riego de jardines, es menos rentable y su implantación es anecdótica. “Es inviable desde el punto de vista de la pluviometría. No llueve bastante en España en comparación con el consumo que hace una familia y, además, la inversión es muy alta porque se necesitaría un depósito sobredimensionado, de unos 10.000 metros cuadrados, y el agua de lluvia hay que tratarla. No salen los números”, insiste Serra.
En Aqua Ambient han instalado alguno de estos sistemas en edificios de viviendas, sobre todo en Cataluña y Baleares, pero reconocen su complejidad. “El problema es que en España llueve poco y mal, de forma que o tienes limitación de agua o cuando llueve mucho no la puedes usar y se estanca”, explica González.
Por esto Jade Serra habla de dos medidas que, en su opinión, son más asequibles y fáciles de amortizar. “Una es hacer un consumo más consciente del agua y otra es reducirlo con inodoros secos, algo que se usa mucho en países nórdicos”. Se trata de baños que no requieren de agua para la evacuación de residuos. En su lugar se utiliza serrín u otros métodos de compostaje.
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