El cava se abre paso ante la falta de champán
Los productores del espumoso prevén una buena campaña de Navidad y unas ventas un 3% superiores en 2022
Hay quien se remonta a los felices años veinte para describir el momento que vive el mercado del cava. Tras la pandemia y las restricciones en la hostelería, desde mediados del pasado año se detectó en los consumidores un ansia de celebrar que hizo que el sector cerrara 2021 batiendo su récord histórico con 252 millones de botellas expedidas (+17%) pese al freno que supuso la variante ómicron durante la recta final del año, su temporada alta con entre el 30% y el 40% de las ventas. Ahora que llega la Navidad las burbujas siguen saltando por lo alto, aprovechando que su sempiterno rival, el más glamuroso y reconocido champán, cuenta con una limitada oferta que está llevando a las principales bodegas francesas a establecer cupos.
En algunas de las cavas de Sant Sadurní d’Anoia, la cuna de este espumoso que facturó más de 1.300 millones de euros el año pasado, también hay botellas que se venden por cupos, como ocurre en Gramona o en Sumarroca. “Desde junio hemos fijado cupos y frenado el crecimiento en algunos mercados internacionales porque con la producción que tenemos no podemos hacer otra cosa”, reconoce Xavier Gramona, vicepresidente de la marca, que actualmente produce las burbujas que comercializará dentro de seis años. Otras bodegas admiten que las limitaciones francesas les han permitido recibir pedidos de mercados donde les costaba entrar, describe Meritxell Juvé, consejera delegada de Juvé & Camps.
“Tenemos una ventana de oportunidad importante porque el champán necesita más crianza que el cava y hay poco”, mantiene Joaquim Tosas, al frente de Aecava, la patronal del sector. “Es un momento único porque la burbuja está de moda en el mundo, los cavas que tenemos son los mejores de la historia y hay escasez de champán. El cava [que ha aprovechado mucho peor que el champán y el prosecco italiano el empuje de la demanda internacional en los últimos cinco años] puede recuperar terreno a marchas agigantadas”, pronostica Sergio Fuster, consejero delegado de Raventós Codorníu. En los últimos 18 meses el consumo ha crecido. Los datos de octubre de Nielsen señalan que mientras el consumo de cava sube un 3,5%, el de prosecco baja un 0,3% y el del champán algo menos, agrega.
“El año 2022 está siendo bastante bueno”, explica Tosas. La exportación está tirando (cava es la denominación de origen española con más ventas en el exterior: el 71% del total, indica Damià Deàs, anterior presidente de Aecava y director de Vilarnau). Pero es el mercado nacional el que mejor se comporta una vez recuperado el turismo. Las ventas del sector crecieron un 10,6% en el primer semestre del año, un porcentaje que ha ido a menos y en septiembre se ha quedado algo por encima del 3%, según Javier Pagés, presidente del Consejo Regulador del Cava. Ambos esperan una buena campaña de Navidad que mantenga el crecimiento en el 3% o más. Se venderán 245 millones de botellas frente a los 238 millones de 2021.
El líder del mercado, Henkell Freixenet, que apuntaba hacia un crecimiento del 10% hace pocos meses, ya no lo ve tan claro porque en las últimas semanas ha percibido que el ritmo de venta anda retrasado respecto a otras Navidades. “Desde principios de diciembre vemos que los clientes empiezan a comprar más tarde de lo normal. Vamos con 10 días de demora y eso puede suponer que comercialicemos entre cuatro y cinco millones de botellas menos”, analiza Pedro Ferrer, coconsejero delegado de la compañía. “Con el incremento de la inflación se empieza a notar que el consumidor está más remiso”, apoya Fuster.
Los precios de las botellas de cava se han incrementado entre el 8% y el 10% de media, según Aecava, para paliar el aumento de costes de los insumos de los bodegueros, que se quejan no solo del encarecimiento a doble dígito del vidrio, el cartón, el aluminio o la propia uva, sino de los problemas de suministro que están sufriendo “que no hemos tenido nunca”, anota Juvé. “Es una batalla para que se mantenga el margen”, admite Ferrer. “Ahora el reto es cómo financiar el crecimiento porque producir una botella cuesta casi el doble que en 2019″, expresa Joaquim Tosas.
Botellas más caras
Sin embargo, el sector está satisfecho porque el cliente apuesta por burbujas de mejor calidad y ello contribuye a disminuir la estacionalidad del producto, el eterno reto de los cavistas. Hasta septiembre, los cavas ecológicos crecen un 64% y los de guarda superior (reserva, gran reserva y paraje calificado) más de un 20%. “Llevamos mucho tiempo intentando consolidar la alta gama. Y ahora lo importante es que el sector ha entendido que no puede competir por precio sino por calidad”, mantiene Juvé, que va a alargar sus crianzas (el 90% con más de 25 meses). Las bodegas están echando el resto apostando por sus botellas premium. “El objetivo final de nuestra estrategia es elevar la categoría del cava y recuperar la ventaja frente al champán”, destaca Fuster. “La apuesta por el valor nos ayuda con los márgenes en un momento en que los costes están disparados por la inflación”, agrega.
Es el reciente rumbo tomado por la DO Cava tras una nueva segmentación y zonificación, con un fuerte enfoque hacia la sostenibilidad del territorio, indica Pagés, tal y como alentaron las bodegas de alta gama que abandonaron la denominación y se constituyeron en torno a Corpinnat. Las 11 bodegas de esta asociación, anteriormente presidida por Xavier Gramona, están en conversaciones con el Consejo y la patronal “para ordenar la oferta del mercado de manera que el consumidor la pueda entender”, en palabras del representante de Gramona.
Un mercado muy fragmentado
Desde 2009 el número de empresas elaboradoras de cava no deja de disminuir. En 2021 se quedaron en 205 tras un descenso del 1,9%. Entre ellas hay grandes bodegas, como Henkell Freixenet, que facturó 1.326 millones de euros el pasado año, o Raventós Codorníu, que vendió por valor de unos 215 millones de euros. Pero ante todo el sector está compuesto por pequeñas empresas. Juvé & Camps es una de las que más facturan: unos 25 millones de euros. Le sigue un gran ramillete de bodegas que se mueven entre los 14 millones de Gramona o los 7 y 8 millones de Sumarroca y Vilarnau. Y algunas cooperativas que ganan peso en el sector, según el presidente de la denominación de origen, Javier Pagés. Y tras ellas un enorme conjunto de pequeños elaboradores que apenas mueven cientos de miles de euros.
Aunque la subida de los costes está poniendo en problemas a algunas empresas, en palabras de Pagés, otras como Freixenet están a punto de finalizar una nueva línea de producción en la que ha invertido 15 millones de euros, a los que se sumarán otros tantos en los próximos cuatro o cinco años para incrementar su capacidad de producción.
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