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Adriana Domínguez (Adolfo Domínguez): “A mi padre le daba pena que sus hijas no hicieran la mili”

Adriana Domínguez, presidenta de Adolfo Domínguez, cambió su carrera de actriz por la empresa

Adriana Dominguez
Adriana Domínguez, presidenta ejecutiva de Adolfo Domínguez.MIGUEL RIOPA
María Fernández

Adriana Domínguez, presidenta de Adolfo Domínguez, está entrenada en la resistencia. Estudió en los mejores centros nacionales e internacionales, habla cinco idiomas, vive entre dos ciudades, y cambió su carrera de actriz por un salto de obstáculos en el grupo gallego de moda.

Pregunta. ¿Qué recuerdos tiene de cuando era pequeña?

Respuesta. El de la sastrería de los abuelos. Mis primas y mi hermana jugábamos en el sótano, en la esquina de la avenida de La Habana de Ourense. Me iba a recoger el chico de los recados, de modo que estaba integrada como un recado más (risas).

P. ¿Cómo fue esa infancia?

R. Cambié bastante de colegios. En Ourense estuve en las Franciscanas y Concepción Arenal, y desde los ocho años, interna en el extranjero. Cada dos años cambiaba de centro, para mí es un recuerdo muy bonito.

P. Pues internado suena a trauma.

R. No, en absoluto. Era más bien rollo Harry Potter, me encantó.

P. Dicen que su padre era muy exigente con usted y sus hermanas.

R. En verano nos ponía a hacer tres cosas: dibujo, piano y natación. Lo hacíamos nosotras y él supervisaba luego. Nos decía que, como tenía tres hijas, no íbamos a hacer la mili. Y le daba pena, porque creía que había ciertas enseñanzas que nos íbamos a perder.

P. Tengo entendido que les montó un entrenamiento de verdad.

R. Hizo construir en la finca una plataforma como de cinco metros de altura de la que pendían cuerdas y palos. Nos hacía subir y bajar. Decía: “Si hay una guerra y os tenéis que tirar de una cuerda desde un helicóptero, no podréis decir que no sabéis”.

P. ¿Le gustó su carrera?

R. Hice Empresariales en Icade (Universidad Pontificia de Comillas), y en Francia (Cesem) aunque hubiera preferido estudiar humanidades. Tenía un padre diseñador que me dijo que eso no tenía salida… el mundo ha cambiado mucho. Muchas carreras que antes parecían que no tenían salida, ahora la tienen: diseño y patronaje, por ejemplo. Los Jesuitas, en la carrera, incluían contenidos de ética y valores. Con los años me he dado cuenta de lo importante que es tener una visión de construcción de la sociedad en la que estás, en el medio y largo plazo. Para el mundo de los negocios la ética es muy importante.

P. Y llegó la interpretación.

R. Quería estudiar cine, como había estudiado empresariales pensé en que una secuela lógica sería dedicarme a la producción. Pero por el camino me desvié (risas). Iba a hacer un máster en Nueva York, me quedé de primera en lista de espera y mientras esperaba me puse a estudiar asignaturas sueltas del posgrado. Descubrí la interpretación [estudió en el selecto The Lee Strasberg Theatre Institute de Nueva York]. Me lancé y me fue bien, tenía 22 años. Hice cinco películas.

P. Compartió reparto con Geraldine Chaplin y Robert De Niro. ¿Qué se le pasó por la cabeza para querer volver a la empresa?

R. No seguí porque me gustaba mucho el oficio, pero no la profesión.

P. De Estados Unidos a España. ¿Cómo fue la vuelta a casa?

R. Tenía una pequeña empresa que colaboraba en la creación de marca y comunicación de Adolfo Domínguez. Al final esto también es contar una historia, la historia de una marca.

P. ¿Pero qué le hizo cambiar de idea?

R. No es tanto lo que me pasó a mí como lo que le pasó a la empresa. Estaba en un momento complicado, un poco al borde del abismo. Los que la queremos bien decidimos hacer algo al respecto, yo no era la única: accionistas, trabajadores, consejeros.. dijeron vamos a reordenar las piezas para que esto salga adelante.

P. ¿Los apellidos le ayudaron o le estorbaron?

R. Me entusiasma bastante mi familia. Mis abuelos eran muy conocidos en Ourense. Cuando vine a hacerme cargo de la empresa me paraban por la calle y me preguntaban si era una de esas niñas del Faro (así se llamaba la sastrería). Mis abuelos fueron una gente muy especial, tengo unas primas que han montado Bimba y Lola, unos tíos que han montado Sociedad Textil Lonia (desarrolla las marcas Purificación García y CH Carolina Herrera)… me parece que tengo una familia muy creativa, emprendedora, y que hace mucho por esta provincia.

P. Qué marcas admira además de la suya.

R. Me gustan mucho marcas como Ecoalf: cómo Javier Goyeneche empezó con una idea de limpieza de océanos y cómo ha atado todo, cómo convenció a los pescadores a reciclar… También me gusta mucho The North Face, la californiana, el fundador de esa empresa escribió un libro titulado Deja a mi gente surfear. Tiene una empresa que contrata a gente forofa del deporte.

P. ¿Cómo gestiona el estrés?

R. No lo pienso mucho. La vida es energía, no tengo una expectativa de enorme tranquilidad, tampoco me estresa mucho estar en movimiento constante. He hecho meditación, yoga, pero me he dado cuenta que me gusta una práctica muy gallega que es salir al campo y pasear. Me relaja un montón. Lo intento hacer al principio o al final del día. Vivo entre Ourense y Madrid y me he asegurado tener campo en los dos lugares. Me gusta la huerta, tengo animales, gallinas, conejos y un perro.

P. Espero que el perro no sea cazador.

R. Está entrenado para no matarlas (risas), pero todavía tiene tentaciones. El mundo de tener animales y huerta me asienta.

P. ¿Y los fines de semana?

R. No me lleno de cosas, dejo que el tiempo fluya.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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