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Bacterias que consiguen depurar más rápido el agua

Cimico, liderada por Luis Larrea y su hija Inés, desarrolla tecnologías para tratar aguas residuales

Luis Larrea (primero por la izquierda) e Inés Larrea (tercera por la derecha, en primera fila), junto al equipo de su empresa Cimico.
Luis Larrea (primero por la izquierda) e Inés Larrea (tercera por la derecha, en primera fila), junto al equipo de su empresa Cimico.Gorka Estrada
Nacho Sánchez

La arquitecta Inés Larrea se había jurado a sí misma no volver a emprender. Tuvo una mala experiencia con su primera start-up, relacionada con el diseño de moda, y en 2018 decidió cambiar de tercio. Pasó a trabajar en Bellota Herramientas, donde ejercía de responsable del calzado de seguridad. Mientras tanto, su padre, Luis Larrea, se prejubiló. Dedicado durante años a investigar sobre tecnologías de tratamiento biológico de aguas residuales, diversas ingenierías le seguían pidiendo labores de consultoría para solucionar sus problemas. Iba tan bien que le propuso a su hija que dejase de lado el pasado para crear una compañía juntos. Así nació, en 2021, Cimico, empresa que trata aguas residuales urbanas e industriales con un sistema propio que les llevó a facturar medio millón de euros en 2022. Cifra que esperan duplicar en 2023 gracias a diferentes proyectos, tanto en España como fuera.

El equipo dirigido por la familia Larrea ha conseguido desarrollar una serie de biotecnologías que consiguen replicar la depuración natural y hacerla más intensiva. Han diseñado un sistema que elimina la materia orgánica, el nitrógeno y el fósforo disueltos en el agua gracias a la rápida reproducción de las bacterias que lo hacen posible. Éstas, que nacen de manera espontánea, se reproducen con velocidad gracias a que Cimico crea para ellas un buen entorno de desarrollo. Lo hacen gracias a unas pequeñas piezas esféricas de plástico creadas por la empresa —denominada lecho móvil Mobed— que flotan en el agua: es en las paredes de sus minúsculas celdas donde crecen las bacterias en forma de biope­lícula. “Y mientras más rápido lo hacen, gracias a las condiciones que creamos, mayor capacidad de depuración tienen”, asegura Inés Larrea.

Simulador matemático

Un simulador matemático calcula las variantes necesarias para su crecimiento. El resultado es un agua que puede llegar al mar o al cauce de un río sin generar ningún daño al medio ambie­nte. También es posible reutilizarla para riego o limpieza de calles e incluso para su uso en torres de refrigeración, como demostró la compañía cuando fue seleccionada por la aceleradora Cajamar Innova en 2022. “Al final, lo que hacemos es replicar lo que hace un río, pero de manera natural e intensiva”, insiste Larrea, que explica que la base de la tecnología que utilizan ya funcionaba en los años noventa, pero que han conseguido evolucionarla con innovaciones. “Es como los móviles: también existían hace 30 años, pero han cambiado muchísimo desde entonces”, ejemplifica.

La empresaria señala que su tecnología tiene dos grandes ventajas. La primera es que multiplica entre dos y tres veces la capacidad de depuración de las estaciones, “lo que permite tratar el mismo volumen de agua en la mitad o un tercio del espacio”. Así, una planta actual puede multiplicar por dos o tres su capacidad de depuración sin ampliar sus instalaciones; y una de nueva creación tendrá menos coste de construcción. La segunda ventaja es la reducción de consumo eléctrico gracias a la automatización de los sistemas, que analizan el ambiente para mantenerlo siempre idóneo para las bacterias, ajustando así las necesidades hídricas o de aire y utilizando menos electricidad. Aseguran que seguirán invirtiendo en innovación gracias a los siete millones de financiación que recaudaron el pasado verano. Hoy, en sus nuevas instalaciones del parque empresarial Zuatzu, en San Sebastián (donde se acaban de mudar) cuentan con 23 empleados, que serán 25 a finales de año.

Uno de los primeros trabajos de esta empresa a nivel urbano ha sido la estación depuradora de Riumar (Tarragona) y ya desarrollan uno más en Fuenteheridos (Huelva), mientras que en el industrial ya trabajan en numerosos sectores como la alimentación, textil, papelero o de hidrocarburos en distintos puntos de la geografía española. “Donde esté la industria, allá vamos”, añade Larrea, que destaca que siempre lo hacen de la mano de las grandes ingenierías que se adjudican los contratos y a los que Cimico presta servicios. Ahora quieren crecer a nivel internacional con especial atención al sur de Europa, México, Oriente Medio y norte de África.

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