Condenados por torturas dos policías de Barcelona
Los agentes acusaron falsamente a un detenido de traficar con drogas como represalia por una bronca en una discoteca
El guardia urbano Víctor Bayona trató de flirtear, sin éxito, con una joven rusa en la sala Bikini de Barcelona. Le dijo que era idéntica a la tenista Maria Sharapova. Pese a su ardid y su buena planta y condición atlética -el chico ha ganado la medalla de bronce en los últimos campeonatos para policías de Nueva York- la chica le dio calabazas. "No quiero hablar contigo, vete", le contestó. El agente lo tomó a mal, le tocó el culo y la llamó "puta". Un amigo de la joven, Yuri Sarran, acudió en su ayuda. Y se lió.
Ocurrió la medianoche del 6 de septiembre de 2006. Sarran golpeó con un vaso a Bayona, pero fue reducido por cinco amigos de este -también policías fuera de servicio- y trasladado a la comisaría. Allí, y como represalia por la bronca de la discoteca, fue apaleado, vejado y humillado por Bayona y por el agente Bakari Samyang. La Audiencia de Barcelona ha condenado ahora a ambos a dos años y tres meses de cárcel por un delito de torturas graves y a ocho años de inhabilitación absoluta.
Bayona le propinó "patadas y puñetazos" en la comisaría de la Zona Franca que, "desgraciadamente", señala la sentencia, "devino en un lugar de desprotección". Samyang, que practica elkick boxing, fue más allá: le golpeó con un objeto contundente en la cabeza, le apagó un cigarrillo en el hombro izquierdo, "le restregó la cara con un mocho de fregar" y amenazó con usar una pistola para "enseñarle un juego".
El joven, natural de Trinidad y Tobago e hijo de diplomático, no pudo identificar a los otros cuatro policías que también estaban acusados y que, por ese motivo, han sido absueltos. Los agentes no solo torturaron a Sarran; también le atribuyeron falsos delitos. El tribunal considera "increíble" la versión dada por los agentes: que la disputa se inició, no por una chica, sino porque el joven les ofreció hachís y les atacó cuando iba a ser detenido. Para la Audiencia no es creíble que un estudiante extranjero de Administración de Empresas, "que recibía constantes transferencias de dinero se dedique a vender hachís por 20 euros". Y que lo hiciera, además, "acudiendo a una discoteca con sus compañeros de clase". Los policías usaron una tableta de hachís de otro detenido y se la colocaron a Sarran ya en comisaría.
Además de "simular" el tráfico de drogas y "falsear el atestado", los policías le acusaron sin base de atentado a la autoridad, ya que en ningún momento se identificaron como tales. La sentencia, no obstante, no les condena por estos delitos porque las acusaciones no lo pidieron. Sarran -cuya versión de los hechos se considera "fiable"- ha sido absuelto de todos ellos, pero condenado por un delito de lesiones (arrojó un vaso) a ocho meses de cárcel.
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