Las elecciones venezolanas
No se recibieron artículos de partidarios de Chávez, pero debía haberse tenido una conducta activa en la búsqueda de estas opiniones, al margen de su resultados finales.
En los mensajes se extiende la crítica al seguimiento informativo. Ignacio Díaz-Roncero, por ejemplo, escribe, el chavismo, como fenónemo político y social, es un tema que tiene el poder de polarizar las opiniones hasta difuminar los puntos intermedios. Muchas veces parece que la única postura que las personas e instituciones pueden tomar frente a Venezuela es el pro o el antichavismo. No se trata aquí de negar la complejidad del asunto, o la necesidad - si el medio así lo percibe - de tomar posturas frente a hechos o políticas concretas. Preocupa mucho más que El País haya abandonado toda pretensión de imparcialidad para dedicar una cobertura mediática a todas luces anclada en el antichavismo. Luis González Sanz considera que mientras se vertían críticas a la gestión y figura del presidente Chávez, no las había en los perfiles del candidato. Es cierto, como cita este lector, que ha habido análisis optimistas sobre el atractivo electoral del candidato (sus programas sociales (..) no logran mitigar el rechazo que la mayoría de los venezolanos siente ahora por la vocación continuista del 'presidente-comandante'?). ¿Dónde estaba ese rechazo de la mayoría hacia un candidato que ha sacado ese mismo día 7.444.082 votos, superando a su opositor por casi 1.300.000 votos?, se pregunta el lector. Es evidente que una valoración tras conocerse los resultados no tiene los riesgos de hacerla en plena campaña, pero se infravaloró el atractivo electoral de Hugo Chávez. Con todo, Chávez ha obtenido 700.000 más que en 2006 con una participación histórica, la mayor en 30 años, y con una tremenda movilización de su electorado. Un candidato que el día de reflexión ofreció una rueda de prensa donde reiteró sus mensajes. Ruedas de prensa donde los periodistas que hacen preguntas incómodas son abucheados.
Otro aspecto es que las crónicas expongan críticas al régimen de Chávez. La contabilidad electoral ha sido limpia, como publicó este diario ("Es imposible que haya fraude en las presidenciales", se titulaba una entrevista a la presidenta del Consejo Nacional Electoral de Venezuela), pero Chávez maneja el gobierno con formas autocráticas. Y sería un error ignorarlo en las crónicas electorales. Como recordaba Le Monde, Chávez se hizo votar plenos poderes en 2010 y gobierna por decreto desde enero de 2011 dejando la nueva Asamblea sin poder. Transparency org coloca Venezuela en el puesto 172, en un análisis sobre la corrupción (de un total de 182 países, en una lista que se ordena por países de menos a más corruptos). La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, ha instado a Venezuela a reconsiderar su decisión de retirarse de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Ello podría suponer, según sus palabras, un serio revés para la protección de los derechos humanos en Venezuela y en toda la región. Reporteros sin Fronteras, en un informe presentado ante la comisión de Derechos Humanos del Parlamento europeo recordó, entre otros aspectos, que hacer una crítica o interpelar al poder se ha convertido en un insulto al pueblo o en un intento de desestabilizar a la Nación. Esta guerra mediática, que también incluye a las ONG, forma parte de la línea editorial de los medios públicos. Etcétera.
Por tanto, aunque no se reitere el fundamento de determinados adjetivos, como populista o caudillo en las crónicas, existen razones que justifican su empleo. El Libro de Estilo, a propósito de esta cuestión precisa que el uso de los adjetivos calificativos debe restringirse en los géneros más puramente informativos, en los que prima la objetividad. En estos supuestos, sólo se admiten los adjetivos que añadan información, y, en cualquier caso, es preferible sustituirlos por datos concretos. (…) En otros géneros, como reportajes y entrevistas, los calificativos pueden ser un elemento enriquecedor.
Como definió Stephen J. Berry, la objetividad es un método que consiste en ayudar al periodista a ver los hechos con tanta precisión como la fragilidad humana lo permite. La objetividad, que debe exigirse en la búsqueda y exposición de datos, no debe conducir a la asepsia.
El 7 de octubre se publicó un largo repertorio de estadísticas sobre los años de chavismo. En 1998 había un 50,4% de pobres y un 20,3% de pobres extremos. En 2011, la cifra bajará al 31,6% y al 8,5%, respetivamente. La tasa de alfabetización pasó del 90,9% en 1998 al 93,60% en 2010. La escolarización en el curso 2010-2011 ascendió en primaria al 93,2% y el 73,3%, en la secundaria. El desempleo en 1998 era del 16,6% y descendió al 7,9% en 2011. Pero, al mismo tiempo, el 43% de la población activa está en la economía sumergida. La inflación en 1999 era el 20% y se ha disparado al 27,9% en 2011. Y en 1998 se exportaron 3 millones de barriles y 1,6 millones ahora. Sin embargo, la compañía estatal ha subido su plantilla de 32.000 trabajadores a 105.000.
Por el contrario, sobre qué tipo de política hizo Herique Capriles durante sus mandatos políticos como alcalde o gobernador, el diario no ha ofrecido datos del mismo rango y ha centrado su atención en sus mensajes como candidato sin repaso de su trayectoria en el poder. Es lógico prestar más atención a la gestión del presidente que a la del candidato, particularmente cuando este logró introducir como tema central de la campaña la incompetencia del Gobierno de Chávez, tema al que éste tuvo que entrar "reconociendo errores y prometiendo ser un mejor presidente. Pero, aunque ello no merezca una atención idéntica a la trayectoria de Chávez, su ausencia explicaría en parte la percepción de los remitentes de las quejas.
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