Pujalte y Larrañaga, dos señoras de teatro
Las actrices se reencuentran en la obra 'Hermanas', de Carol López y premiada con un Max Una comedia equilibrada en la que te partes de risa y te parten el alma a partes iguales
De Amparo Larrañaga podría decirse que estaba predestinada a ser actriz. María Pujalte no recuerda que quisiera dedicarse a otra cosa. La primera nació en un familia repleta de nombres ilustres de la escena. A la segunda, su padre, funcionario público, le inoculó su admiración y amor por el teatro. El irónico humor de Amparo coloca las cosas en su sitio: “Eso solo significa que ya estás detrás de la puerta y que otros tienen que llamar a ella sin contactos”. María añade: “Lo importante es el amor al oficio, querer aprender”.
“De Amparo he aprendido profesionalidad, saber estar en un plató, paciencia y oficio"
Solo las separan tres años, pero María no olvida el día que llegó a la serie de televisión Periodistas y encontró a Amparo, que ya “era una señora actriz con mucha práctica. Fue casi lo primero que hice en televisión, y pensé: mira y aprende. De su profesionalidad, a saber estar en un plató, a tener paciencia…”. Debió de ser buena maestra porque Pujalte, después de 25 años, se atreve a afirmar que sí, su carrera pasa por un buen momento. A Larrañaga le gusta de María “que es divertida, pero trabajadora como yo”.
“De María me gusta que es divertida, pero sobre todo es una gran trabajadora como yo”
Ambas reconocen que la televisión y el cine son un maravilloso empujón para la popularidad de un actor. Pero ¡ay el teatro…! “Nos quedamos ahí, solitos con el público. Tú y tu responsabilidad”, dice Larrañaga. “Es lo único que no puede ser sustituido por ningún otro soporte”, añade Pujalte, “vive y muere en el momento. Es lo más cercano a la vida”. Dulce María, poderosa Amparo, vuelven a encontrarse sobre el escenario, en el teatro Maravillas de Madrid, como protagonistas de 'Hermanas', de Carol López. Emociones de familia cercanas, reconocibles, intensas, que llegan a través del difícil arte del humor medido. “El mejor vehículo para que el espectador se suspenda en el tiempo, se deje llevar y luego piense”. Palabra de cómicas
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