¿Qué nos queda?
Desde luego, si el señor Christopher Patten cree que Alemania es un país rico, con cerca de siete millones de personas cobrando la penosa cantidad de 450 euros de sueldo, ruego que España no llegue a tener nunca este tipo de riqueza que disfrazaría la penuria en la que vivirían miles de españoles. ¡Llegó Europa! Y con ella nos obligaron a sacrificar vacas para no producir en exceso, a no recoger la cosecha de los olivos, porque debíamos dejar que otros países tuvieran competencias… Después los eurodiputados con sus beneplácitos sueldos, viajes en primera, más dietas…
¿Y qué ha sucedido? Que ha quedado demostrada la desastrosa organización de la comunidad europea, creada con la soberana intención de mantener el beneficio de quienes tienen el poder. El argumento de una sola moneda ha quedado al descubierto, perdiendo toda credibilidad. Naturalmente, es muy fácil expresar opiniones cuando se tiene un suculento sueldo. Tristemente, solo hay una indignante realidad.
Nos han engañado. Nos han robado. Nos han decepcionado. Y lo que es peor: la herida provocada tiene difícil sanación. No hay fe, ni ilusión, ni convicción, ni apenas esperanza. Entonces, ¿qué nos queda?
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