Pena y vergüenza
Ahora que sabemos que Teresa Romero está libre del virus del ébola y que nadie me va acusar de frívolo, no quiero dejar de manifestar mi indignación por la incompetencia y falta de sensibilidad de las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid que ordenaron el sacrificio del perro Excalibur. No había, no hay ninguna razón para ello.
Lo sabíamos y se ha demostrado claramente con el caso de Bentley, el perro de Nina Pham, la persona infectada por el virus del ébola en Texas.
Tampoco es verdad que lo que han hecho en Estados Unidos no estuviera al alcance de la sanidad española o fuera un dispendio exagerado. Ha sido una cuarentena normal, correcta y que cualquier país medianamente avanzado puede realizar, y unas pruebas diagnósticas rutinarias. Hay que felicitar al departamento de Control Animal de la ciudad de Dallas y a la facultad de Veterinaria de la Universidad de Texas A&M por este trabajo bien hecho. Como se esperaba, los últimos análisis han demostrado que Bentley no está infectado y no elimina virus. Como veterinario, entiendo y comparto el dolor de Teresa Romero y siento vergüenza por actuaciones de este tipo.
Creo sinceramente que alguien debería pedir disculpas y asumir responsabilidades por este triste desenlace.— Lluis Ferrer.
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