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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Camino de una campaña insólita

El hundimiento de Rajoy y la hegemonía en la izquierda, elementos decisivos de 2015

Soledad Gallego-Díaz

Se acerca un nuevo año, con su poderoso calendario electoral, y en las sedes de los partidos se repasan ya los posibles escenarios. En todos hay dos dudas fundamentales: el grado de hundimiento de la figura de Mariano Rajoy y la relación de fuerzas en el centro-izquierda, porque de esos dos datos dependerá el resto de los escenarios posibles.

Según los sondeos, el PSOE corre el peligro de perder la posición hegemónica en el centro-izquierda a manos de Podemos, pero es pronto para cerrar ese análisis. En teoría, desempeñar frente a los votantes el papel de cambio, muy deseado socialmente, pero posible y moderado, no debería ser difícil, pero la situación social es ahora muy distinta, los socialistas tienen poco crédito y parecen poco cohesionados y, además, pueden pasar muchas cosas en el recorrido. Uno de esos percances puede ser el efecto de unas elecciones municipales que entierren la idea de un PSOE mínimamente ganador. Otro percance puede ser que se instale la idea de que el PSOE busca la gran coalición con el PP, con su demoledor efecto electoral.

En realidad, el PSOE sería el único que, en caso de ser primera fuerza parlamentaria, podría intentar un Gobierno minoritario. No sería fácil, pero, jugando a ser la centralidad, podría sobrevivir. Para este esquema necesitaría una minoría por encima de los 140 (ahora tiene 110). El Gobierno en minoría dificultaría el programa de reforma constitucional, pero no lo imposibilitaría.

Podemos es la gran incógnita. Situarse como primera fuerza en las primeras elecciones a la que acude sería una verdadera proeza

La posibilidad de un Gobierno encabezado por el Partido Popular es otro escenario posible, aunque difícil, por el insólito hundimiento de la figura de Rajoy, el político con mayor índice de rechazo de España. La posibilidad de renovar una mayoría absoluta está casi descartada y al PP, aunque consiguiera mantenerse como primera fuerza parlamentaria, le resultaría mucho más difícil gobernar en minoría.

Rajoy no representa ni la centralidad ni el ánimo de cambio. Tampoco es concebible que el PP sacrifique a su líder para ofrecer otro posible presidente, capaz de jugar a más bandas. Por el momento, su campaña se ha diseñado para buscar un enfrentamiento brutal con Pedro Sánchez y provocar el hundimiento del PSOE, un propósito que incluso dentro del PP algunos califican de irresponsable. Su esperanza es recoger alguno de los votos socialistas y evitar que este alcance la minoría suficiente. Eso explicaría los recientes nombramientos del PP y la dimisión forzada de Eduardo Torres Dulce. El nuevo director de RTVE y el nuevo portavoz parlamentario se caracterizan por su dureza y su capacidad de permanecer impávidos ante cualquier evidencia.

Podemos es la gran incógnita. Situarse como primera fuerza en las primeras elecciones a la que acude sería una verdadera proeza e indicaría un radical deseo de cambio en la sociedad española, algo que no está contrastado. Su principal problema es su inexperiencia en una campaña a cara de perro, y su principal baza, su enorme capacidad de hacerse presente en las redes sociales. En cualquier caso, su primer objetivo político será la hegemonía de la izquierda, engullendo a IU. Interesa especialmente comprobar qué presencia tendrá Podemos en Cataluña y en el País Vasco, donde desempeña un papel curioso: por primera vez existe una oferta radical no nacionalista.

Por supuesto, ningún Parlamento español está completo sin nacionalistas. El PNV, que ha recuperado con Urkullu la centralidad, puede aliarse con cualquiera, pero su escaso número (cinco escaños) le impide tener un papel marcado. Sin embargo, es fácil que se ofrezca a cualquier Gobierno, preocupado como está por una reforma constitucional que afecte al concierto vasco. En el caso del nacionalismo catalán, la situación es distinta porque, domine ERC o Convergència, es de esperar que los dos planteen inmediatamente una ofensiva soberanista.

De los otros grupos, UPyD sería el más capaz de presentar una hoja de servicios (su sólido trabajo parlamentario) que justifique su renovada presencia en el nuevo Congreso. No parece fácil, sin embargo, que alcance un tamaño suficiente como para resultar decisivo en alguno de los escenarios dibujados.

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