Sybilla regresa al origen
La diseñadora presenta en Madrid su colección para el próximo invierno y abre durante diez días una tienda efímera
En un día lluvioso que evocaba la mítica mochila-paraguas que diseñó en 1996 para Louis Vuitton, Sybilla Sorondo (Nueva York, 1963) regresó a la ciudad que vio crecer su inimitable estilo. La diseñadora presentó este jueves en Madrid su primera colección en una década e inauguró una tienda efímera que durante los próximos diez días venderá su producción para esta primera-verano. Con su habitual prudencia, pero avalada por el éxito de su parada en marzo en París, la diseñadora recordó que Madrid es medular en su propuesta. “Teníamos que estar aquí, aunque de otra manera, más improvisada, debía ser poco pretenciosa”, señaló rodeada de una serie de 100 prendas para el próximo otoño-invierno, todas dispuestas para “jugar, son para divertirse con ellas”.
Hace años, Sybilla sugirió que el fin último de la ropa no era cubrir nuestro cuerpo sino nuestra alma. Una necesidad que hoy, perdida en la pavorosa banalización de la moda, se ha vuelto más apremiante que nunca. Ayer era imposible no recordar esa vieja utopía: la capacidad imaginaria de la ropa, y también la capacidad de una singular creadora de renacer sin traicionarse a sí misma. Icono del Madrid de los años ochenta, siguiendo su propia estela, con algunas reediciones en la percha, la diseñadora ofreció lo mejor de ella misma. Una veintena de abrigos trabajados con paños, crepés y fieltros artesanales, una técnica antigua que ha recuperado en piezas tan sorprendentes como un abrigo que sin un solo corte es capaz de mutar en tres formas diferentes. “Una pieza envolvente, muy dramática”, señala una persona de su pequeño equipo ante el genial abrigo-escultura. Con el negro, el rojo y el beige como colores insignia, con el cachemir y los tejidos naturales como innegociable base de trabajo, con la versatilidad como gesto de elegancia, Sybilla volvió a demostrar que una misma prenda puede ser muchas, según algo tan intangible como el estado de ánimo de la mujer que la lleva puesta. “Me fascinan las mujeres, cada una con sus formas y su personalidad”, asegura ella.
El desembarco madrileño se ha organizado en un luminoso patio del siglo XIX de la calle de San Lorenzo, en una galería de arte está dispuesta la colección de invierno para el 2016 y en un invernadero la tienda efímera con la de este verano. Además, un taller permanente se ocupará durante todo el año de la ropa a medida y de las novias. “Nos estamos inventando el camino andando. Salimos con pocos medios y buscamos la relación directa con la cliente”, explica la diseñadora.
En París la respuesta comercial y de crítica superó todas las expectativas, además Olivier Saillard, el director del Palais Galliera, la seleccionó para la exposición Fashion Mix. Sybilla ha sido recibida como la hija pródiga que todos añoraban, por su tronco umbilical con Balenciaga, por su capacidad poética con la tijera y por las cualidades casi chamánicas de su mano. Algo que la especialista Laurence Benaim resumió al hablar de ella como una mujer “con el deseo de crear deseo a través de ropa”. Algo que la propia diseñadora desveló hace ya años: “Pintamos nuestro cuerpo con la ropa, intentando copiar la imagen de nuestro interior. Si puedes llegar a este punto quizá puedas olvidarte de lo que llevas puesto. Es este momento de paz y serenidad lo que yo considero la elegancia”.
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