El 21% de los jóvenes está en riesgo de ser adicto a las nuevas tecnologías
Un 1,5% sufre ya dependencia patológica de móviles y tabletas
Los jóvenes viven pegados al móvil. Es una extensión de sus manos, les conecta con el mundo y les hace sentirse integrados. Están enganchados al teléfono y, en algunos casos, esa dependencia ha derivado en adicción. Según un estudio sobre conductas patológicas en Internet, realizado por la ONG Protégeles, que colabora en programas de la Comisión Europea, el 21,3% de los jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto a las nuevas tecnologías. Y el 1,5% ya lo es. No controlan su conducta, lo que afecta al trabajo y a las relaciones personales.
Es el caso de Beatriz Valera, de 19 años y tecnoadicta. Los primeros síntomas de su adicción aparecieron a los 16: pasaba el día sin compañía, sola con el ordenador y el móvil. Empezó a suspender asignaturas y a descuidar a los amigos y la familia. Sus padres se preocuparon al darse cuenta de que nunca salía y solo hablaba de gente a la que conocía a través de la Red. “A mí no me parecía tan raro, es una forma como otra cualquiera de hacer amigos”, cuenta ella.
No es algo extraño: el 30% de los menores tiene contactos virtuales con personas a las que no conoce, según explica José María Selva, catedrático de Psicología. Inmersos en la Red, se conectan a lugares lejanos mientras se distancian de su entorno más cercano. Es un primer paso hacia la adicción a las nuevas tecnologías. “El porcentaje de adictos es muy bajo porque para diagnosticar esta patología tiene que haber un trastorno del comportamiento muy extremo”, explica Selva.
El miedo a perderse algo es una de las nuevas patologías de los jóvenes
Los tecnoadictos no entienden su vida sin estar al tanto de todo lo que ocurre en su entorno social, lo que puede llevarles a sufrir fomo (las siglas en inglés de 'miedo a perderse algo'). A través de las redes, están siempre pendientes de lo que hacen sus conocidos y eso les genera ansiedad porque creen que ellos están disfrutando más de la vida. La necesidad de sentirse parte de un grupo es lo que les engancha a estar conectados a la Red, según cuenta Ricardo Rodríguez, psicólogo clínico experto en adicciones.
La dependencia patológica de Beatriz Valera se tradujo en cambios de humor, aislamiento y una mala relación con sus padres. Sus progenitores intentaron alejarla de las redes y empezaron a castigarla sin utilizar pantallas (móvil, tableta u ordenador). Estos castigos agravaron la adicción de Beatriz, que al final derivó en una depresión y en problemas graves de ansiedad por no poder conectarse a Internet. La visita al psicólogo fue el siguiente paso.
España, a la cabeza de Europa
España es el país con mayor número de smartphones en la Unión Europea. Hay 23 millones de estos dispositivos. El 87% de la población española lo tiene a mano las 24 horas del día y el 80% admite que lo primero que hace por la mañana es coger su teléfono inteligente, según el informe La sociedad de la información en España 2014 de Telefónica.
El auge de las nuevas tecnologías ha modificado las conductas de comunicación. Según este mismo informe, el 35% de los españoles prefiere comunicarse mediante mensajes, mientras que el 33,5% se decanta por las llamadas telefónicas. Lo que ha pasado de moda es la comunicación en persona: solo el 24% de los españoles prefiere hablar cara a cara.
Para tratar a los tecnoadictos, lo primero es enseñarles el uso controlado del ordenador y el móvil, según Mariano Chóliz, profesor de Psicología especializado en adicciones tecnológicas. Más adelante se aplican tratamientos muy parecidos a los que se administran a drogodependientes, como separar a la persona del entorno en el que suele consumir. “Esto es muy difícil porque a veces necesitan el ordenador o el móvil para trabajar, y además hay conexión a Internet en cualquier sitio”, afirma José María Selva.
Los adictos que reciben tratamiento suelen tener entre 14 y 30 años, según los psicólogos clínicos consultados. Se trata de miembros de la generación millennial, los nacidos en la era digital. Las chicas tienden a estar más enganchadas que los chicos. Beatriz Valera se siente identificada con este perfil. Lleva casi un año en tratamiento y ahora siente que ha empezado a recuperar el control de su vida. “Lo más difícil para mí fue darme cuenta de que era una adicción”, reconoce. Hace poco tiempo que estrenó un nuevo móvil, pero, acorde con la terapia que está siguiendo, solo le dejan conectarse a Internet dos horas al día. “Ahora creo que muchos de mis amigos también están enganchados, aunque no lo saben”, añade.
Esta dependencia por las nuevas tecnologías es algo que no preocupa a los jóvenes porque la consideran propia del tiempo en el que viven. Hasta el 85% son dependientes del móvil, las redes sociales y la mensajería instantánea, según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Los expertos no saben si estas tecnoadicciones desaparecerán con la edad porque son “demasiado nuevas y poco previsibles”. El Ministerio de Sanidad aún no las incluye en su último estudio, aunque avisa: un 10% de los jóvenes “abusa de Internet, el móvil y las redes sociales”. Lo que está claro, según Selva, es que no es posible separar a esta generación de la tecnología.
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