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Las fuentes de la vida En Jinja, Uganda, están las fuentes del Nilo. Los vecinos viven de espaldas a los reclamos publicitarios de descensos de rápidos y viajes en barca. Por S. RUIZ En la comunidad del distrito de Buikwe, el porcentaje de personas que habla inglés, la lengua oficial de Uganda, es muy reducido. La media de edad ronda los 15 años y las tareas domésticas están repartidas por semanas alternas. Un ejemplo. Sebastian Ruíz Después de lavar la ropa, Amaiduna (14) y Graciella (13) pasan el tiempo jugando a las cartas. Son vacaciones. Delante, el nacimiento del Nilo en todo su esplendor, haciendo gala de ser el río más largo del mundo con más de 6.000 kilómetros de longitud. Sebastian Ruíz Una de las paradojas de esta aldea del distrito de Buikwe es que sólo hay un pozo que bombea además de agua, esperanza. Siempre está concurrido y las que hacen colas son las garrafas numeradas. Sebastian Ruíz En la imagen se aprecia como el material estrella transportado por esta arteria principal es el agua. Les separan escasos 1.000 metros de la orilla del Nilo pero el paisaje resiste la tentación del baño. Es árido. Todos colaboran con el transporte de las garrafas de plástico colmadas hasta arriba ya que hay que aprovechar el viaje. Sebastian Ruíz Es el medio de transporte estrella en África. Y para las distancias largas la bicicleta soluciona alguna que otra papeleta. Los caminos de tierra roja hablan de la fertilidad de la región. Sebastian Ruíz Entre yucas, plataneros y maíz, en el distrito de Buikwe se imponen las plantas de café. Su producción y exportación es gestionada por empresas inglesas que emplean de forma temporal a los locales. La bebida local a orillas del Nilo es el té verde. Sebastian Ruíz Daniella, de 53 años, y su nieta de cinco posan para la cámara. En un pequeño libro de hojas amarillas que muestra tras hacerse la foto, se puede leer en inglés su profesión: enfermera. Pero ella no lo entiende. La salud, en esta latitud, tampoco entiende de idiomas. Su nieta está a buen recaudo. Sebastian Ruíz Madre e hija descansan tras utilizar el mortero de madera añeja. También lo hacen con las palabras y los silencios. Sebastian Ruíz Una de las actividades estrella de esta comunidad es jugar a las cartas. Por la tarde, después de trabajar en el huerto, el momento de distensión tiene lugar en un cobertizo de paja con bancos de madera. Varios hombres esperan su turno de pie mientras comentan la última jugada. De fondo, una emisora en árabe hace de este rincón un pequeño casino improvisado. Sebastian Ruíz Winston (46 años) separa los granos de maíz para el consumo familiar y para las gallinas. La economía de esta comunidad es, prácticamente, de subsistencia así que si sobra algo de la cosecha podrá desplazarse al mercado de Jinja, a unos 15 kilómetros, para vender su mercancía. Sebastian Ruíz Antes de posar para la foto, este cuarteto jugaba un partido de fútbol 2x2. El ritmo era frenético y más que dos equipos parecía un todos contra todos. Quizás fuera por el ritmo punzante del kuduro angolano que salía del manos libres de un Smartphone cascarillado apoyado sobre la tierra. Sebastian Ruíz Oussama (19 años) es uno de los 3 jóvenes que se encargan de abastecer de ladrillos de adobe a la comunidad para la construcción de viviendas. El sol no marca ningún paréntesis y el castillo de barro que mima Oussama parece soportar alegremente los cerca de 36 grados de temperatura. Sebastian Ruíz Ismael (15 años) es el cocinero oficial de este rincón de tierra bañado por el Nilo. Prepara chapati, un pan sin levadura a base de harina, agua y sal. La unidad ronda entre los 10 y los 50 céntimos de euros. En la recámara, el joven cocinero enseña un preparado de yuca frita con aceite de palma. Sebastian Ruíz Esta pareja no oculta que se acaba de casar. Silvyan (17años) es zapatero y Aminata (15) hace remiendos con dos agujas viejas de hilar fino. Un colchón y dos mantas hacen de su humilde casa uno de los lugares más acogedores de la aldea. ¿El motivo? En su interior están tostando café. Sebastian Ruíz Los niños están por todas partes. Juegan, observan, tocan, cargan. Lo que fueran restos de una antigua mezquita de madera, hoy sirve de sitio de recreo. Sebastian Ruíz Todos van a la misma clase. La falta de recursos económicos de las familias para costear un transporte al pueblo más cercano y la necesidad de más docentes reflejan una realidad complicada. Sin embargo, el aprendizaje que se llevan rodeados de sus familias y de la propia naturaleza es una de las riquezas rurales de esta región de Uganda. Sebastian Ruíz Moustafa (16 años) quiere ser ingeniero industrial y desarrollar todos sus proyectos en la aldea. Un francés que vino a pasar una semana practicando deportes de aventura en los rápidos del Nilo le dio una buena propina por acompañarlo todo un día. Con ella, Moustafa, se compró la radio que lleva colgada para “saber qué pasa en el mundo”, explica. Sebastian Ruíz Es la abuela Josefinne. Bendice a todos los habitantes de la aldea dos veces al día y no recuerda muy bien ni cuando comenzó con esta rutina ni en qué año nació. Camina siempre descalza con las manos en la espalda y a cada 15 metros se detiene para mirarse los pies. Una buena metáfora: en las fuentes del Nilo todo es vida, hasta la tierra que se pisa. Sebastian Ruíz