No tan grande belleza
"Del reportaje 'La caída de Roma' principalmente destaco la claridad con la que se explica la movida mafiosa"
No tan grande belleza
En torno al reportaje titulado La caída de Roma, publicado en El País Semanal del 30 de agosto, principalmente destaco la claridad con la que se explica la movida mafiosa que se maneja con tranquilidad, Gobierno tras Gobierno (de derechas y de izquierdas), y la denuncia de los carteristas de los autobuses que unen Via Nazionale con Corso Vittorio, conocidos por todos los que vivimos en Roma y nos subimos a ellos. Eso sí, me pareció accesoria la referencia a Sorrentino, director de la película La gran belleza. Roma no es Ámsterdam, pero es vivible. No nos dejemos llevar por el fatalismo.
Nicolás Fuster. Correo electrónico
Arriba o abajo
El texto de Juan José Millás en la sección La Imagen del 23 de agosto termina con las palabras “¡nos preguntamos!”. Se refiere el escritor a la posibilidad de que Mariano Rajoy, que es quien aparece señalando con el dedo índice un gráfico, hubiera cogido el gráfico al revés. El papel que enseña tiene las columnas rojas para abajo y otras verdes para arriba. Pues bien, el presidente nos contaría que el papel muestra con rotunda claridad que las columnas rojas (arriba) pronostican el peligro, pueden llegar los que terminarán con su obra (todavía inacabada). Las columnas verdes (abajo) muestran que el Partido Popular tampoco está representado en el papel, pues su color, como se sabe, es azul. Quizá ahora podremos cuadrar el círculo.
Teófilo Pérez Campuzano. Puerto de la Cruz (Tenerife)
Amor suave y animal
No hace falta recordar la insostenible situación mundial en la que nos encontramos a todos los niveles y de la cual no seremos capaces de salir sin un cambio de paradigma. En los últimos 30 años ha gobernado el tándem economía-tecnología y el resultado no es bueno. Es tiempo de darle paso a las humanidades, al amor caliente, suave y animal del artículo de Rosa Montero (El País Semanal, 30-8-2015). Ese amor es el que finalmente mueve el mundo y a la creatividad de los artistas, cuyo cerebro está ya demostrado que es diferente y que ven el mundo de una manera distinta. Ello no significa que sea necesario prescindir de la economía, de la tecnología o de la ciencia, pero tal vez deben perder algo de protagonismo en favor de nuevos líderes menos racionales pero más creativos que, aun no siendo expertos en economía, seguro que hubieran evitado las burbujas, la creciente desigualdad mundial, la especulación en los países en desarrollo…, así como evitado la desesperada situación de los millones de personas obligadas a emigrar hacia la insensible y poco comprometida Europa P
Joan Fuster. Correo electrónico
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