![<p>Son decididas, soñadoras, optimistas y rebosantes de energía. Científicas, juezas, activistas o asesoras de organismos internacionales pero, por encima de todo, son generosas. Han comprometido su vida a defender los derechos de las mujeres y su participación efectiva en la política y la economía, a lograr su emancipación y a protegerlas de la violencia y el machismo. Y nos visitaron en Madrid. Entrevistamos a 25 líderes femeninas del mundo árabe durante un encuentro organizado en septiembre por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) y enmarcadas en el MASAR, un programa que fomenta las políticas de lucha contra la violencia de género y la promoción de la igualdad en países del norte de África y Oriente Próximo. </p> <p>Líderes como la periodista jordana Rana Hussein, especializada en 'crímenes de honor', la mauritana Aminetouy Ely, amenazada de muerte por enfrentarse a la práctica de la esclavitud en su país o Tahreer Hammad, la primera jueza habilitada para celebrar matrimonios en Palestina, nos cuentan qué les mueve a trabajar por sus compañeras, cuáles son sus sueños, sus prioridades y los retos que consideran más importantes para la mujer árabe hoy en día. Conózcanlas.</p> <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XEXP64SGKJNQBFCTLVJP4PO7RQ.jpg?auth=0c891f1832f901723913c22f09cdabda772d020b00a51a39b26a4d8867378eef&width=414)
Las mujeres árabes pisan fuerte
Entrevistamos a 25 líderes en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha por la igualdad. Así sueñan y así viven su compromiso. Por ALEJANDRA AGUDO, IRENE ESCUDERO y LOLA HIERRO
![<p>Dalia Ziada (Egipto, 1982) creció en una familia en la que la ablación femenina era una práctica común. “De niña pensé que estaba mal que alguien cortase tu cuerpo porque es lo correcto”, afirma. Se preparó en el terreno de los derechos de la mujer y entró en el activismo político. “Soy musulmana, pero odio a los islamistas y a los autócratas”. Participó en las revoluciones contra Mubarak en 2011 y los Hermanos Musulmanes en 2013, ahora es directora del Liberal Democracy Institute de Egipto y lucha por:</p> <p>1. Promover una democracia liberal. “Es más que votar; son prácticas que deberían llevar a la gente a tener sus derechos básicos y libertades”.</p> <p>2. Llevar a cabo reformas legislativas en el Gobierno, en la Seguridad Nacional, en ministerios para conseguir “un equilibrio entre seguridad y derechos humanos”.</p> <p>3. Educar a la sociedad sobre cómo pedir sus derechos mostrándoles los canales legales.</p> <p>4. Estimular la participación de las mujeres en política. "Entrenamos a egipcias para que sepan cómo convertirse en líderes".</p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AB5TDYZKLBI6LCKHDBXBIXF7RA.jpg?auth=dbb7963dbb32eaabf6cab7e3c152e2a03b973525b43991358562e5eb69c90894&width=414)
Dalia Ziada (Egipto, 1982) creció en una familia en la que la ablación femenina era una práctica común. “De niña pensé que estaba mal que alguien cortase tu cuerpo porque es lo correcto”, afirma. Se preparó en el terreno de los derechos de la mujer y entró en el activismo político. “Soy musulmana, pero odio a los islamistas y a los autócratas”. Participó en las revoluciones contra Mubarak en 2011 y los Hermanos Musulmanes en 2013, ahora es directora del Liberal Democracy Institute de Egipto y lucha por:
1. Promover una democracia liberal. “Es más que votar; son prácticas que deberían llevar a la gente a tener sus derechos básicos y libertades”.
2. Llevar a cabo reformas legislativas en el Gobierno, en la Seguridad Nacional, en ministerios para conseguir “un equilibrio entre seguridad y derechos humanos”.
3. Educar a la sociedad sobre cómo pedir sus derechos mostrándoles los canales legales.
4. Estimular la participación de las mujeres en política. "Entrenamos a egipcias para que sepan cómo convertirse en líderes".
Texto: Irene Escudero
![<p>Su padre y su abuelo eran magistrados y ella también quiso serlo. Amina Oufroukhi (Marruecos, 1965) estudió y lleva trabajando como magistrada en la Administración Central marroquí casi 20 años. Su trayectoria profesional, como la de la mayoría de mujeres de su país, no ha sido fácil: “Nosotras tenemos que hacer siempre más esfuerzos que los hombres para expresarnos, para conseguir su aprobación y para ocupar los mismos puestos que los hombres.” </p> <p>A pesar de todo, a sus 50 años se ha consolidado en su puesto de magistrada en el Ministerio de Justicia y Libertades de Marruecos: “Me encargo de la protección de mujeres y niños, para lo que hemos creado un Tribunal. Yo hago el seguimiento, desde la Administración Central, de la consolidación del trabajo judicial para la protección de mujeres y niños. Más concretamente, ahora mismo estamos abordando varias reformas administrativas sobre todo del Código Penal. Hemos hecho muchos esfuerzos para mejorar la situación legislativa de la mujer y la cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres desde un punto de vista jurídico”. </p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AFK4LV42LBNUZF66GD5KBRBQIQ.jpg?auth=0e82e18d2c10ac7b64831f5c32d6218ee6c9b8cfdc0e3ad13a752002aa48401d&width=414)
Su padre y su abuelo eran magistrados y ella también quiso serlo. Amina Oufroukhi (Marruecos, 1965) estudió y lleva trabajando como magistrada en la Administración Central marroquí casi 20 años. Su trayectoria profesional, como la de la mayoría de mujeres de su país, no ha sido fácil: “Nosotras tenemos que hacer siempre más esfuerzos que los hombres para expresarnos, para conseguir su aprobación y para ocupar los mismos puestos que los hombres.”
A pesar de todo, a sus 50 años se ha consolidado en su puesto de magistrada en el Ministerio de Justicia y Libertades de Marruecos: “Me encargo de la protección de mujeres y niños, para lo que hemos creado un Tribunal. Yo hago el seguimiento, desde la Administración Central, de la consolidación del trabajo judicial para la protección de mujeres y niños. Más concretamente, ahora mismo estamos abordando varias reformas administrativas sobre todo del Código Penal. Hemos hecho muchos esfuerzos para mejorar la situación legislativa de la mujer y la cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres desde un punto de vista jurídico”.
Texto: Irene Escudero
![<p>Son casi 18 los años que lleva en España Hala Jadid Al Kash (Siria, 1970). Hoy vive en Granada donde trabaja, desde hace ocho años, como profesora universitaria de árabe y cultura islámica. En su Siria natal dejó una empresa de montaje y decoración, a su familia y a sus amigos. “Me gustaría bastante trabajar por los derechos de los sirios en general y el de las mujeres en particular”, dice. Por ello es, desde 2013, presidenta de la asociación ‘Suriyat sin Fronteras’, una ONG con sede en España que se dedica a recoger alimentos, ropa, medicamentos y todo lo que pueden para ayudar a refugiados sirios en Jordania y Líbano, a los que también les proporcionan curas y rehabilitación en centros de asistencia y residencias en sus países de acogida.</p> <p>Hace el trabajo junto a otras mujeres en otros países; de ahí viene lo de ‘Suriyat’, que significa sirias. Aún le queda esperanza de volver a su país, aunque “de momento no”, reflexiona, “esto no va a quedar así, esperemos”. “Vamos a poder volver”, continua con voz confiada y una sonrisa de esperanza. La misma confianza que tiene al afirmar la situación de las mujeres árabes es complicada. “Pero está en proceso de llegar a la igualdad que nos merecemos”.</p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WHJXXYVO7NLNREPWAQWJH5KBW4.jpg?auth=85417ad6ed0f3f0806f77abe42f1f184e708a901652f128a02d7c86a362f321a&width=414)
Son casi 18 los años que lleva en España Hala Jadid Al Kash (Siria, 1970). Hoy vive en Granada donde trabaja, desde hace ocho años, como profesora universitaria de árabe y cultura islámica. En su Siria natal dejó una empresa de montaje y decoración, a su familia y a sus amigos. “Me gustaría bastante trabajar por los derechos de los sirios en general y el de las mujeres en particular”, dice. Por ello es, desde 2013, presidenta de la asociación ‘Suriyat sin Fronteras’, una ONG con sede en España que se dedica a recoger alimentos, ropa, medicamentos y todo lo que pueden para ayudar a refugiados sirios en Jordania y Líbano, a los que también les proporcionan curas y rehabilitación en centros de asistencia y residencias en sus países de acogida.
Hace el trabajo junto a otras mujeres en otros países; de ahí viene lo de ‘Suriyat’, que significa sirias. Aún le queda esperanza de volver a su país, aunque “de momento no”, reflexiona, “esto no va a quedar así, esperemos”. “Vamos a poder volver”, continua con voz confiada y una sonrisa de esperanza. La misma confianza que tiene al afirmar la situación de las mujeres árabes es complicada. “Pero está en proceso de llegar a la igualdad que nos merecemos”.
Texto: Irene Escudero
![<p>Ayda Ben Chaabane (Túnez, 1964) es profesora y presidenta de la ‘Coalition pour les Femmes de la Tunisie’, una red de asociaciones de ámbitos diversos que intenta crear “un frente de mujeres progresistas”. Reivindican que las tunecinas “son la columna vertebral del Estado moderno”, un estatus que se han ganado con esfuerzo y años de lucha “por la igualdad total entre hombres y mujeres”, asevera. </p> <p>Tenía 16 años cuando comenzó su compromiso: “No comprendía por qué nosotras no éramos iguales a los hombres”. Empezó militando en un partido que dejó por su compromiso con la cultura y la educación. Esta responsabilidad comprende tanto su pertenencia a todo tipo de asociaciones feministas como su participación en un grupo de teatro y el rodaje de una película, ‘Séparation’.</p> <p> Aunque pertenece a una familia conservadora, está orgullosa de sentirse libre y de haber hecho siempre lo que ha querido, algo que a otras les ha sido imposible. Queda todavía por lograr que todas puedan acceder a puestos de dirección, por ejemplo, pero está satisfecha con los derechos que han conquistado: “Las mujeres tunecinas vencieron al Estado”. Su coalición nace con el objetivo de preservar esos derechos conseguidos desde la independencia e “imponer la igualdad”.</p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q2JH3BV2U5LAXPFG2EMZ2SBGJI.jpg?auth=0507967d0e6457a1798d48586259a2cf6b5cc5fc1bbd9d3d1c6757f111f13744&width=414)
Ayda Ben Chaabane (Túnez, 1964) es profesora y presidenta de la ‘Coalition pour les Femmes de la Tunisie’, una red de asociaciones de ámbitos diversos que intenta crear “un frente de mujeres progresistas”. Reivindican que las tunecinas “son la columna vertebral del Estado moderno”, un estatus que se han ganado con esfuerzo y años de lucha “por la igualdad total entre hombres y mujeres”, asevera.
Tenía 16 años cuando comenzó su compromiso: “No comprendía por qué nosotras no éramos iguales a los hombres”. Empezó militando en un partido que dejó por su compromiso con la cultura y la educación. Esta responsabilidad comprende tanto su pertenencia a todo tipo de asociaciones feministas como su participación en un grupo de teatro y el rodaje de una película, ‘Séparation’.
Aunque pertenece a una familia conservadora, está orgullosa de sentirse libre y de haber hecho siempre lo que ha querido, algo que a otras les ha sido imposible. Queda todavía por lograr que todas puedan acceder a puestos de dirección, por ejemplo, pero está satisfecha con los derechos que han conquistado: “Las mujeres tunecinas vencieron al Estado”. Su coalición nace con el objetivo de preservar esos derechos conseguidos desde la independencia e “imponer la igualdad”.
Texto: Irene Escudero
![<p>En 1993, Randa Fakhreldin (Egipto, 1965) trabajaba como ginecóloga cuando atendió una niña de nueve años que cambiaría su vida. “La habían mutilado y se desangraba. Pregunté qué le pasab, yo no sabía que existía la ablación”. Así decidió combatir la mutilación genital femenina. “Es un crimen contra los derechos humanos. Como mujer y como doctora tengo que luchar”, asevera. Su manera de luchar es con sensibilización. “A las niñas les explicamos que está mal y organizamos sesiones con padres y profesores”. ¿Hay relación entre la MGF y la religión? “No. Nada en el islam dice que cortes a tu hija. Alá dice que los hombres hagan felices a sus mujeres. </p> <p>Fakhreldin celebra que, desde 2008, el porcentaje de niñas egipcias sometidas a esta terrible intervención ha descendido del 9,1% al 7,2% en 2014. “Llevará tiempo, pero acabaremos con ella”. Quizá así nunca más tenga que volver a atender un parto en el que deba cortar más de lo normal a la madre porque le habían cosido tanto que el bebé era incapaz de salir. ¿El mayor desafío de la mujer árabe del siglo XXI? “Tiene que quedar claro que no somos diferentes de los hombres. Podemos hacer lo mismo que ellos, incluso más. Y nos tienen que respetar”, zanja.</p> <p>Texto: Alejandra Agudo</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ERDYKNLK7BLXFCJZKSVHYWJFXI.jpg?auth=627a0abef510cc7991f5b82eee33b32cf6c36f8326573d8a5b157a3e723fc6f4&width=414)
En 1993, Randa Fakhreldin (Egipto, 1965) trabajaba como ginecóloga cuando atendió una niña de nueve años que cambiaría su vida. “La habían mutilado y se desangraba. Pregunté qué le pasab, yo no sabía que existía la ablación”. Así decidió combatir la mutilación genital femenina. “Es un crimen contra los derechos humanos. Como mujer y como doctora tengo que luchar”, asevera. Su manera de luchar es con sensibilización. “A las niñas les explicamos que está mal y organizamos sesiones con padres y profesores”. ¿Hay relación entre la MGF y la religión? “No. Nada en el islam dice que cortes a tu hija. Alá dice que los hombres hagan felices a sus mujeres.
Fakhreldin celebra que, desde 2008, el porcentaje de niñas egipcias sometidas a esta terrible intervención ha descendido del 9,1% al 7,2% en 2014. “Llevará tiempo, pero acabaremos con ella”. Quizá así nunca más tenga que volver a atender un parto en el que deba cortar más de lo normal a la madre porque le habían cosido tanto que el bebé era incapaz de salir. ¿El mayor desafío de la mujer árabe del siglo XXI? “Tiene que quedar claro que no somos diferentes de los hombres. Podemos hacer lo mismo que ellos, incluso más. Y nos tienen que respetar”, zanja.
Texto: Alejandra Agudo
![<p>“Las mujeres forman el grupo social más oprimido del mundo. Se han liberado todo tipo de combates en la historia, pero no se ha realizado en serio el combate por nosotras”, opina Sana Ben Achour (Túnez, 1955). Profesora universitaria, jurista especializada en derecho público y opositora al régimen de Ben Ali, es activista del movimiento autónomo de mujeres tunecinas en el que ha dirigido algunas asociaciones emblemáticas, como la Association des Femmes Democrates. </p> <p>“Formo parte de una de las primeras generaciones feministas de Túnez. Nos hemos beneficiado mucho del trabajo que ya se había realizado; de las mujeres que habían luchado por la igualdad política, el desarrollo, la justicia social... El contexto nacional e internacional actual es una amenaza para las mujeres. A nivel nacional, Túnez está mal desde un punto de vista económico, hay mucho inmovilismo y actos terroristas. Además, tenemos un nuevo gobierno que no es claro en ciertos temas. Pero sobre todo, tenemos una sociedad cada vez más conservadora con un discurso religioso en auge. Luego está el ambiente internacional de terrorismo, de migración económica, cierre de fronteras, de muros que se levantan entre el norte y el sur... Todo esto se debe al fascismo y el fascismo comienza por no reconocer los derechos de las mujeres". </p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NXDSSI65PZKS7OKMXKGMJLNELU.jpg?auth=a452f244f923bd23dce37b749bc7219a8afe4d941be46d3ab48f541ce6d4b041&width=414)
“Las mujeres forman el grupo social más oprimido del mundo. Se han liberado todo tipo de combates en la historia, pero no se ha realizado en serio el combate por nosotras”, opina Sana Ben Achour (Túnez, 1955). Profesora universitaria, jurista especializada en derecho público y opositora al régimen de Ben Ali, es activista del movimiento autónomo de mujeres tunecinas en el que ha dirigido algunas asociaciones emblemáticas, como la Association des Femmes Democrates.
“Formo parte de una de las primeras generaciones feministas de Túnez. Nos hemos beneficiado mucho del trabajo que ya se había realizado; de las mujeres que habían luchado por la igualdad política, el desarrollo, la justicia social... El contexto nacional e internacional actual es una amenaza para las mujeres. A nivel nacional, Túnez está mal desde un punto de vista económico, hay mucho inmovilismo y actos terroristas. Además, tenemos un nuevo gobierno que no es claro en ciertos temas. Pero sobre todo, tenemos una sociedad cada vez más conservadora con un discurso religioso en auge. Luego está el ambiente internacional de terrorismo, de migración económica, cierre de fronteras, de muros que se levantan entre el norte y el sur... Todo esto se debe al fascismo y el fascismo comienza por no reconocer los derechos de las mujeres".
Texto: Irene Escudero
![<p>“Hay muy pocas mujeres juezas”, afirma. Eman El Kamry (Egipto, 1977) es una de las 66 que hay en su país. Se graduó en Derecho por la Universidad de El Cairo, trabajó en gabinetes de abogados y en 2008 se incorporó a los tribunales como jueza en delitos penales. Desde 2013, es miembro del departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia. Su trayectoria, dice, es una prueba de que las mujeres "pueden hacer el mismo trabajo duro que un hombre”. </p> <p>Sobre todo, para demostrar que era tan buena en su trabajo como cualquiera de sus colegas varones. A pesar de su éxito, El Kamry lamenta ser una “excepción”. Involucrada en lograr la igualdad de género en los juzgados en particular, y en su país en general, considera que la principal asignatura pendiente es que la población femenina conozca (y se crea) sus derechos y los reivindique. En toda la región, no solo en Egipto, las mujeres junto con los niños son los grupos de población más afectados por la violencia, apunta desde su experiencia como magistrada. “Ellas son las principales víctimas de trata de seres humanos, acoso sexual, trabajo en condiciones de esclavitud…”, detalla. Por eso afirma con rotundidad que el mayor reto de la mujer árabe es plantarse, interiorizar de verdad que vale tanto como un hombre y luchar por sus derechos.</p> <p>Texto: Alejandra Agudo</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HVVV3SCHANJFBBXLCSUARN4MQ4.jpg?auth=b9a9f436850d99c89bd6839b9c76a0bbb162a25ed1d9b8504b133728d5860628&width=414)
“Hay muy pocas mujeres juezas”, afirma. Eman El Kamry (Egipto, 1977) es una de las 66 que hay en su país. Se graduó en Derecho por la Universidad de El Cairo, trabajó en gabinetes de abogados y en 2008 se incorporó a los tribunales como jueza en delitos penales. Desde 2013, es miembro del departamento de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia. Su trayectoria, dice, es una prueba de que las mujeres "pueden hacer el mismo trabajo duro que un hombre”.
Sobre todo, para demostrar que era tan buena en su trabajo como cualquiera de sus colegas varones. A pesar de su éxito, El Kamry lamenta ser una “excepción”. Involucrada en lograr la igualdad de género en los juzgados en particular, y en su país en general, considera que la principal asignatura pendiente es que la población femenina conozca (y se crea) sus derechos y los reivindique. En toda la región, no solo en Egipto, las mujeres junto con los niños son los grupos de población más afectados por la violencia, apunta desde su experiencia como magistrada. “Ellas son las principales víctimas de trata de seres humanos, acoso sexual, trabajo en condiciones de esclavitud…”, detalla. Por eso afirma con rotundidad que el mayor reto de la mujer árabe es plantarse, interiorizar de verdad que vale tanto como un hombre y luchar por sus derechos.
Texto: Alejandra Agudo
![<p>El compromiso de Aminetou Mint el Moctar (Mauritania, 1956) con los derechos de las mujeres le puede reportar un premio Nobel de la Paz. Nació en una familia feudal y esclavista donde observaba, sin poder hacer nada, cómo se maltrataba a las mujeres. Decidió acabar pronto con esa impotencia y empezó a militar para conseguir “un arsenal jurídico” que criminalizase la violencia, hiciese de la esclavitud una violación de derechos humanos y acabase con las prácticas abusivas contra las mujeres. </p> <p>Hoy preside la ‘Association des Femmes Chefs de Famille’, desde la que busca la “igualdad sin reservas” mediante la promoción de las mujeres y la erradicación de la violencia, la esclavitud y la trata. A sus 59 años está orgullosa del aumento de la participación femenina en el Parlamento mauritano y de que ahora un 31% del hemiciclo esté ocupado por ellas. Es el primer paso de uno de sus sueños: “Que la mujer tenga su lugar de forma transversal en todos los centros de decisión”. En esta batalla que mantiene hay hueco para la lucha contra el extremismo, “un enemigo de la promoción de los derechos de las mujeres y de la igualdad” y el gran desafío, a su parecer, de las árabes en la actualidad.</p><p> Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RFBA6ROOI5IONG5AAQIXEFF23I.jpg?auth=d47196cfdae8176722af28d6502ad5015ad59bdff134699ee814bd487ba1c4ef&width=414)
El compromiso de Aminetou Mint el Moctar (Mauritania, 1956) con los derechos de las mujeres le puede reportar un premio Nobel de la Paz. Nació en una familia feudal y esclavista donde observaba, sin poder hacer nada, cómo se maltrataba a las mujeres. Decidió acabar pronto con esa impotencia y empezó a militar para conseguir “un arsenal jurídico” que criminalizase la violencia, hiciese de la esclavitud una violación de derechos humanos y acabase con las prácticas abusivas contra las mujeres.
Hoy preside la ‘Association des Femmes Chefs de Famille’, desde la que busca la “igualdad sin reservas” mediante la promoción de las mujeres y la erradicación de la violencia, la esclavitud y la trata. A sus 59 años está orgullosa del aumento de la participación femenina en el Parlamento mauritano y de que ahora un 31% del hemiciclo esté ocupado por ellas. Es el primer paso de uno de sus sueños: “Que la mujer tenga su lugar de forma transversal en todos los centros de decisión”. En esta batalla que mantiene hay hueco para la lucha contra el extremismo, “un enemigo de la promoción de los derechos de las mujeres y de la igualdad” y el gran desafío, a su parecer, de las árabes en la actualidad.
Texto: Irene Escudero
![<p>Desafiante y temperamental, Nabila Hamza (Túnez, 1948) es activista de interminable curriculum, feminista y especialista en cuestiones de género. Asegura que es ahora cuando hay que empujar hacia la equidad. "Es el momento de escribir la igualdad en la Constitución, de cambiar la ley electoral; de llamar al cambio de los papeles tradicionales en la familia". Esto último es fundamental, dice, porque de lo contrario no se podrá cambiar la participación femenina en la política y la economía. "La mujer necesita la aprobación del esposo para abrir una cuenta bancaria, para viajar o trabajar. No puede ser. En los países árabes hay cada vez más mujeres en puestos importantes pero llamamos a la paridad, como en los Estados escandinavos; no queremos tener una pequeña cuota de representación".</p> <p>La lucha contra el extremismo es el mayor reto para la activista. "Quieren hacernos retroceder siglos y hacer de la mujer una persona inferior, dependiente. Hemos de acabar con ese movimiento oscurantista y violento que hace que el mundo árabe hoy se vea como lo más atrasado del mundo en lugar de ser el faro del progreso que fue antes.</p> <p> Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/R23YPBEYOJN3VBEAV4UBIBRWJM.jpg?auth=794a229193974c3ed0860b283fdd8470fde19920810075f6cc7cbc995d204d32&width=414)
Desafiante y temperamental, Nabila Hamza (Túnez, 1948) es activista de interminable curriculum, feminista y especialista en cuestiones de género. Asegura que es ahora cuando hay que empujar hacia la equidad. "Es el momento de escribir la igualdad en la Constitución, de cambiar la ley electoral; de llamar al cambio de los papeles tradicionales en la familia". Esto último es fundamental, dice, porque de lo contrario no se podrá cambiar la participación femenina en la política y la economía. "La mujer necesita la aprobación del esposo para abrir una cuenta bancaria, para viajar o trabajar. No puede ser. En los países árabes hay cada vez más mujeres en puestos importantes pero llamamos a la paridad, como en los Estados escandinavos; no queremos tener una pequeña cuota de representación".
La lucha contra el extremismo es el mayor reto para la activista. "Quieren hacernos retroceder siglos y hacer de la mujer una persona inferior, dependiente. Hemos de acabar con ese movimiento oscurantista y violento que hace que el mundo árabe hoy se vea como lo más atrasado del mundo en lugar de ser el faro del progreso que fue antes.
Texto: Lola Hierro
![<p>"Como niña palestina que fui viví la ocupación y tuve que enfrentarme a la represión. Mis hermanos y yo estuvimos en prisión y fuimos torturados por reclamar libertad", esgrime Amal Khreishe (Palestina, 1957). Hoy, la directora de la Palestinian Working Woman Society for Development se alarma ante la violencia que las mujeres siguen padeciendo, pero confía en que el buen uso de las leyes internacionales sobre derechos humanos obliguen a los Estados a protegerlas y a enfrentarse a los fundamentalismos, y no solo se refiere al islamismo radical. "Para mí también existe el sionista, que se expresa a través de la violencia hacia la tierra palestina, de la tortura de nuestras mujeres y la gente de Gaza".</p> <p>Esta feminista y líder política sostiene que la sociedad necesita dialogar para impedir que continúe la violencia en todas sus formas, y también para analizar las consecuencias de esta violencia en el futuro de las mujeres. "Hay que hablar de su derecho a educarse y a autodeterminarse, de sus derechos como ciudadanas". Aunque su trabajo es difícil, ella, que se define como una soñadora, se inspira pensando en su madre y su abuela, que le enseñaron a ser tolerante y respetar los derechos humanos. "El futuro de mis hijos me inspira también, pues me siento muy responsable de ello".</p> <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RYEUFDZ6NJPYNBUP32S5ASKZHE.jpg?auth=b00e92cb79772f6dec68a1d95ea3fa6ed49a3841e335966806a8df488c0b6cbf&width=414)
"Como niña palestina que fui viví la ocupación y tuve que enfrentarme a la represión. Mis hermanos y yo estuvimos en prisión y fuimos torturados por reclamar libertad", esgrime Amal Khreishe (Palestina, 1957). Hoy, la directora de la Palestinian Working Woman Society for Development se alarma ante la violencia que las mujeres siguen padeciendo, pero confía en que el buen uso de las leyes internacionales sobre derechos humanos obliguen a los Estados a protegerlas y a enfrentarse a los fundamentalismos, y no solo se refiere al islamismo radical. "Para mí también existe el sionista, que se expresa a través de la violencia hacia la tierra palestina, de la tortura de nuestras mujeres y la gente de Gaza".
Esta feminista y líder política sostiene que la sociedad necesita dialogar para impedir que continúe la violencia en todas sus formas, y también para analizar las consecuencias de esta violencia en el futuro de las mujeres. "Hay que hablar de su derecho a educarse y a autodeterminarse, de sus derechos como ciudadanas". Aunque su trabajo es difícil, ella, que se define como una soñadora, se inspira pensando en su madre y su abuela, que le enseñaron a ser tolerante y respetar los derechos humanos. "El futuro de mis hijos me inspira también, pues me siento muy responsable de ello".
Texto: Lola Hierro
![<p>Amal Syam (Palestina, 1969) trabaja desde 1997 como directora de un centro de asuntos de mujeres en Gaza que quiere empoderar a mujeres palestinas, especialmente a las gazatíes. Amal iba para maestra, pero su empleo como profesora de un colegio solo le duró tres meses. "Me sentí preocupada y cambié mi destino; me llamó la atención la deteriorada situación de las mujeres de Gaza, no hay muchas que se sientan comprometidas y yo quería contribuir a solucionar sus problemas", explica. </p> <p>Amal asegura que las instituciones feministas de Palestina trabajan en condiciones muy poco favorables porque existe una mentalidad muy machista. "Existen creencias que limitan la libertad de las mujeres y obstaculizan su camino hacia la igualdad". A esto hay que sumar la ocupación del Estado de Israel,que para esta feminista es el mayor "usurpador" de los derechos de sus compañeras: "Estar bajo el control de Hamas marca nuestro trabajo, y no hay que olvidar que carecemos de un marco legislativo sólido para proteger a las mujeres". El machismo, en auge por el fanatismo religioso, y la falta de autonomía de las mujeres a nivel económico, son otras consecuencias de la situación actual, asevera. </p> <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PHIS4Y7WS5PVJIEJKDX3NWVWEU.jpg?auth=fe037a176c1d792edefc125211699f4394994097f5577dd811469a810f3cff02&width=414)
Amal Syam (Palestina, 1969) trabaja desde 1997 como directora de un centro de asuntos de mujeres en Gaza que quiere empoderar a mujeres palestinas, especialmente a las gazatíes. Amal iba para maestra, pero su empleo como profesora de un colegio solo le duró tres meses. "Me sentí preocupada y cambié mi destino; me llamó la atención la deteriorada situación de las mujeres de Gaza, no hay muchas que se sientan comprometidas y yo quería contribuir a solucionar sus problemas", explica.
Amal asegura que las instituciones feministas de Palestina trabajan en condiciones muy poco favorables porque existe una mentalidad muy machista. "Existen creencias que limitan la libertad de las mujeres y obstaculizan su camino hacia la igualdad". A esto hay que sumar la ocupación del Estado de Israel,que para esta feminista es el mayor "usurpador" de los derechos de sus compañeras: "Estar bajo el control de Hamas marca nuestro trabajo, y no hay que olvidar que carecemos de un marco legislativo sólido para proteger a las mujeres". El machismo, en auge por el fanatismo religioso, y la falta de autonomía de las mujeres a nivel económico, son otras consecuencias de la situación actual, asevera.
Texto: Lola Hierro
![<p>"Es el momento de que todas las mujeres se unan porque sus problemas son los mismos: radicalización, terrorismo… No podemos actuar por separado, solo el poder colectivo cambiará las cosas". Este es el contundente mensaje de Nessryne Jelalia (Túnez, 1982). Hoy trabaja para Oxfam en el programa de justicia de género, pero hace pocos años ni se lo imaginaba. "Soy bióloga, y mi compromiso con la sociedad empezó a los 18 años, cuando inicié un voluntariado para ayudar a personas con VIH", explica. </p> <p>La estudiante pasó por diferentes organizaciones hasta que la primavera árabe irrumpió en su país. Era 2011, ella estaba trabajando en Nueva York y El Cairo, y decidió volver a casa. "Tenía que estar en Túnez para contribuir en los cambios. Era una oportunidad para avanzar en los derechos de las mujeres porque la revolución se basó en principios y valores de justicia social".</p> <p>¿Ve cambios? La brecha de género es muy grande aún en asuntos como la igualdad en el acceso a oportunidades laborales, pero sí veo que la lucha es más visible, que se habla de ello y que las mujeres saben que tienen el derecho y la obligación de luchar por ellas. </p> <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IQTWFVQLRROONIIOE4ZM5ONC4U.jpg?auth=6f4ad52dc8a0f68447c7b74958357179cd465f4852dc400084351c1ffcdd09d9&width=414)
"Es el momento de que todas las mujeres se unan porque sus problemas son los mismos: radicalización, terrorismo… No podemos actuar por separado, solo el poder colectivo cambiará las cosas". Este es el contundente mensaje de Nessryne Jelalia (Túnez, 1982). Hoy trabaja para Oxfam en el programa de justicia de género, pero hace pocos años ni se lo imaginaba. "Soy bióloga, y mi compromiso con la sociedad empezó a los 18 años, cuando inicié un voluntariado para ayudar a personas con VIH", explica.
La estudiante pasó por diferentes organizaciones hasta que la primavera árabe irrumpió en su país. Era 2011, ella estaba trabajando en Nueva York y El Cairo, y decidió volver a casa. "Tenía que estar en Túnez para contribuir en los cambios. Era una oportunidad para avanzar en los derechos de las mujeres porque la revolución se basó en principios y valores de justicia social".
¿Ve cambios? La brecha de género es muy grande aún en asuntos como la igualdad en el acceso a oportunidades laborales, pero sí veo que la lucha es más visible, que se habla de ello y que las mujeres saben que tienen el derecho y la obligación de luchar por ellas.
Texto: Lola Hierro
![<p>Eljezia Hammami (Túnez, 1958) es ingeniera agrónoma y experta en salud sexual y reproductiva y en violencia de género. Trabaja en el Ministerio de la Mujer, la Familia y la Infancia de Túnez desde su creación como encargada de la promoción de la mujer en el mundo rural. Así explica la importancia que tienen las campesinas: </p> <p>“Mis padres son agricultores y yo nací en el entorno rural, donde no es fácil ir a la escuela. Yo pude seguir mis estudios, pero no es el caso de muchas niñas a las que sacaron del colegio porque por ciertas condiciones no podían continuar sus estudios. Por eso ahora trabajo en un gran proyecto de lucha contra el abandono escolar de niñas en el campo y nos gustaría poner en disposición de las chicas —y también los chicos— todas las condiciones necesarias para que ellas puedan completar su formación y llegar lejos; tienen derecho a ello. Yo tuve suerte, viniendo del mundo rural, de continuar mis estudios, pero mis compañeras no porque no había transporte ni comedor, por la pobreza... Es un atentado a sus derechos humanos, al derecho humano de acceso a la educación, y es también un obstáculo para ellas para participar en la construcción de su país”. </p><p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GWEQSTAJ3ZLVFBQGW7EORDE5OY.jpg?auth=d611506cb7b7a9c52192cf8c65acec6e182ede5334b33189e7086c4cb1a0ebaa&width=414)
Eljezia Hammami (Túnez, 1958) es ingeniera agrónoma y experta en salud sexual y reproductiva y en violencia de género. Trabaja en el Ministerio de la Mujer, la Familia y la Infancia de Túnez desde su creación como encargada de la promoción de la mujer en el mundo rural. Así explica la importancia que tienen las campesinas:
“Mis padres son agricultores y yo nací en el entorno rural, donde no es fácil ir a la escuela. Yo pude seguir mis estudios, pero no es el caso de muchas niñas a las que sacaron del colegio porque por ciertas condiciones no podían continuar sus estudios. Por eso ahora trabajo en un gran proyecto de lucha contra el abandono escolar de niñas en el campo y nos gustaría poner en disposición de las chicas —y también los chicos— todas las condiciones necesarias para que ellas puedan completar su formación y llegar lejos; tienen derecho a ello. Yo tuve suerte, viniendo del mundo rural, de continuar mis estudios, pero mis compañeras no porque no había transporte ni comedor, por la pobreza... Es un atentado a sus derechos humanos, al derecho humano de acceso a la educación, y es también un obstáculo para ellas para participar en la construcción de su país”.
Texto: Irene Escudero
![<p>Es bióloga molecular, aunque ella se presenta como “activista de la sociedad civil”. Con la democracia y los derechos humanos por bandera, Mekfoula Brahim (Mauritania, 1967) lucha por: </p> <p>1. La libertad de expresión. “Hay muchas cosas que no podemos decir en nuestra sociedad”, explica.</p> <p>2. La autonomía de las mujeres. Ver a su madre sacar adelante siete niños sola le marcó y le produjo una “admiración profunda” por todas las mujeres que trabajan y se ocupan de sus hijos.</p> <p>3. Expresarse en libertad. Como activista, sus ideas contra la mentalidad de los religiosos extremistas recogidos en su blog le han costado muchas amenazas. Por ello, considera clave que una mujer pueda expresarse libremente y pueda tomar sus propias decisiones.</p> <p>4. Cambiar la mentalidad masculina y las tradiciones.</p> <p>5. Combatir el terrorismo. “Ha creado tal presión en la sociedad que ya no hay espacio para expresarse libremente y sólo podemos luchar para sobrevivir”. A su juicio, la única manera de parar este ascenso es trabajar por la democracia y la libertad.</p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JF4UYGEDFRMKRGORM5OZ45SW4A.jpg?auth=cb6c8c0202526512dd20a9033e8bd67f0b3a8efb7532b8b176a641cfb9ce454d&width=414)
Es bióloga molecular, aunque ella se presenta como “activista de la sociedad civil”. Con la democracia y los derechos humanos por bandera, Mekfoula Brahim (Mauritania, 1967) lucha por:
1. La libertad de expresión. “Hay muchas cosas que no podemos decir en nuestra sociedad”, explica.
2. La autonomía de las mujeres. Ver a su madre sacar adelante siete niños sola le marcó y le produjo una “admiración profunda” por todas las mujeres que trabajan y se ocupan de sus hijos.
3. Expresarse en libertad. Como activista, sus ideas contra la mentalidad de los religiosos extremistas recogidos en su blog le han costado muchas amenazas. Por ello, considera clave que una mujer pueda expresarse libremente y pueda tomar sus propias decisiones.
4. Cambiar la mentalidad masculina y las tradiciones.
5. Combatir el terrorismo. “Ha creado tal presión en la sociedad que ya no hay espacio para expresarse libremente y sólo podemos luchar para sobrevivir”. A su juicio, la única manera de parar este ascenso es trabajar por la democracia y la libertad.
Texto: Irene Escudero
![<p>“Desde joven comprendí que no todas las mujeres tienen la suerte de poder estudiar en nuestra sociedad. Por tanto, el deber de quienes sí la tuvimos es conseguir cambiar eso. Como periodista creé la primera revista marroquí femenina [‘Farah Magazine’] porque quería crear un altavoz para que se expresasen y pudiesen transmitir sus ideas. Después, seguí trabajando en prensa sobre temas de mujeres. He estudiado en varios países y he constatado que hay que apostar por el refuerzo económico de las mujeres. Una mujer autónoma económicamente puede votar y poner en marcha leyes que cubran su realidad cotidiana. Yo he estado siempre sobre el terreno, en contacto con las diversas mujeres y no sólo en la teoría, sino poniendo en marcha acciones muy concretas. Para mí el periodismo es una herramienta para visibilizar el trabajo de ellas".</p><p> Así resume su compromiso y su lucha Fawzia Talout Meknassi (Marruecos, 1958) que fue nominada al premio Nobel de la Paz en 2005 y que desde este año es ‘Mujer de la Paz’. ¿Su sueño? Que no haya analfabetismo y que todas las mujeres y toda la población tengan un nivel mínimo de educación.</p><p> Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YSBBIWOX4RJJPDPYFTQLJHQ4NE.jpg?auth=d894260be53ee9da1849aaa71db02fe910cb0823b47840da37868f5e86d0e063&width=414)
“Desde joven comprendí que no todas las mujeres tienen la suerte de poder estudiar en nuestra sociedad. Por tanto, el deber de quienes sí la tuvimos es conseguir cambiar eso. Como periodista creé la primera revista marroquí femenina [‘Farah Magazine’] porque quería crear un altavoz para que se expresasen y pudiesen transmitir sus ideas. Después, seguí trabajando en prensa sobre temas de mujeres. He estudiado en varios países y he constatado que hay que apostar por el refuerzo económico de las mujeres. Una mujer autónoma económicamente puede votar y poner en marcha leyes que cubran su realidad cotidiana. Yo he estado siempre sobre el terreno, en contacto con las diversas mujeres y no sólo en la teoría, sino poniendo en marcha acciones muy concretas. Para mí el periodismo es una herramienta para visibilizar el trabajo de ellas".
Así resume su compromiso y su lucha Fawzia Talout Meknassi (Marruecos, 1958) que fue nominada al premio Nobel de la Paz en 2005 y que desde este año es ‘Mujer de la Paz’. ¿Su sueño? Que no haya analfabetismo y que todas las mujeres y toda la población tengan un nivel mínimo de educación.
Texto: Irene Escudero
![<p>Tras encargase de los Asuntos de la Mujer en el Ministerio de Desarrollo Social de Marruecos, Naima Ben Yahia (Marruecos, 1961) acaba de fundar el Centro de Estudios sobre la Igualdad de Género y Políticas Públicas. Su campaña comprende:</p> <p>1. Desarrollar mecanismos que se ocupen de la cuestión de género desde el Gobierno, para lo que varias mujeres parlamentarias han creado una red en la que, independientemente de su grupo político, “trabajan por la igualdad”.</p> <p>2. Aumentar la representación femenina en el Gobierno. Gracias al trabajo de estas parlamentarias, esperan incrementarla del 12% aln 20%.</p> <p>3. Retirar el artículo 175 que justificaba la violencia doméstica a mujeres, eximiendo al hombre que abusaba de una menor si se casaba con ella.</p> <p>4. Trabajar por una “legislación no discriminatoria” que debería ser “justa para las mujeres”.</p> <p>5. Convencer a la sociedad de la igualdad entre hombres y mujeres.</p> <p> Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RPVB2XSVMJIWFH54VABQBDLVOU.jpg?auth=2903bddf81ac0af7ad3a1db184170e1a106a04756481195195c20397482fb715&width=414)
Tras encargase de los Asuntos de la Mujer en el Ministerio de Desarrollo Social de Marruecos, Naima Ben Yahia (Marruecos, 1961) acaba de fundar el Centro de Estudios sobre la Igualdad de Género y Políticas Públicas. Su campaña comprende:
1. Desarrollar mecanismos que se ocupen de la cuestión de género desde el Gobierno, para lo que varias mujeres parlamentarias han creado una red en la que, independientemente de su grupo político, “trabajan por la igualdad”.
2. Aumentar la representación femenina en el Gobierno. Gracias al trabajo de estas parlamentarias, esperan incrementarla del 12% aln 20%.
3. Retirar el artículo 175 que justificaba la violencia doméstica a mujeres, eximiendo al hombre que abusaba de una menor si se casaba con ella.
4. Trabajar por una “legislación no discriminatoria” que debería ser “justa para las mujeres”.
5. Convencer a la sociedad de la igualdad entre hombres y mujeres.
Texto: Irene Escudero
![<p>Es el único hombre de esta selección de personajes y ha sido elegido por su compromiso, desde muy joven, con la defensa de los derechos de las mujeres. Omar Ahmed (Egipto, 1990) y fundó su primera organización con 21 años, a raíz de la revolución que derrocó al dictador Mubarak en su país en 2011. Y no ha sido la única. "Tengo una hermana y cuando empecé a crecer vi que ella no tenía los mismos derechos que yo. Cuando pregunté a mis padres y profesores la razón, me dijeron que porque yo era un chico y ella una chica. Pensé que era ilógico, que eso no tenía sentido porque somos iguales", relata. Como esas respuestas nole fueron satisfactorias, decidió trabajar duro para mejorar los derechos de ellas. </p> <p>La inseguridad en las calles de El Cairo, por ejemplo, es uno de los caballos de batalla, pero el joven Ahmed ha observado mejoras: cada vez más mujeres se atreven a salir solas a la calle. Ahora, si una chica se siente intimidada o es atacada sexualmente, puede ir a la comisaría y poner una denuncia, sabe que debe hacerlo. Hace cinco años eso no era así. El mayor reto, a su juicio, es empoderar física y psicológicamente a las mujeres para que ganen independencia y que crean ellas mismas. "Entonces podrán cambiar el mundo".</p><p> Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7JVIR2RS2BNH5KMYH5HEGFGKLY.jpg?auth=94e2d7ff79f97e2f89b7304ed630fd1a671799be10f3adb39961abb090638eb3&width=414)
Es el único hombre de esta selección de personajes y ha sido elegido por su compromiso, desde muy joven, con la defensa de los derechos de las mujeres. Omar Ahmed (Egipto, 1990) y fundó su primera organización con 21 años, a raíz de la revolución que derrocó al dictador Mubarak en su país en 2011. Y no ha sido la única. "Tengo una hermana y cuando empecé a crecer vi que ella no tenía los mismos derechos que yo. Cuando pregunté a mis padres y profesores la razón, me dijeron que porque yo era un chico y ella una chica. Pensé que era ilógico, que eso no tenía sentido porque somos iguales", relata. Como esas respuestas nole fueron satisfactorias, decidió trabajar duro para mejorar los derechos de ellas.
La inseguridad en las calles de El Cairo, por ejemplo, es uno de los caballos de batalla, pero el joven Ahmed ha observado mejoras: cada vez más mujeres se atreven a salir solas a la calle. Ahora, si una chica se siente intimidada o es atacada sexualmente, puede ir a la comisaría y poner una denuncia, sabe que debe hacerlo. Hace cinco años eso no era así. El mayor reto, a su juicio, es empoderar física y psicológicamente a las mujeres para que ganen independencia y que crean ellas mismas. "Entonces podrán cambiar el mundo".
Texto: Lola Hierro
![<p>Nouzha Skalli (Marruecos, 1950) es parlamentaria marroquí y ex ministra de Desarrollo Social, de la Familia y la Solidaridad. Hoy dedica su vida política a trabajar por: </p> <p>1. La promoción de los derechos de las mujeres. Para ello, la última reforma de la Constitución marroquí contempla explícitamente “la igualdad en derechos entre hombres y mujeres en todos los ámbitos” y la define como “una obligación del Estado”.</p> <p>2. La participación política de las mujeres y más concretamente por “el acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad política”. Para conseguir esta participación, “todos los políticos públicos deben comprometerse con la igualdad de género para hacer avanzar a la sociedad”.</p> <p>3. La protección de las mujeres contra la violencia.</p> <p>4. El reparto de poder entre hombres y mujeres mediante sistemas de cuotas y paridad.</p> <p>5. Hacer avanzar a su país y a la sociedad: “luchar contra la pobreza, las desigualdades sociales, la corrupción, el analfabetismo, la exclusión...” y sólo se puede avanzar, según su punto de vista, “si se da poder a las mujeres”, pues piensa que tienen una sensibilidad y una costumbre mayor de dar su vida por el resto. </p> <p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GCBPV53FBBOMVKA3TEK4I4FBGY.jpg?auth=713bacdd23755ffd91137f90e7dcc644fdadf7c3b61fe456a517ec8eee3c93d7&width=414)
Nouzha Skalli (Marruecos, 1950) es parlamentaria marroquí y ex ministra de Desarrollo Social, de la Familia y la Solidaridad. Hoy dedica su vida política a trabajar por:
1. La promoción de los derechos de las mujeres. Para ello, la última reforma de la Constitución marroquí contempla explícitamente “la igualdad en derechos entre hombres y mujeres en todos los ámbitos” y la define como “una obligación del Estado”.
2. La participación política de las mujeres y más concretamente por “el acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad política”. Para conseguir esta participación, “todos los políticos públicos deben comprometerse con la igualdad de género para hacer avanzar a la sociedad”.
3. La protección de las mujeres contra la violencia.
4. El reparto de poder entre hombres y mujeres mediante sistemas de cuotas y paridad.
5. Hacer avanzar a su país y a la sociedad: “luchar contra la pobreza, las desigualdades sociales, la corrupción, el analfabetismo, la exclusión...” y sólo se puede avanzar, según su punto de vista, “si se da poder a las mujeres”, pues piensa que tienen una sensibilidad y una costumbre mayor de dar su vida por el resto.
Texto: Irene Escudero
![<p>“Es difícil hablar de las violaciones de derechos en Gaza, especialmente desde la ofensiva del verano pasado. Pensamos que nadie sobreviviría”, dice Mona Ahmed Al-Shaawa (Palestina, 1974), directora de la Unidad de Derechos de la Mujer en el Centro Palestino por los Derechos Humanos. “Gracias a mi trabajo sé cómo matan a civiles como si fuese un accidente. La situación se ha vuelto peor: hace falta de todo para cubrir las necesidades básicas en la Franja: no hay electricidad las 24 horas ni agua limpia, hay pobreza, desempleo... Hablamos de miles de familias sin casas. Y ellas son las más perjudicadas. Ellas son las encargadas de todo: de los niños, de la casa... </p> <p>Cuando pierden la vivienda su vida se complica. Sus prioridades cambian: necesitan dinero, ingresos, trabajo, comida, un sitio seguro donde vivir, agua, electricidad... Así que cuando hay una falta de recursos básicos, la lucha por la igualdad encuentra muchos más obstáculos porque las prioridades son otras. Cuando vives en una sociedad aislada del resto, ésta se vuelve más cerrada y conservadora”. </p><p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IT76TF5PEFKQNMUTWYPHP757YU.jpg?auth=ab791d23c194eafba5a32c0fef5d2d1ab804f44c9885353d0cd65a0cf0a5926a&width=414)
“Es difícil hablar de las violaciones de derechos en Gaza, especialmente desde la ofensiva del verano pasado. Pensamos que nadie sobreviviría”, dice Mona Ahmed Al-Shaawa (Palestina, 1974), directora de la Unidad de Derechos de la Mujer en el Centro Palestino por los Derechos Humanos. “Gracias a mi trabajo sé cómo matan a civiles como si fuese un accidente. La situación se ha vuelto peor: hace falta de todo para cubrir las necesidades básicas en la Franja: no hay electricidad las 24 horas ni agua limpia, hay pobreza, desempleo... Hablamos de miles de familias sin casas. Y ellas son las más perjudicadas. Ellas son las encargadas de todo: de los niños, de la casa...
Cuando pierden la vivienda su vida se complica. Sus prioridades cambian: necesitan dinero, ingresos, trabajo, comida, un sitio seguro donde vivir, agua, electricidad... Así que cuando hay una falta de recursos básicos, la lucha por la igualdad encuentra muchos más obstáculos porque las prioridades son otras. Cuando vives en una sociedad aislada del resto, ésta se vuelve más cerrada y conservadora”.
Texto: Irene Escudero
![<p>A sus 28 años, Sayida Ounissi (Túnez, 1987) es diputada de la Asamblea Nacional de Túnez. El interés político le viene de casa; su familia tuvo que pedir refugio en Francia durante el régimen de Ben Ali por su compromiso político. Volvió a su país después de la revolución de 2011 con estudios en Historia y Ciencias Políticas y una tesis doctoral en marcha. En octubre de 2014, su partido la propuso como cabeza de lista de una circunscripción para las elecciones legislativas. “Estoy orgullosa de que se hayan arriesgado con una persona que no había hecho política antes, que es joven y mujer”. </p><p>La tunecina pertenece a esa generación de jóvenes con ganas de mover su país y de mujeres que buscan ir más allá en la conquista de derechos y que sueñan con esa igualdad salarial que parece tan difícil de conseguir. “Antes, el sistema nos decía que sólo había una forma de ser mujer tunecina. Sólo se hablaba de LA mujer. Ahora hemos aceptado que existen maneras muy diferentes”, opina. Pero sobre todo, para este progreso ve fundamental la unión: “hay que comprender es que se puede ser diputada, activista internacional, atea... pero las feministas tenemos que trabajar juntas”. En Túnez, como dice orgullosa, ya están unidas bajo la misma causa.</p><p> Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2G5LBO7TE5O2BNIHSHU3GK53VE.jpg?auth=960ff6d2ed06b67cda4f19e2ce2ff4b155d397a09b2134e54ea83eae6882251a&width=414)
A sus 28 años, Sayida Ounissi (Túnez, 1987) es diputada de la Asamblea Nacional de Túnez. El interés político le viene de casa; su familia tuvo que pedir refugio en Francia durante el régimen de Ben Ali por su compromiso político. Volvió a su país después de la revolución de 2011 con estudios en Historia y Ciencias Políticas y una tesis doctoral en marcha. En octubre de 2014, su partido la propuso como cabeza de lista de una circunscripción para las elecciones legislativas. “Estoy orgullosa de que se hayan arriesgado con una persona que no había hecho política antes, que es joven y mujer”.
La tunecina pertenece a esa generación de jóvenes con ganas de mover su país y de mujeres que buscan ir más allá en la conquista de derechos y que sueñan con esa igualdad salarial que parece tan difícil de conseguir. “Antes, el sistema nos decía que sólo había una forma de ser mujer tunecina. Sólo se hablaba de LA mujer. Ahora hemos aceptado que existen maneras muy diferentes”, opina. Pero sobre todo, para este progreso ve fundamental la unión: “hay que comprender es que se puede ser diputada, activista internacional, atea... pero las feministas tenemos que trabajar juntas”. En Túnez, como dice orgullosa, ya están unidas bajo la misma causa.
Texto: Irene Escudero
![<p>La abogada y activista Asma Khader (Jordania, 1952) lo tiene claro: “El mayor reto en mi país es la estabilidad y la paz”. Sobre las mujeres, menciona la igualdad y el reconocimiento pleno como ciudadanas. Jordania, explica, lleva muchos años sufriendo una crisis de refugiados (sirios, iraquíes, palestinos…) y compartiendo sus recursos. Por eso, acabar con la pobreza es lo más urgente. “Donde hay pobreza hay matrimonio infantil, explotación y violencia contra la mujer”. </p><p>Ella, que ha alcanzado cotas altas de poder —secretaria general de la Comisión Jordana de la Mujer, miembro de la Comisión de Investigación de ACNUR de violaciones de los derechos humanos en Libia, ministra de Cultura y senadora— cree que la igualdad se alcanzará gracias a la educación. “Se trata de beneficiarnos de los progresos al mismo nivel que ellos”, apostilla. Destaca que Jordania es el país de la región con la tasa más alta de escolarización de niñas. “La educación empoderará a las mujeres, así mejorará su situación financiera y serán independientes y podrán escapar de situaciones injustas”. ¿El mayor desafío de la mujer árabe del siglo XXI? “El fundamentalismo, claro. Pero también el patriarcado". </p><p>Texto: Alejandra Agudo</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CU3VVGKKQFNDDGJHI2TB6LWEJE.jpg?auth=ff6f30a25822ada1152519e1ac31567c87732a9fb080a4a9d9821a0cdf83923a&width=414)
La abogada y activista Asma Khader (Jordania, 1952) lo tiene claro: “El mayor reto en mi país es la estabilidad y la paz”. Sobre las mujeres, menciona la igualdad y el reconocimiento pleno como ciudadanas. Jordania, explica, lleva muchos años sufriendo una crisis de refugiados (sirios, iraquíes, palestinos…) y compartiendo sus recursos. Por eso, acabar con la pobreza es lo más urgente. “Donde hay pobreza hay matrimonio infantil, explotación y violencia contra la mujer”.
Ella, que ha alcanzado cotas altas de poder —secretaria general de la Comisión Jordana de la Mujer, miembro de la Comisión de Investigación de ACNUR de violaciones de los derechos humanos en Libia, ministra de Cultura y senadora— cree que la igualdad se alcanzará gracias a la educación. “Se trata de beneficiarnos de los progresos al mismo nivel que ellos”, apostilla. Destaca que Jordania es el país de la región con la tasa más alta de escolarización de niñas. “La educación empoderará a las mujeres, así mejorará su situación financiera y serán independientes y podrán escapar de situaciones injustas”. ¿El mayor desafío de la mujer árabe del siglo XXI? “El fundamentalismo, claro. Pero también el patriarcado".
Texto: Alejandra Agudo
![<p>Su pasión comenzó la primera vez que se sentó ante una pantalla de cine. “No hay una película en particular, hay muchísimas, pero hay una de Alan Parker, ‘The Wall’, que adoré; la he visto cien veces”, reconoce la directora de cine Sofia Djama (Argelia,1979) Quiso contar historias. Cuando era niña empezó escribiendo lo que veía y luego vinieron las novelas. Decidió llevar al cine una de ellas, ‘Mollement un Samedi matin’ (Languidez un sábado por la mañana), porque le parecía muy natural al ser la más cinematográfica. “Me gusta el poder que se tiene desde el principio, durante la escritura de la historia, hasta cuando dices ‘acción’, que es un momento mágico”. </p><p>Es mujer y directora, dos condiciones no muy frecuentemente unidas, al menos, como señala, “en festivales oficiales”. Pero el problema en su país no es solo la cuestión de género: “En Argelia hay una ausencia total de cine, así que hombres y mujeres están igual”. Su deseo es que Argelia se reencuentre con la cultura y que su Gobierno se dé cuenta de que fomentar el cine “no es sólo reabrir las salas, sino crear ganas de hacer películas y de verlo mediante la promoción de este arte en las aulas, con ayudas y promoción”. Como argumenta, no tiene sentido tener salas, si no se sienten ganas de ir. </p><p>Texto: Irene Escudero</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/42FXRKTLC5JVHB6NRZHMIAQY3U.jpg?auth=b4723ee676f3896422cc165f9c13cad80073fb8a4d0cc323039da97f98486d5c&width=414)
Su pasión comenzó la primera vez que se sentó ante una pantalla de cine. “No hay una película en particular, hay muchísimas, pero hay una de Alan Parker, ‘The Wall’, que adoré; la he visto cien veces”, reconoce la directora de cine Sofia Djama (Argelia,1979) Quiso contar historias. Cuando era niña empezó escribiendo lo que veía y luego vinieron las novelas. Decidió llevar al cine una de ellas, ‘Mollement un Samedi matin’ (Languidez un sábado por la mañana), porque le parecía muy natural al ser la más cinematográfica. “Me gusta el poder que se tiene desde el principio, durante la escritura de la historia, hasta cuando dices ‘acción’, que es un momento mágico”.
Es mujer y directora, dos condiciones no muy frecuentemente unidas, al menos, como señala, “en festivales oficiales”. Pero el problema en su país no es solo la cuestión de género: “En Argelia hay una ausencia total de cine, así que hombres y mujeres están igual”. Su deseo es que Argelia se reencuentre con la cultura y que su Gobierno se dé cuenta de que fomentar el cine “no es sólo reabrir las salas, sino crear ganas de hacer películas y de verlo mediante la promoción de este arte en las aulas, con ayudas y promoción”. Como argumenta, no tiene sentido tener salas, si no se sienten ganas de ir.
Texto: Irene Escudero
![<p>Es toda una experta en su campo. Sama Fayez Aweidah (Palestina, 1959) es Directora del Centro de Estudios de la Mujer en Jerusalén Este y también asesora en temas de género a organizaciones locales e internacionales (ONU Mujeres, OIT, OMS o PNUD entre otras). Cuenta que su centro se fundó con la idea de investigar, pero pronto se dieron cuenta de que había acciones más urgentes con las palestinas más vulnerables: "Teníamos que empoderarlas para que pudieran hacer frente a su situación", aclara. Así, trabajan en distintos campos:</p> <p>1. Sensibilización en asuntos de género dando charlas en colegios, escribiendo libros infantiles y utilizando el teatro. </p> <p>2. Programa contra el acoso sexual. "Fue lanzado tras descubrir que el asalto sexual se debe a la ignorancia de las víctimas, que no saben que pueden denunciar, y a que tampoco lo hacen por miedo", asegura. </p> <p>3. Apoyo a mujeres divorciadas: "Las defendemos del estigma que supone haberse separado", cuenta. Lo mismo hacen con las viudas sin recursos, a las que intentan empoderar para que puedan llevar solas las riendas de su vida. </p> <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3GIWAPVZDFOBHIUQIKN2TZUISQ.jpg?auth=68d683b291eb3a06afabe4c98443379fff47d077bbde20b90a6435173be4c2b5&width=414)
Es toda una experta en su campo. Sama Fayez Aweidah (Palestina, 1959) es Directora del Centro de Estudios de la Mujer en Jerusalén Este y también asesora en temas de género a organizaciones locales e internacionales (ONU Mujeres, OIT, OMS o PNUD entre otras). Cuenta que su centro se fundó con la idea de investigar, pero pronto se dieron cuenta de que había acciones más urgentes con las palestinas más vulnerables: "Teníamos que empoderarlas para que pudieran hacer frente a su situación", aclara. Así, trabajan en distintos campos:
1. Sensibilización en asuntos de género dando charlas en colegios, escribiendo libros infantiles y utilizando el teatro.
2. Programa contra el acoso sexual. "Fue lanzado tras descubrir que el asalto sexual se debe a la ignorancia de las víctimas, que no saben que pueden denunciar, y a que tampoco lo hacen por miedo", asegura.
3. Apoyo a mujeres divorciadas: "Las defendemos del estigma que supone haberse separado", cuenta. Lo mismo hacen con las viudas sin recursos, a las que intentan empoderar para que puedan llevar solas las riendas de su vida.
Texto: Lola Hierro
![<p>Tahreer Hammad (Palestina, 1982) es la prueba de que se avanza hacia la igualdad. Desde el 23 de julio es la primera jueza habilitada para celebrar matrimonios en Palestina y la tercera de todo el mundo árabe (hay dos en Abu Dhabi y El Cairo). ¿Qué le llevó a adentrarse en un campo estrictamente masculino? "Quería demostrar que podemos estar en cualquier puesto de responsabilidad o de toma de decisiones, igual que el hombre", explica. Ya ha celebrado 28 matrimonios, de los que tres se han negado a ser casados por ella, algo que considera "un buen porcentaje". </p> <p>A su juicio, la principal ventaja de que ella pueda casar es que empatiza mejor con las chicas. "Las novias se sienten más relajadas", asegura. Además, se preocupa de explicarles el contrato matrimonial, algo que no siempre hacen sus colegas varones: "Hay una cláusula con las condiciones que pones en tu matrimonio. Muchos ni se lo explican a las novias, como es un trámite administrativo hacen caso omiso, pero yo sí les informo de que tienen derecho a pedirlas".</p> <p>Tahreer es consciente de que ha abierto camino para su género, pues desde que ella fue nombrada se han presentado nuevas solicitudes de otras mujeres. Y eso le llena de orgullo. <p>Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TXLLQC6Y2BOSFCQDPE5NCLTIFI.jpg?auth=710ac848eaaae3bf3af9452431c7939c2c8ba8647ea594a7395e272d864baa25&width=414)
Tahreer Hammad (Palestina, 1982) es la prueba de que se avanza hacia la igualdad. Desde el 23 de julio es la primera jueza habilitada para celebrar matrimonios en Palestina y la tercera de todo el mundo árabe (hay dos en Abu Dhabi y El Cairo). ¿Qué le llevó a adentrarse en un campo estrictamente masculino? "Quería demostrar que podemos estar en cualquier puesto de responsabilidad o de toma de decisiones, igual que el hombre", explica. Ya ha celebrado 28 matrimonios, de los que tres se han negado a ser casados por ella, algo que considera "un buen porcentaje".
A su juicio, la principal ventaja de que ella pueda casar es que empatiza mejor con las chicas. "Las novias se sienten más relajadas", asegura. Además, se preocupa de explicarles el contrato matrimonial, algo que no siempre hacen sus colegas varones: "Hay una cláusula con las condiciones que pones en tu matrimonio. Muchos ni se lo explican a las novias, como es un trámite administrativo hacen caso omiso, pero yo sí les informo de que tienen derecho a pedirlas".
Tahreer es consciente de que ha abierto camino para su género, pues desde que ella fue nombrada se han presentado nuevas solicitudes de otras mujeres. Y eso le llena de orgullo.
Texto: Lola Hierro
![<p>A la reportera del Jordan Times Rana Husseini (Jordania, 1967) le encomendaron en su periódico escribir sobre sucesos en 1993. En seguida se topó con un caso que la conmocionó: "Una colegiala de 16 años fue asesinada por su familia después de que su hermano la hubiera violado. Los padres la culpaban a ella por seducirle", recuerda. Esa historia la movió y así empezó a investigar. Descubrió que los que mataban mujeres eran condenados a penas mínimas, de tres a seis meses, y que nadie quería hablar de ello. "Los llamados crímenes de honor no estaban en la agenda, pero después de empezar a publicar historias la atención fue aumentando".</p> <p>Rana ha dedicado su vida a denunciar estos asesinatos y hoy las cosas han cambiado: los autores son condenados hasta a 15 años de cárcel, se han abierto refugios, servicios de asistencia... "Ahora hay más concienciación, todo se discute y los medios de comunicación presionan", asegura. "Lo malo es que los crímenes continúan y me gustaría protegerlas pero no me es posible; lo que sí podemos, al menos, es conseguir justicia para ellas.</p><p> Texto: Lola Hierro</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DYQBDY64GBPB7GNBUIIXL3HV44.jpg?auth=cb795507d584fff615a0803fec2166fd767e78db96d4d3a3a5b6b907173a39dd&width=414)
A la reportera del Jordan Times Rana Husseini (Jordania, 1967) le encomendaron en su periódico escribir sobre sucesos en 1993. En seguida se topó con un caso que la conmocionó: "Una colegiala de 16 años fue asesinada por su familia después de que su hermano la hubiera violado. Los padres la culpaban a ella por seducirle", recuerda. Esa historia la movió y así empezó a investigar. Descubrió que los que mataban mujeres eran condenados a penas mínimas, de tres a seis meses, y que nadie quería hablar de ello. "Los llamados crímenes de honor no estaban en la agenda, pero después de empezar a publicar historias la atención fue aumentando".
Rana ha dedicado su vida a denunciar estos asesinatos y hoy las cosas han cambiado: los autores son condenados hasta a 15 años de cárcel, se han abierto refugios, servicios de asistencia... "Ahora hay más concienciación, todo se discute y los medios de comunicación presionan", asegura. "Lo malo es que los crímenes continúan y me gustaría protegerlas pero no me es posible; lo que sí podemos, al menos, es conseguir justicia para ellas.
Texto: Lola Hierro