Iatrofobia
La nuestra es una sociedad obsesionada por la salud que tiene fobia a las batas blancas
Dice Montaigne a propósito de los médicos: esta antipatía que siento hacia su arte es hereditaria… No le faltaba razón, pues sufrió sus prácticas hace más de cuatro siglos, cuando los doctores eran auténticos matasanos, y los boticarios, homicidas que se hacían ricos. El caso de Kafka es más sangrante. Su aversión a la medicina científica, entonces en pleno desarrollo, y sus devaneos con la que llaman natural le acortaron aún más la vida. Como a tantos otros. Muy distinto es el de Chéjov, él mismo médico, que escribió un magnífico relato para mofa y escarnio de la homeopatía.
Me gustaría romper una lanza en favor de los galenos. Es el suyo uno de los oficios más abnegados que existen
La nuestra es una sociedad obsesionada por la salud que, sin embargo, tiene fobia a los de la bata blanca y recurre a la brujería. A la herbología mágica: llevar ruda al cuello ayuda a la recuperación y protege frente a futuras enfermedades… Muchos creen en pleno siglo XXI que si se zampan varias toneladas de briznas de cáscara de limón congelado van a atajar el cáncer mejor que con la cirugía o la quimioterapia. Mientras, rizotomistas, naturópatas y curanderos hacen su agosto, aprovechándose de la ignorancia, la desesperación y el miedo, como en tiempos de Hipócrates.
Me gustaría romper una lanza en favor de los galenos. Es el suyo uno de los oficios más abnegados que existen, pues estos hombres y mujeres trabajan en buena parte por vocación y no disfrutan de un horario como el del resto de los mortales. Cualquier familiar, cualquier amigo o conocido de algún conocido, amigo o familiar puede llamarles a cualquier hora del día cualquier día de la semana de cualquier mes del año para una consulta. Después, claro está, hacen todos lo que les viene en gana, como colocar oro o cuentas de vidrio sobre un tumor, si es externo, para calentarlo de forma natural… Y así resulta que el más paciente siempre es el médico.
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