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Tal día como hoy... En 1955 la ex primera dama de EE UU Eleanor Roosevelt, a quien se atribuye un papel en su fundación, visitaba la FAO. Rescatamos estas imágenes de la historia de la agencia Tal día como hoy, el 16 de marzo de 1955, la entonces ya ex primera dama de EE UU, Eleanor Roosevelt, visitaba en Roma la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que aquel año celebraba una década desde su fundación. En la imagen, Roosevelt aparece junto al australiano Frank McDougall, uno de los impulsores de la FAO. Mc Dougall le recordó a la visitante el papel que tuvo el alumbramiento de la agencia (la primera de la ONU), al organizar un encuentro entre el propio australiano y su marido en 1942. Un año después de aquella cena, el presidente estadounidense convocó una conferencia de las Naciones Unidas sobre el tema, en la que se puso fin al Instituto Internacional de Agricultura y se formó el embrión de la FAO, una organización que lleva más de 70 años en funcionamiento. De su archivo fotográfico hemos rescatado estas imágenes... © FAO La FAO se había constituido por 44 gobiernos el 16 de octubre de 1945 en Quebec (Canadá), curiosamente ocho días antes de que las Naciones Unidas empezaran a existir formalmente. En ese momento, recién terminada la II Guerra Mundial, el hambre era una amenaza real en muchos lugares del mundo y una de las prioridades era recuperar la fertilidad de los suelos. En 1951, la sede de la organización se traslada a Roma, donde ocupa el espacio del antiguo Ministerio de las Colonias Africanas de Mussolini (en la imagen), al que se añade un nuevo edificio. La capital italiana es hoy 'capital' de la alimentación, ya que allí también tienen su sede agencias como el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola o el Programa Mundial de Alimentos. © FAO Centrada en ayudar a los países a tomar las mejores decisiones, una de las primeras tareas fue obtener información de todo tipo. Ya en 1946 se llevó a cabo en 70 países la primera Encuesta Alimentaria Mundial, que sirvió para confirmar que el hambre y la malnutrición eran acuciantes tras la guerra. En 1950 se realizó el primer censo agropecuario, con información de la producción agrícola y su estructura en aquel momento. Posteriormente llegarían radiografías del planeta como el Mapa Mundial de los Suelos, que identifica las condiciones y recursos de los suelos en todo el mundo. Obviamente, con los años la tecnología utilizada ha permitido mucha mayor precisión en la obtención de datos. En la imagen, dibujo de mapas de suelo en Líbano (1967) para introducir sistemas de riego en zonas poco fértiles del país. © FAO (| G. Tortoli) Uno de los primeros programas fue el de vigilancia de la langosta del desierto, lanzado en 1952. La FAO daba a los países asistencia técnica para el control de estas plagas, nefastas para las cosechas. En la imagen, langostas en Etiopía, en 1968. Aquel año, la plaga amenazó a más de 40 países desde África Occidental al norte de la India. Hoy en día, la agencia sigue controlando la cría y la natalidad de esta especia para evitar episodios similares. Los principales focos de atención están en Mauritania, el Sáhara Occidental, Sudán, Arabia Saudí y Yemen. © FAO (| G. Tortoli) Pero no solo de las cosechas vive el hombre. Los animales son básicos para la subsistencia y la producción de alimentos, y por ello preservar su salud ha sido una de las grandes tareas. Entre los principales logros en sus más de 70 años de vida, la organización destaca haber conseguido erradicar la peste bovina (2011), una enfermedad que mató a millones de vacas, búfalos y otros animales durante siglos. Los programas de vacunación animal y control de enfermedades siguen siendo una prioridad. La imagen, tomada cerca de Ulan Bator en 1966, muestra a un equipo que asistía al Gobierno de Mongolia para mejorar el diagnóstico y control de enfermedades animales. Era un tema especialmente importante en un país que contaba con un millón de habitantes pero 2,4 millones de caballos, 13 millones de ovejas o 700.000 cabras, entre otros. © FAO (| N. G. Ipatenko) Otro básico para la agricultura y la alimentación es el agua. La FAO ha trabajado y trabaja en facilitar la construcción de sistemas de regadío, extracción o transporte de agua en todo el mundo. En la foto se muestran trabajos en los diques del canal de Rajastán (India), en 1969. Se hizo un estudio de los suelos y se recomendó desarrollar la agricultura de regadío en una superficie de más de 20.200 kilómetros cuadrados. Hoy, la escasez de agua es uno de los problemas más acuciantes para la seguridad alimentaria en los países de Oriente Próximo y el Norte de África, donde se prevé que la disponibilidad de agua dulce disminuya un 50% en los próximos 35 años. © FAO (| T. Loftas) Centenares de comunidades en todo el mundo dependen en gran medida de la pesca. Al comienzo de la historia de la FAO, la mayoría de los pescadores del planeta se valían solo del viento y sus músculos. Una de las primeras recomendaciones fue instalar motores en las embarcaciones, para lo que se demostró que su compra se rentabilizaba fácilmente por el aumento de las capturas. Otro gran reto es mejorar los sistemas de conservación del pescado para evitar su desperdicio. La imagen muestra peces secándose al sol en Chad, en 1980. Además, en 1995 se consiguió sacar adelante un Código de Conducta para la Pesca Responsable, ratificado por 170 países con el objetivo de incluir criterios de conservación y medioambientales en la pesca. La acuicultura, una industria en crecimiento y que se revela como alternativa alimenticia en muchos lugares, cada vez ocupa más espacio en las preocupaciones. Hoy, más de la mitad del pescado para el consumo humano proviene de este sector. © FAO (| W. Gartung) La 'revolución verde', con el cultivo masivo de variedades de cereales mejoradas, contribuyó a acabar con el hambre de cientos de millones de personas, sobre todo en Asia. Esas nuevas semillas abrieron un debate sobre su propiedad, además de generar la necesidad de mantener la diversidad genética. En las últimas décadas se han abierto distintos bancos de germoplasma, destinados a conservar todas esas variedades. El Tratado sobre los Recursos Fitogenéticos o 'Tratado de las Semillas' (2001), regula la conservación, el uso sostenible, el acceso y la distribución de beneficios, además de reconocer los derechos de los agricultores. Hoy, la discusión gira en torno al uso de las posibilidades que ofrece la biotecnología. © FAO (Giulio Napolitano) El Programa Mundial de Alimentos, patrocinado por la FAO y la ONU, ha participado en numerosos proyectos de desarrollo desde su creación en 1963. En la imagen, del valle de Punitaqui (Chile) en la primavera de 1968, se ve la distribución de suministros en la zona. El PMA, especializado en actuar ante emergencias, proporciona comida cada año a más de 20 millones de niños en las escuelas. Esto incentiva a las familias a mantener a sus hijos escolarizados y al no tener hambre, el rendimiento académico y la capacidad de concentración de los jóvenes mejora. Otros planes, como Alimentos por Trabajo, dan comida a cambio de trabajar en proyectos de desarrollo que ayuden a construir las bases para un futuro en el que esa misma ayuda no sea necesaria. © FAO Después de las repentinas subidas de precios de los alimentos en 2007 y 2008 y la sacudida a los mercados tras la sequía en Rusia en 2010, la FAO y otras organizaciones internacionales decidieron crear, a instancias del G-20, el Sistema de Información sobre el Mercado Agrícola (AMIS). Lanzado en septiembre de 2011, trata de aportar transparencia a los mercados mundiales de alimentos y coordinar las acciones políticas para prevenir ese tipo de ‘shocks’. Además, otros programas como el MAFAP colaboran con países en desarrollo para dotarles de sistemas que les permitan analizar, controlar y reformar sus políticas agrícolas, de manera que estas sean más efectivas e inclusivas. Así, les ayudan a conocer la cadena de valor de los alimentos, a ver por qué se dan sobreprecios, o a tomar las medidas adecuadas para estabilizar precios. Por ejemplo, hay países que almacenan grandes ‘stocks’ para influir en los precios sin que esto tenga demasiados efectos reales. Aquí, una vez más, el principal papel de la FAO es el de asesorar a los Gobiernos e intentar proporcionarles toda la información para la toma de decisiones. En la imagen, sacos de arroz en un almacén de Kenia. © FAO (| Sarah Elliott) El calentamiento global y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos tienen y tendrán consecuencias negativas para la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la pesca y la acuicultura. Es decir, para la producción de alimentos. Por eso la FAO busca una aproximación global para intentar atacar el problema desde todos los frentes. Uno de ellos es la “agricultura climáticamente inteligente”. En los programas de Kenia y Tanzania han empezado a cocinar la harina con hornos que requieren quemar menos leña que los tradicionales. Gestos como este contribuyen a preservar los bosques, son menos contaminantes y a la vez hacen a los agricultores más resilientes. En la imagen, una mujer cocina con el horno tradicional en Kiroka (Tanzania). Otros programas específicos aprovechan el potencial de las mujeres como cambio social, abordan la problemática de los pequeños Estados insulares, o se enfocan en la diversidad genética. Todo ello con dos objetivos: contribuir a mitigar las consecuencias del cambio y, sobre todo, adaptar y preparar a los agricultores y ganaderos más vulnerables para que no pierdan sus medios de vida a causa de la nueva realidad climática. © FAO (| Daniel Hayduk) Más del 75% de los pobres del mundo viven en zonas rurales, y la mayoría de ellos depende la agricultura. Por eso, para erradicar el hambre es necesario crear sistemas alimentarios que permitan a todos tener suficiente comida todos los días. Eliminando obstáculos al desarrollo agrícola, formando a los agricultores que trabajan por cuenta propia y dándoles protección laboral y social se reduce su vulnerabilidad ante lo variable de los mercados y las condiciones climatológicas. La FAO busca crear nuevas oportunidades en el campo y conseguir transformar el mundo rural a través, por ejemplo, de la agroecología. Jóvenes y mujeres han de jugar un papel esencial en ese desarrollo. En la imagen, por ejemplo, los participantes de un proyecto que busca fortalecer la productividad de los pequeños agricultores en Nicaragua se reúnen en un local. En esta tarea también participa el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), una institución financiera de Naciones Unidas que aporta fondos para proyectos de desarrollo en países que los necesitan y se centra en la lucha contra la pobreza rural. © FAO (| Saúl Palma) Un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano (1.300 toneladas anuales) se pierde o desperdicia. Las pérdidas económicas por ello se acercan al billón de dólares. Por un lado están las pérdidas (cuando los alimentos no se llegan a consumir porque se "ponen malos" a consecuencia de la falta de sistemas de conservación (refrigeración, almacenaje correcto...) o de transporte adecuados. La mayoría de las pérdidas se produce en países en desarrollo antes de llegar al consumidor. Con los alimentos que se pierden en África por estos motivos se podría alimentar a 300 millones de personas. Y luego está el desperdicio. Es decir, los alimentos que se desechan por elección o caducan por negligencia, aunque el alimento estuviera en perfectas condiciones para ser consumido. Toda esa comida que diariamente acaba en la basura en bares, restaurantes, supermercados u hogares. La mayoría de los desperdicios se produce en países desarrollados tras la compra. Con los alimentos que se desperdician en Europa se podría alimentar a 200 millones de personas. La FAO trabaja con productores y países en desarrollo para desarrollar infraestructuras que minimicen las pérdidas, y aboca por la educación e información al consumidor para reducir los desperdicios. © FAO (| Jonathan Bloom) Imagen de la 39ª conferencia de la FAO, en Roma, en junio de 2015. 72 de los 129 países analizados cumplieron el Objetivo del Milenio (1c) y redujeron la proporción de personas que padecen hambre a la mitad. Hoy, los 194 países miembros de la organización, que cuenta con un presupuesto cercano a los 1.000 millones de dólares para el periodo 2016-2017, se preparan para alcanzar nuevas metas adaptadas a los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) con el año 2030 en el horizonte. Tras celebrar su 70 aniversario el año pasado, los objetivos de la 'nueva' FAO son: 1) Ayudar a eliminar el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición; 2) Hacer que la agricultura, la actividad forestal y la pesca sean más productivas y sostenibles; 3) Reducir la pobreza rural; 4) Propiciar sistemas agrícolas y alimentarios inclusivos y eficientes y 5) Incrementar la resiliencia de los medios de vida ante amenazas y crisis. © FAO (| Giuseppe Carotenuto)