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Comadronas y médicos obligados a entenderse

El Ministerio de Sanidad holandés fuerza un plan conjunto para seguir los embarazos

Isabel Ferrer
Una embarazada con personal sanitario en Holanda.
Una embarazada con personal sanitario en Holanda.David Jones (PA Wire/Press Association Images / Cordon Press)

Holanda no consigue salvar el cisma que separa a comadronas y ginecólogos sobre el seguimiento del embarazo y el parto. Abanderadas de la gestación como un hecho natural, nunca una enfermedad, las primeras defienden el cuidado a domicilio de la mujer, que dará a luz en casa —cerca de un 20%— si no hay complicaciones. Beatrijs Smulders, una de las matronas más famosas y portavoz informal del colectivo, sostiene que “esa es la mejor manera de que madre e hijo establezcan los necesarios lazos emocionales”. Nada de facultativos, anestesia epidural o calmantes.

A pesar de que la inspección sanitaria gubernamental concluyó en 2012 que en un 80% de las muertes, o complicaciones graves, “las comadronas mostraron insuficientes conocimientos de patología (en un 20% de los casos también fallaron los ginecólogos)”, el Gobierno no ha criticado el nacimiento en el hogar. Tampoco la valía de las parteras tituladas. Pero está el escándalo de 2004 por la elevada tasa nacional de mortandad perinatal: fallecían 10,5 de cada 1.000 bebés, la segunda peor cifra de la UE, según el Departamento de Salud Pública de la Comisión Europea; en 2010 eran nueve de cada millar, la sexta peor plaza. Y viendo que las relaciones se han estancado, el Ministerio de Sanidad les ha obligado a colaborar. El drama de Mikki, el hijo de dos periodistas, que nació muerto después de que su madre fuera remitida tarde al especialista, añade urgencia a los cambios.

A partir de 2017 deberán establecer un plan conjunto con los deseos de la gestante, contactos clínicos y expertos involucrados. Las matronas han accedido tras asegurar su cogestión del proceso. La mujer puede elegir su ruta, y no ver al médico. O bien lo contrario: el hospital. En ambos casos, habrá un fondo común para que nadie pierda ingresos. Porque los médicos cobran siempre la tarifa completa estipulada en cada seguro. Pero ellas —autónomas— reciben 400 euros hasta la semana 29 de gestación. Si llegan al parto, son 1.300 euros. Un factor económico oscurecido por la defensa de la no medicalización del embarazo.

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