Karla Souza, el talento que se coció en las cocinas de los Kennedy
A la actriz mexicana no le gustan los estereotipos y está cansada de que en EE UU se crea que un latino con dinero es un narco
La carrera de Karla Souza (Ciudad de México, 1985) comienza mucho antes de su fichaje en la serie Cómo defender a un asesino (el miécoles 22 comienza su tercera temporadaen España en AXN) O de su trabajo como protagonista en la comedia mexicana más taquillera de la historia, Nosotros los nobles. El talento de esta actriz mexicana con pasaporte estadounidense y una década de estudios en Europa se coció en las cocinas de los Kennedy y de los Rockefeller antes de que ella hubiera nacido. Allí trabajó durante años su abuela, la chilena Elba Silva, una mujer tan testaruda y decidida como Souza y la primera en su familia que llegó a Estados Unidos en busca de una vida mejor. “Y no sabes cómo la admiro porque no puedo ni pensar las cosas que pudo escuchar en esas casas y de las que nunca soltó prenda”, sopesa.
“Ese pasaporte me ha abierto tantas puertas que me considero una ingrata por no haberme dado cuenta antes de lo que me dieron”, admite Souza a las puertas de los estudios Sunset Gower donde se rueda la serie en la que comparte créditos con Viola Davis.
En esos años de ingratitud fue en los que Souza, de padre chileno y madre mexicana, estudió en Francia, Londres y Moscú, rechazando oportunidades y esperando el momento adecuado para comenzar su carrera. “No quería papeles estereotipados, de frontera, de drogas, de mariachis”, comenta sin juzgar. Incluso cuando el éxito de Nosotros los nobles puso la fama a sus pies y a los agentes llamando a su puerta, las ofertas seguían siendo las mismas. “Pero mi padre me dijo lo mismo que (Alejandro González) Iñárritu: 'Escúpelo, escúpelo'. Tenía que salir de ahí si no quería quedarme en eso, si quería crecer”, recuerda. Sin embargo, en sus palabras “hay un dios”, porque finalmente la serie Cómo defender a un asesino llamó a su puerta.
Ya son tres años trabajando con ese “monstruo” de la interpretación que ve en Viola Davis. “Junto a ella me enorgullezco de ser artista. Así somos, así quiero ser, así soy”, relata llevada por la pasión por una mujer con la que habla de fe, de arte, de chocolates y de maridos. Pero todavía le gusta más que su papel como la estudiante Laurel Castillo es hispano como podría ser de cualquier otra etnia o cultura. De hecho, estaba escrito sin un origen determinado y Souza, tantas veces rechazada por no ser lo suficientemente hispana, aceptó interpretarlo como latina para honrar a esos otros inmigrantes en EE UU, aquellos con los papeles en regla como los que la ayudaron a llegar donde está ahora.
Lo último que quiere es sonar como Trump. “Solo estoy cansada de que en esta cultura si piensan en un latino con dinero piensan en narcos sin darse cuenta de la cantidad de gente influyente que hay en este país, incluso en las altas esferas, que es hispana”, defiende. Del nuevo presidente estadounidense tiene mucho que decir y no necesariamente bueno. “Zoe Saldaña explicaba en un artículo como desde Hollywood fuimos unos bullies y creamos empatía hacia Trump de tanto meternos con él”, analiza. Casada con el banquero texano Marshall Trenkmann al que conoció en Ciudad de México Souza sigue luchando por lo que quiere, una carrera donde nunca vuelva a oír eso de “lo que propones es demasiado inteligente para los latinos”.
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