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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

Arquitectura en serie

Un habitáculo tratado como un mueble. Construido por carpinteros y herreros y diseñado por arquitectos, este refugio para guardas combina prefabricación y ambición

Refugio para guardas de Gaztelu y Jerez.
Refugio para guardas de Gaztelu y Jerez.Javier Bravo
Anatxu Zabalbeascoa

Una marca leve en el paisaje, como un ave de paso, para proteger a los guardas de las inclemencias del tiempo. Una caja de madera ligeramente elevada del suelo y una cubierta plana de acero. Esta garita de vigilancia está más cerca de una casa que de una torre de centinela y está pensada como un mueble: la han fabricado herreros y carpinteros y la han diseñado los arquitectos Koldo Fernández-Gaztelu y Enrique Jerez.

Muchos de los Bienes de Interés Cultural (BIC) de Castilla y León se hallan en entornos naturales y rurales, precisan vigilancia. “Y los visitantes necesitan alguien que les atienda y poder identificar dónde solicitar esa ayuda”, explican los arquitectos. La Junta de Castilla y León ha iniciado la sustitución de las actuales casetas de protección de los guardas para dignificarlas, significarlas y relacionarlas con los monumentos y los lugares a los que prestan servicio.

Gaztelu Jerez firman este pabellón piloto, que se puede abrir y ampliar o cerrar y proteger según las necesidades. Cerrado parece un cofre revestido de tarima de madera negra colocada en vertical. Esa tarima de la fachada está protegida con la técnica tradicional japonesa del Shou Sugi Ban, basada en la carbonización. La cubierta es una chapa engatillada de acero rematada por un fino alero también de acero negro natural, con una leve pendiente hacia los bordes para drenar el agua de manera natural, así como para proteger la cabaña del sol. En el interior, la estructura vista de panel contra-laminado de madera aporta calidez visual.

Por el momento han instalado dos pabellones. El primero, junto al Monumento Nacional ermita visigoda de Quintanilla de las Viñas (Burgos), uno de los pocos ejemplos de esta arquitectura conservados en la Península Ibérica. El segundo, en el yacimiento arqueológico de Arrabalde (Zamora), que antiguamente fue un castro prerromano, declarado BIC en 2006.

Cuentan los arquitectos cómo el Museo de Zamora, de Tuñón y Mansilla, custodia el “Tesoro de Arrabalde”, para el que los arquitectos diseñaron una vitrina, que simultáneamente es un cofre, dentro del gran cofre que es el edificio en sí mismo. Esa idea de interconectar espacios y compactarlos para disminuir su presencia y aumentar su eficacia está presente también en estos pabellones.

Más allá del espacio y del impacto en el lugar, Jerez y Gaztelu pensaron en una construcción —convertida aquí en producción— que redujese costes. Lo hicieron limitando los trabajos a un carpintero y un herrero.

El resultado es sostenible por su bajo impacto en el lugar -la cimentación es superficial y de madera tratada- y por su reversibilidad. El consumo energético es casi nulo -gracias al aislamiento térmico que proporcionan las fibras de madera- y al uso de energías tradicionales, reciclables y limpias. Así, la calefacción es una pequeña estufa de leña, el lavabo funciona a pedal y el inodoro es seco ecológico para garantizar un ciclo cerrado.

Precio aproximado por metro cuadrado, según los arquitectos: 1.400 euros. (12,32 metros y 16.329 euros de coste final).

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