6 fotos
La Cañada Real en seis personajes Gitanos y payos, pobres y ricos, marginados y empresarios al borde de la ley, vecinos e instituciones componen el complejo crisol del asentamiento irregular Fátima Machado es una mujer gitana nacida en Vigo hace 42 años. Tiene seis hijos de entre siete y 17 años. Todos viven en la caravana de la imagen desde que en noviembre pasado la policía tiró abajo su chabola en el sector 3 de la Cañada Real; llevaban allí desde 2011. Subsisten con los 655 euros de la Renta Mínima de Inserción, la prestación pública para personas sin ingresos. En la Cañada hay importantes bolsas de extrema pobreza y marginación en entornos de chabolas e infraviviendas, sobre todo, en el sector seis, cerca del vertedero de Valdemingómez. Fátima solo quiere que le otorguen la vivienda social que ha solicitado. Este invierno, dice, han pasado frío. SAMUEL SÁNCHEZ Agustín Rodríguez (54 años) es un apasionado de la espeleología y el Aikido (afición que le ha tenido unas semanas en silla de ruedas por culpa de un mal paso). Además, lleva casi toda la vida ayudando a drogodependientes y es desde 2007 el cura de la parroquia de Santo Domingo, en la parte más dura de la Cañada, el espacio de 1,5 kilómetros de venta droga. "Al principio, uno tiene la sensación de que toda la Cañada es así. Aunque no tardas mucho en descubrir que eso no es cierto. Que hay un mundo de relaciones mucho más rico, de interculturalidad, interreligiosidad, interdependencia...". Para esta foto posa en su otra parroquia, la de San Fermín. SAMUEL SÁNCHEZ Vanessa Valenzuela está harta del estigma de la droga y la marginación que señala a toda la Cañada Real, aunque se concentre en espacios muy concretos. Ella tiene 37 años y vive desde que recuerda en el sector 2, casi pegando a Coslada. "Una zona tranquila, de gente trabajadora" -ella es dependienta, su marido, pintor de coches y su padre, albañil-, con casas de pueblo y algunos chalés que no desentonarían nada en una urbanización de lujo. "Me he criado en el campo y cerca de la ciudad. El único inconveniente es que los servicios son precarios", dice. SAMUEL SÁNCHEZ Cuando Pedro Navarrete pasea por la Cañada, la gente le saluda por su nombre. Le preguntan cómo va el pacto para arreglar la zona, le recriminan alguna cosa y él también echa broncas por esa valla o aquel cerramiento nuevo. Madrileño de Entrevías, hijo de inmigrantes andaluces, fue nombrado por el Ayuntamiento de Madrid en 2016 comisionado para la Cañada Real, tras 25 años como coordinador del Instituto de Realojamiento e Integración Social de la Comunidad. Habla todo el rato de situaciones complejas, pero dice dos cosas claras: hay que realojar cuanto antes a las familias más vulnerables y luchar contra los que especulan y montan negocios irregulares. SAMUEL SÁNCHEZ Juan José Escribano es uno de esos especuladores a los que se refiere el comisionado. Pero él defiende que, si ha hecho algo que "bordeara lo ilegal", ha sido porque los poderosos le empujaron y que siempre ha intentado ayudar a sus vecinos. El hecho es que desde que llegó al sector 6 de la Cañada en 1977 ha tenido una granja ilegal de cerdos, ha enganchado ilegalmente al agua (por unos 900 euros) y a la luz (por 1.800) unas 700 viviendas, ha regentado un club de alterne y un gigantesco vertedero ilegal que reconoce que le reportó "muchísimo dinero" y que acabó ardiendo en 2015. "Si alguien considera que le he engañado, le doy mis datos para que presente una denuncia en el juzgado de guardia". SAMUEL SÁNCHEZ Susana Camacho trabaja como psicóloga social comunitaria desde 1993. Ahora coordina un proyecto de intervención social en la Cañada Real dentro de la Fundación Secretariado Gitano. "Actualmente estamos trabajando en red 12 entidades. Todas hacemos una coordinación muy estrecha con las administraciones porque lo que realmente queremos es cambiar las políticas públicas para mejorar la vida en la Cañada". El trabajo debe vencer, entre otras dificultades, los recelos de algunos vecinos que consideran que están al servicio de las Administraciones, a las que muchas veces ven como el enemigo. SAMUEL SÁNCHEZ