Esta mujer no lleva maquillaje en el bolso: lleva un martillo
La historia de una madrileña que reivindica el derecho de toda persona a no rendirse ante la tiranía de la belleza
Miss Beige viste la misma ropa de color beis ya sea invierno o verano. Lleva la melena sucia, nada de maquillaje y un martillo en el bolso. Come pipas y las escupe. No habla. Tiene más de mil seguidores en Facebook (única red social que gasta) que siguen con curiosidad sus antiselfis titulados con punzante gracejo en los que se retrata con un rictus imperturbable rodeada de monjas, esculturas o parquímetros.
Acaba de editar el libro de fotografías Miss BEIGE Taking The sTreeTs y ella y sus performances se han convertido en habituales de las ferias de arte contemporáneo. Pero hoy Miss Beige viene de civil, o lo que es lo mismo, de Ana Esmith (Madrid, 1976).
Actriz y performer, Ana es la identidad oculta tras esta heroína que surgió del hallazgo fortuito de un vestido beis en el Rastro madrileño: “A partir de ahí María Palacios [la fotógrafa] y yo maquinamos un personaje con fuerza que reivindicase cosas utilizando el humor y sin perder la dignidad. La primera sesión de fotos fue en el Mundo Fantástico, un sex shop de la calle Atocha. De pequeña siempre pensaba: ¿por qué mi madre no me mete si pone Mundo Fantástico y es rosa? [risas]”.
Que nadie piense en Miss Beige como una mujer solitaria que hace ganchillo. “Miss Beige está muy implicada y tiene una agenda social que ya la quisiera yo [risas]. Está aquí para tocar las narices y denunciar”. Y, ojo, que puede aparecer en cualquier momento porque, como Superman, lleva el uniforme de trabajo preparado. “Viajo con el traje y puedo plantármelo encima de la ropa en caso de necesidad. Así lo hice en la Fontana de Trevi”.
Un agente disruptivo y, sobre todo, una mujer que se atreve a ser beis y a exhibir sus momentos beis en esta era de la vanidad. Un gesto de rebeldía ante la tiranía de la belleza. “Me libera como mujer”, cuenta Ana, “me da mucho poder. Por educación nos imponemos mostrarnos siempre perfectas: hemos nacido para gustar. Y es agotador”. ¡Abajo el género! ¡Arriba el beis!
Pero, ¿cómo un color tan soso puede resultar tan inquietante? Porque esa reivindicación silente, esa provocación de gesto mínimo que busca zarandear al espectador sin mover un dedo y obligarlo a reflexionar, da lugar a infinidad de reacciones.
“Los niños y los mayores son maravillosos. Me piden pipas, me dicen ‘qué guapa’, pero la franja de en medio ya… ¡Cuanto más modernos, más juzgones!”. Miss Beige es la cristalización de aquella lección que Ana recibió de su maestro, el gurú del clown Philippe Gaulier, que decía que si tienes el culo gordo tienes dos opciones: ir al gimnasio toda tu vida para perder dos centímetros o vender que tu culo es único. Ella no tiene el culo gordo. Pero si lo tuviera tampoco importaría. Es lo que tiene ser beis.
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